NADA, ABSOLUTAMENTE NADA

Ángel Milana


La primera noticia que se tiene del interés por los ruidos del profesor Dr. Juan Kopek proviene de su madre:

    —Juan tenía tres años y yo estaba cocinando. Él acercó una silla a la cocina, se subió y se quedó mirando la sartén. Yo pensé que le interesaban los huevos que estaba friendo pero, cuando los saqué, él siguió mirando la sartén. A medida que el aceite se enfriaba, Juan acercaba la oreja para oír el ruido que producía. Luego lo hizo muchas veces. Yo tenía que advertirle que no acercara mucho la cara porque se podía quemar.

    Su padre también notó su interés por los ruidos:

    —Cuando Juan tenía cinco años estábamos viendo televisión y de repente se cortó la transmisión. Juan se quedó muy interesado mirando los puntitos blancos y negros que bailaban en la pantalla. La transmisión estuvo cortada unos minutos y luego continuó. De inmediato, Juan me pidió que volviera a poner "el programa anterior". Le expliqué que eso no era un programa, que se veía así cuando había un corte en la transmisión o cuando se sintonizaba un canal en donde no se transmitía, y le mostré lo que aparecía en uno de los canales libres. "Ese programa me gusta", gritó alegremente y, desde entonces, cuando podía acceder al televisor, se ponía a mirar los canales vacíos.

    Cuando tenía ocho años, un tío le regaló un pequeño receptor de radio y a él le encantaba escuchar en las frecuencias en donde a veces se oían emisoras lejanas. El mismo tío, advertido de su interés por las emisoras lejanas y los ruidos, lo llevó a visitar a un radioaficionado.

    —¿De modo que te gustan los ruidos? —lo interrogó el radioaficionado—. Pues aquí vas a oír muchos ruidos raros.

    El señor sintonizó una banda llena de ruidos y Juan se quedó escuchando atentamente. Al cabo de un rato dijo:

    —Hay música, unas personas hablando y un ruido como de ametralladoras.

    El tío se quedó mirándolo extrañado, porque él sólo oía un ruido infernal. El radioaficionado operó algunas llaves, conectó filtros, resintonizó delicadamente y sí: consiguió captar algo de música y palabras. La ametralladora era la transmisión de una radioteletipo.

    —Este muchacho tiene un oído excepcional —comentó el aficionado, y lo invitó a que fuera a escuchar radio cuando quisiera.

    —Gracias, señor, pero me interesan más los ruidos.

    —Pues bien, ven a escuchar ruidos.

    Fue así como se despertó su interés por la electrónica y las telecomunicaciones. Años después les decía a sus alumnos:

    —La distinción entre señal y ruido no es muy afortunada. Señal es toda onda que contiene información, pero el ruido, muy frecuentemente contiene información, que aún no ha sido descifrada o reconocida como tal.

    A los doce años visitó, junto con sus compañeros de escuela, un observatorio astronómico. Juan ya sabía que en el cielo había muchas fuentes de ruido, pero le interesó saber que los astrónomos analizaban esas fuentes de ruido y las tenían catalogadas. Quedó fascinado por un analizador de espectro, que le mostraba en forma visual las frecuencias que él tenía catalogadas en su memoria. Supo también que había fuentes de ruido más allá de las frecuencias que él podía captar con sus receptores.

    A partir de esa visita, todos los viernes por la tarde pedaleaba los treinta Kilómetros que había entre su casa y el observatorio y se pasaba allá todo el fin de semana. Se las ingenió para que lo dejaran mirar lo que hacían los profesionales.

    —Al principio comencé limpiando el piso, sacando la basura, preparando y sirviendo café —contaba—. Luego, como hacía "preguntas inteligentes" según ellos, me encargaron pequeñas tareas de rutina. También leía los manuales de los instrumentos, que no me podía llevar a casa. Creo haber leído todos los libros de la biblioteca del observatorio.

    A los quince o dieciséis años dominaba la espectrometría como cualquier profesional y se permitió escribirle al fabricante de los espectrómetros, sugiriéndole algunas modificaciones. Juan no sabía que el instrumento que estaban usando en el observatorio era algo antiguo y que algunas de esas mejoras se habían introducido en modelos posteriores, sin embargo, su carta llamó la atención de uno de los jefes de diseño, quien pidió al representante local de la firma que lo fuera a ver a Kopek y le prestara el último modelo de espectrómetro para que lo utilizara y luego le remitiera sus observaciones. El representante de la firma se resistió a prestar un instrumento tan caro, solamente le prestó el manual de instrucciones y operación. Le dijo que lo leyera y que sus observaciones las remitiera directamente a la fábrica.

    Tres meses después se recibió en la fábrica una carta donde Juan pedía disculpas por la demora, que se debía a que, como el manual estaba escrito en alemán, lo había tenido que leer con la ayuda de un diccionario. A los circuitos los había entendido sin problemas y decía que le gustaría disponer de un aparato de esos para probarlo. Agregaba, además, varias recomendaciones "para incluir en algún modelo posterior".

    Cuando uno de los directores de la firma leyó la carta, manifestó:

    —No podemos dejar que este tipo caiga en manos de la competencia.

    De modo que le llevó personalmente el espectrómetro y un contrato de trabajo. Se sorprendió al verlo tan joven, así que el contrato se hizo para cuando terminara sus estudios secundarios.

    Sus padres recuerdan:

    —Fue la única vez que obtuvo ventajas en un contrato: Por pedido nuestro se incluyó una beca para estudiar en la universidad.

    Mientras cursaba en la universidad trabajaba en los laboratorios de la empresa sin horario y sin obligaciones, cosa que beneficiaba mucho a la empresa, pues trabajaba y producía mucho más que los empleados con horario y obligaciones que cumplir. En realidad, en la universidad rellenaba sus huecos de cultura y ampliaba el espectro de sus conocimientos, pero en cuanto a profundidad de lo que le interesaba, podía darle cátedra a sus profesores. Todos ellos lo querían tener como ayudante y las malas lenguas decían que algunos profesores lo querían para aprender de él.

    Antes de concluir sus estudios formales de doctorado se puso en órbita un satélite que, entre otros aparatos, llevaba espectrómetros de rayos X y Gamma de su diseño. Él pidió y obtuvo preferencia para recibir y analizar la información de estos aparatos. La recibía directamente en el laboratorio y mantenía un archivo de las mediciones.

    Durante varios años no se observó nada anormal. Los astrónomos se encargaban de las tareas de rutina: clasificar estrellas de neutrones, investigar agujeros negros y otras cosas por el estilo, pero en cierto momento aparecieron unas líneas espectrales sin explicación. Cuando le preguntaron a Kopek qué opinaba de las mismas, manifestó que ya las había observado y que estaba trabajando en eso, pero que él también estaba desconcertado.

    Se supone que el Dr. Kopek llegó a una conclusión, pero que no la quiso comentar por que no le gustaba formular hipótesis sin proponer los pasos para su comprobación. Algún otro sí las formuló, pero luego se demostraron desacertadas. Algún tiempo después se archivó el tema para que lo analizara algún estudiante avanzado que quisiera presentar una tesis fuera de lo común.

    Aproximadamente diez años después, en la sala de profesores de la universidad, se comentó que había sospechas de que se estaba experimentando con viajes en el tiempo. Kopek estaba allí, casi desapercibido, como siempre, pero en ese momento llamó la atención con una exclamación:

    —¡Claro! ¡Ahora sí que encaja la solución! —y se retiró de la sala, frotándose las manos con una alegre sonrisa.

    Unos días después le escribió a sus amigos que "Alguien, en algún lugar, está haciendo experimentos con el tiempo". Daba, además, las fechas en que se habían realizado, la duración y la masa involucrada en los ensayos.

    No se sabe si fue porque, cuando hizo la lista del correo electrónico, incluyó deliberadamente a un periodista o, tal vez, alguien de la lista envió una copia del mensaje a uno de nosotros, pero esa nota se publicó en un periódico de gran circulación. Los periodistas ya teníamos la punta del ovillo y comenzamos a seguir nuestros propios caminos de investigación.

    A los pocos días de la publicación, el doctor Juan Kopek era conocido por todo el mundo. También todo el mundo pretendía entrevistarlo. Quién primero lo consiguió fue el embajador de un país extranjero, junto con su asesor científico y otra persona con aspecto de "agente especial de seguridad".

    La reconstrucción libre de la entrevista podría ser la siguiente:

    EMBAJADOR: ¿Cómo se enteró, Dr. Kopek, de nuestros experimentos con el tiempo?

    Dr. KOPEK: Por el análisis de unas líneas espectrales en las bandas de rayos X y Gamma. Están registradas en muchos observatorios astronómicos por todo el mundo.

    AGENTE ESPECIAL DE SEGURIDAD: ¡Nosotros pretendíamos mantenerlo en secreto!

    Dr. KOPEK: Lo siento, pero los secretos científicos no se pueden mantener por mucho tiempo, siempre hay alguna persona con capacidad para interpretar datos. Máxime cuando son tan públicos y obvios como estos.

    ASESOR CIENTÍFICO: ¿Obvios, dice? En la... este, en el centro de experimentación aún no saben cómo pudo usted enterarse de los datos tan precisos en cuanto a fecha. ¡Y hora! Con respecto a la masa me informan que tiene un tres coma seis por ciento de error.

    Dr. KOPEK: Eso significa que la... estación espacial está más cerca que el límite de seguridad que yo le asigné, que es de diez veces la distancia Tierra—Luna. Sugiero que la desplacen.

    EMBAJADOR: ¡Además de saber dónde está el centro de experimentación, nos da consejos! ¿No quisiera colaborar con nosotros, Dr. Kopek, manteniendo en secreto lo que sabe y que aún no haya hecho público?

    Dr. KOPEK: Difícil. He enviado un análisis matemático de las ondas temporales a una revista científica, seguramente ellos ya lo remitieron a sus consultores. No sé si estarán interesados en publicarlo, pues es muy denso. Si consiguen pararlo les prometo que sólo lo comentaré con mis alumnos de doctorado, pues es muy útil como ejercicio matemático.

    EMBAJADOR: Gracias, Dr. Kopek. Vamos, caballeros, a tratar de pararlo.

    Si el embajador pretendía mantener el secreto, eligió la peor oportunidad para visitar al Dr. Kopek. Su entrada y su salida fueron registradas por varios periodistas, entre los que se encontraba quien esto escribe, que esperaban una oportunidad para entrevistar al científico. El "alguien" ya tenía nombre.

    Al ver salir al embajador, cada uno abandonó su refugio en auto, zaguán vecino o camión de exteriores y todos juntos nos precipitamos a la casa. Nos atendió sin sacar la traba de la puerta y nos dijo:

    —Disculpen, señores, pero le prometí al Embajador de... mantener el secreto de lo que no se haya publicado aún.

    —Solamente queremos que nos aclare un poco esto, para que lo puedan entender los lectores no especializados —dijo uno de los colegas, agitando una copia del informe científico—. El texto con la opinión de otros científicos ya está circulando y publicándose por todo el mundo —eso no era cierto. Hacía muy pocas horas que se lo había agenciado por medios "non sanctos", según nos confesó más tarde, pero sirvió para desatarle un poco la lengua.

    —Bueno, ya que se ha hecho público, quedo relevado de la promesa que hice al Embajador. Pero no esperen datos, sino conceptos. Pasen.

    La jauría se coló al living de su casa. La puerta quedó abierta para dejar paso a cables de cámaras, iluminación, micrófonos, y toda la comparsa de asistentes.

    Lo que aclaró el Dr. Kopek en esa entrevista es por todos conocido, pero lo vuelvo a transcribir, resumido, por si alguien pudo olvidarlo:

    —Toda perturbación en un medio genera ondas que se alejan del punto donde ha ocurrido, e informan a su alrededor que se ha producido esa perturbación. El ejemplo más simple es la imagen que todos tenemos de una piedra rompiendo la superficie del agua de un estanque y generando olas que se propagan por esa superficie.

    "Al golpear algún objeto —en este momento golpeó el tablero de la mesa con los nudillos—, la perturbación se convierte en onda sonora. Ondas de presión que se propagan como esferas concéntricas a la velocidad del sonido. Si ocurre una chispa eléctrica, la perturbación genera ondas electromagnéticas que también se propagan como esferas, con centro en donde se produjo la chispa. Estas ondas se propagan a la velocidad de la luz.

    "Una persona, con sólo escuchar un sonido, puede decir con cierta certeza de dónde proviene y qué tipo de material lo produjo —aquí tomó un platito que estaba colgado en la pared e hizo ademán de tirarlo al suelo, pero lo volvió a colgar sonriendo. Sacó una moneda de su bolsillo y la dejó caer. Presumo que estaba meditando las palabras para explicar el fenómeno de las ondas del tiempo.

    "Todas las ondas contienen mucha información acerca de qué las produjo, dónde se produjeron y también de los medios que han atravesado para llegar hasta nosotros.

    "Hace varios años —continuó, ante el raro y respetuoso silencio de los asistentes— se registraron y analizaron unas ondas muy extrañas en la banda de los rayos X y Gamma. Normalmente, es muy sencillo determinar el punto de origen de este tipo de ondas, pero lo extraño de éstas era que parecían provenir simultáneamente de todas las direcciones. Es decir, no había un lugar determinado en el espacio en donde se originaran. Las analicé matemáticamente en todas las formas posibles. Me resistí, incluso, a considerar como verdadera la solución, razonablemente sencilla, que obtenía al aplicar el análisis temporal. Nunca se supo de nadie que hubiera hecho experimentos con el tiempo.

    "Hasta que corrió el rumor de que se estaba experimentando con viajes en el tiempo. Entonces me resultó muy claro que lo que habíamos estado recibiendo, en ese entonces, era información que provenía desde el futuro. Las perturbaciones que se producen en el tiempo crean ondas que se propagan en cuatro dimensiones: En el espacio común y, además, en el tiempo, hacia el futuro y hacia el pasado.

    El Dr. Kopek hizo silencio. Los reporteros de radio y televisión iniciaron el bombardeo de preguntas y la mayoría de los de prensa escrita nos dirigimos a nuestras redacciones para preparar la edición del día siguiente.

    No se sabe por dónde fue la filtración de que los experimentos se realizaban en una estación espacial pero, con seguridad, no lo dijo el Dr. Kopek, dado que toda vez que fue preguntado, respondió que se había comprometido a guardar el secreto. De inmediato, centenares de telescopios con ojos, cámaras fotográficas o cámaras de televisión en sus oculares comenzaron a buscar, hasta que la encontraron en órbita a algo más de un millón de Kilómetros de distancia de la Tierra.

    La fuerte presión de la opinión pública interna por una parte y la discreta pero importante presión de varios gobiernos extranjeros por otra, hizo que las autoridades políticas del país responsable se decidieran a dar información acerca de los experimentos que se estaban realizando.

    Corroboraron los datos originales del Dr. Kopek. Anunciaron que las pruebas habían tenido un éxito moderado y publicaron las fechas aproximadas de las siguientes pruebas, que diferían bastante del cronograma deducido por algunas personas que entendieron el informe científico publicado por el Dr. Kopek. Notablemente, el programa sufría algunas demoras y, al final, coincidía con las fechas extraoficiales. Nunca se aclaró si los datos de masa involucrada en el experimento estaban de acuerdo con las predicciones, pero se supone que éstas fueron correctas.

    —No son predicciones —decían los entendidos—. La interpretación de las líneas espectrales según las funciones matemáticas del Dr. Kopek son una correcta lectura del futuro.

    Luego de varios experimentos con material inerte y animales, que tuvieron éxito, se anunció que se suspenderían las pruebas para preparar el experimento con personas. Llevaría bastante tiempo desarrollar la cápsula temporal con equipo de supervivencia para dos personas durante un mes. No se explicó por qué razón no se la enviaría por menos tiempo.

    —La energía que se requiere para iniciar "el viaje" es muy alta. Probablemente no se puedan fabricar generadores de menor potencia con la confiabilidad necesaria para asegurar la supervivencia — fue el comentario de algunos científicos que analizaban la poca información técnica que se filtraba.

    Consultado el Dr. Kopek acerca de la experiencia proyectada respondió:

    —Lamentablemente, no tengo información registrada de este experimento. Tal vez sea porque los registradores no estaban en funcionamiento cuando pasó la onda temporal. Puedo asegurar que el experimento no se realizará en los próximos tres años, pues de ser así, estaría registrado. No obstante, cuando se produzca la experiencia, estaré dispuesto para registrar la onda espacial. Su comparación con las de los otros experimentos permitirá sacar interesantes conclusiones.

    Discretamente, las autoridades del proyecto corrigieron al Dr. Kopek manifestando que la experiencia se realizaría antes de los dos años. El tiempo real fue de cuatro años.

    Cuando ocurrió, el público en general se había olvidado de los viajes en el tiempo y las personas involucradas deben haber recibido orden de mantener la reserva, cosa bastante fácil, pues las comunicaciones entre la estación espacial y la Tierra debían estar muy bien controladas y censuradas.

    Quienes no se habían olvidado eran los astrónomos aficionados y algunos científicos, que habían formado una red mundial para mantener bajo observación constante a la estación espacial. Ellos detectaron un aumento de la actividad en el tránsito desde y hacia la misma. Aunque la novedad trascendió a la prensa, había otras noticias de primera plana: varias inundaciones, un desastre aéreo y dos terremotos simultáneos en antípodas. Solamente se le dio importancia a aquella noticia cuando un astrónomo anunció que había registrado la implosión de la estación espacial en donde se realizaban experiencias con el tiempo. ¡Esa sí que era una noticia interesante! ¡Un desastre espacial!

    Algunas de las naves de transporte que estaban amarradas a la estación sufrieron daños parciales, pero no las que estaban en las proximidades. Entre ellas organizaron un rescate de sobrevivientes. Todos los receptores de la Tierra estaban pendientes de las comunicaciones con la estación espacial. Dadas las circunstancias, las transmisiones se realizaban en canales abiertos y no en clave, de modo que se pudo tener un panorama bastante exacto de la situación.

    Vista desde afuera, la estación era una masa informe de metal arrugado, como un bollo de papel de aluminio. Abriendo el paso con "abrelatas" y sopletes se consiguió rescatar a muy pocos sobrevivientes: Aquellos que estaban trabajando con trajes espaciales o a quienes los primeros crujidos de las chapas les advirtieron que ocurría algo raro y se refugiaron en zonas estancas, que alcanzaron a retener el aire. En la zona donde debía estar la cápsula del tiempo, faltaba ésta y muchas instalaciones complementarias.

    Por supuesto, era necesario obtener alguna declaración del Dr. Kopek. Fue buscado en la universidad, en los laboratorios de la empresa fabricante de aparatos, de la cual era ahora asesor científico, y en su domicilio. No estaba. Alguien informó que lo habían venido a buscar de parte del Primer Ministro. Apareció junto con el Canciller y el Embajador de...

    El Embajador anunció que se le había pedido colaboración al profesor Dr. Kopek para evaluar la situación y que aconsejara vías de acción. Insistimos en que el mismo Dr. Kopek hiciera alguna declaración y la obtuvimos.

    —Me han permitido estudiar los datos disponibles de los experimentos —señaló unas gruesas carpetas que portaba el tipo con aspecto de "agente especial de seguridad"—. La cápsula del tiempo arrastró consigo una parte de la estación orbital. Confiamos en que va a materializarse en algún momento, con la gente de su interior en perfectas condiciones —eso era una buena noticia, pero la atenuó de inmediato—, siempre que el viaje no dure demasiado y se mueran de hambre. Ya mismo me pongo a trabajar para tratar de determinar cuándo regresarán.

    —¿Se sabe por qué se produjo el desastre de la estación espacial? —preguntó alguien.

    —Ya había advertido yo que la estación espacial estaba muy próxima a la Tierra. Para masas pequeñas como las que se utilizaron en las primeras experiencias, eso no tuvo importancia, pero dada la masa actual, los campos magnético y gravitatorio terrestre deben haber causado que, junto con la cápsula, se fuera de viaje una parte de la estación, por eso la implosión. Ahora disculpen, tengo que ponerme a trabajar.

    Una semana después, el Dr. Kopek informó que la cápsula se materializaría con muy poca diferencia de la fecha prevista. Ya le había advertido al Embajador que, dado que la estación espacial estaba inservible, deberían despejar todo lo posible los alrededores y tener varias naves en las proximidades para prestar auxilio a los viajeros, los que, probablemente, no estuvieran enterados del desastre.

    Todo ocurrió como estaba previsto. Los viajeros fueron rescatados en perfectas condiciones y no habían notado nada de extraordinario hasta que se volvieron a abrir las compuertas de la cápsula.

    La presión de la opinión pública y la prensa mundial obligó a que se autorizara una conferencia de prensa. Yo fui uno de los periodistas acreditados. Unos minutos antes de la partida de mi avión, el Dr. Kopek llegó agitado, me apartó de los que me rodeaban y me hizo un curioso pedido: tenía que comprobar, por cualquier medio, si los viajeros eran diestros o zurdos. Cuando volviera con la información, él me daría las explicaciones del caso.

    Cuando llegué de regreso, el Doctor Kopek me estaba esperando en el aeropuerto. Aguardó cortésmente a que terminara los trámites, saludara a mi familia y luego se acercó a mí. Vestía algo informal, con un bolso un poco deforme en una mano y la computadora portátil en la otra. Me saludó y de inmediato me espetó la pregunta:

    —¿Zurdos o diestros?

    —Zurdos. Ambos —le respondí.

    —Me lo suponía. Antes del viaje eran diestros.

    —No entiendo nada. ¿Me puede aclarar ese asunto?

    —Sabrá usted que cuando una onda de cualquier tipo encuentra una discontinuidad, una parte de la onda continúa propagándose y otra parte se refleja.

    —Por supuesto. La ecografía médica utiliza ese principio con ondas de presión para dibujar los órganos internos del cuerpo humano. También están los estudios geológicos por ondas sísmicas. El radar utiliza ondas electromagnéticas que se reflejan.

    —Correcto. En teoría, hay dos situaciones en las que se produce un reflejo total de las ondas.

    —¿Quiere decir usted que los viajeros en el tiempo han vuelto reflejados como en un espejo? Ese es un caso de reflexión total.

    —Casi total, para que haya reflexión total la onda debe encontrarse con un conductor perfecto. El reflector con el que se encontraron los viajeros debe haberlo sido, porque pudo reflejar algo tan complejo como organismos vivientes sin distorsión apreciable. Si no, hubieran llegado muertos.

    —Usted dijo que hay dos casos teóricos de reflexión total. Uno es el conductor perfecto. ¿Cuál es el otro?

    —Para una línea de transmisión eléctrica es la situación de circuito abierto. La energía no tiene adonde ir y se refleja hacia la fuente. En nuestro caso podría ser que los viajeros se hayan encontrado con un circuito abierto: nada. Ni espacio... ni tiempo... Absolutamente nada. Tenga en cuenta que no es lo mismo que el vacío, porque el vacío es espacio y en él transcurre el tiempo.

    "Sería lo contrario de un agujero negro: un agujero blanco. Un agujero negro absorbe todo lo que llega a él y no permite que salga nada, ni siquiera la luz. En un agujero blanco no puede entrar nada, todo se refleja. Tampoco sale nada de él, puesto que nada hay, ni luz, ni materia, ni tiempo.

    —¿Cuán lejos estaría ese lugar de reflexión que usted llama agujero blanco?

    —No puede ser ni un plano ni un volumen, porque quedaría delimitado un espacio, y esto no lo es. Debe ser un límite que no se puede cruzar, dentro de nuestro espacio—tiempo. Está a dos años y tres meses en el futuro y, evidentemente, hacia él nos dirigimos. Mire —tecleó algo en su computadora y apareció un almanaque con una fecha destellando.

    —¿Qué pasará cuando se llegue a esa fecha? ¿Nos estrellaremos contra una pared?

    —No lo sé. Un rayo de luz se refleja en un espejo, pero una piedra lo rompe. Si el espejo es muy duro y la piedra no tanto, ésta se rompe. En el caso de una línea eléctrica abierta, sucede a veces que la energía se consume en una chispa que funde y volatiliza las instalaciones. Las cápsulas temporales se reflejaron. No sé qué pasará cuando la Tierra llegue a ese no—lugar—ni—tiempo.

    —¿Y qué podemos hacer?

    —No sé qué hará usted, pero yo ya lo tenía previsto. Mire aquí —mientras decía esto cerró la computadora y abrió el bolso. Allí adentro había patas de rana, esnorquel, ropa de colores alegres y varias cosas más—. Me voy a estudiar el particular ruido que hacen las olas al romper en las blancas playas del mar Caribe. Por todo el tiempo que pueda.

    Luego de decir esto me saludó y se fue hacia la zona de embarques, balanceando displicentemente el bolso y la computadora.

 

Ángel Eduardo Milana nació en la ciudad de Buenos Aires en 1938. Aunque porteño por nacimiento, se considera "multiprovinciano", porque su niñez la vivió en la provincia de Buenos Aires, estudió en Córdoba y trabajó en Mendoza y Chubut; tiene hijos mendocinos y nietos sanjuaninos.

Es ingeniero en electrónica, pero está retirado de la actividad. Trabajó como suboficial de la Fuerza Aérea (mecánico de comunicaciones), en Canal 7 Mendoza (técnico y gerente técnico) y para el gobierno de la provincia del Chubut (Director de Comunicaciones). También ha incursionado en la docencia técnica secundaria y universitaria.

Su actividad literaria ha estado circunscripta a:

Composiciones escolares (consiguió zafar con notas razonables).

Versos de juventud (considerados buenos solamente por la destinataria).

Proyectos, memorias e informes técnicos (han sido de utilidad para quienes los han tenido que leer).

Informes, memorias, elevaciones y pases administrativos (sumamente aburridos).

Unas pocas cartas de lector a los diarios (única manifestación literaria publicada por terceros).

Unos pocos cuentos de fantasía, ciencia ficción y algunas sátiras familiares (que han divertido a todos los que las han leído, menos al satirizado), algunos de los cuales se han reunido bajo el título Cuentos con Ángeles, Demonios y Personas Extraordinarias, edición del autor que se presentó en la última Feria del Libro de Buenos Aires.

...Y LA MIRADA EN EL INFINITO (ciencia ficción) es su primera novela, sin publicar, pero se encuentra trabajando en la continuación: HOMO MOLECULAR.