14/Sep/04

Insectos agresivos: avispas carnívoras en el Sur argentino

TEMAS: Biología, Zoología, Entomología, Insectos, Vespula germánica, Hymenoptera, Vespidae

La ‘chaqueta amarilla’, avispa del género Vespula, es originaria de Europa y llegó a nuestro continente oculta entre cargamentos de madera y se adaptó al nuevo hábitat. Su actitud agresiva produce inconvenientes cuando se encuentra en la naturaleza con los seres humanos.

El pasado viernes, a las 9 en la sala de prensa del municipio de Bariloche, provincia e Río Negro, Argentina, se realizó una reunión en la que participaron la doctora Olivera, del hospital zonal; Juan Torres, del Conicet y representantes locales de bomberos voluntarios, Parques Nacionales, Prefectura, Defensa Civil y del Ejército a hablar sobre las medidas a tomar frente a las picaduras de estos insectos, llamados popularmete 'chaqueta amarilla'.

El objetivo de la charla fue brindar información acerca de estas avipas, que a lo largo del año ya causaron hechos problemáticos en la ciudad, en especial a personas alérgicas.

En el marco de la reunión se explicaron las acciones inmediatas a tomar cuando turistas o locales alérgicos que pasean por algún circuito de la ciudad, son picados por este insecto.

Una de las formas más sencillas para el control doméstico de las chaquetas amarillas consiste en fabricar trampas caseras de la siguiente manera: cortar una botella plástica de gaseosa y colocar de modo invertido la parte superior en la boca que queda abierta, colocando adentro un trozo de carne. Así las chaquetas entran y al no poder salir mueren. Los nidos subterráneos son más fáciles de eliminar, inundándolos con gasoil u otro combustible y tapando la entrada, pero los aéreos o los construidos dentro de una casa requieren mayores precauciones.

Insectos invasores

Con el comienzo del tiempo cálido de la primavera, los días soleados hacen propicia la salida familiar y los paseos para disfrutar la naturaleza. La tentadora posibilidad de una comida al aire libre, revelará la presencia de insectos amarillos que revolotean nerviosamente sobre los restos con residuos, alimentos y sobre todo carne, llegando el caso de resultar molestos y peligrosos porque pueden llegar a morder y picar a la vez causando dolorosas reacciones alérgicas: se trata de la ‘chaqueta amarilla’, una avispa originaria de Europa que llegó al continente oculta entre cargamentos de madera y que se adaptó de manera extraordinaria al nuevo hábitat invadiendo gran parte de la provincia y causando perjuicios no sólo a las personas sino también a la actividad económica.

El nombre común de este insecto es avispa alemana y el científico Vespula germánica (Hymenoptera: Vespidae), pero aquí se las ha bautizado popularmente como ‘chaqueta amarilla’. Se presume que esta especie llegó por barco como polizonte desde Europa junto a cargamentos de maderas a puertos chilenos.

Desde 1980

El primer avistaje en Argentina de la chaqueta amarilla se produjo en 1980 en Andacollo, localidad situada a unos 60 kilómetros al oeste de Chos Malal y a 30 de la frontera con Chile, y sorprendió la velocidad con que se expandió por toda la región. Un año después se habían establecido desde Aluminé hasta Epuyén, invadiendo rápidamente tres provincias Patagónicas: Chubut, Río Negro y Neuquén.

Aspectos biológicos

Las chaquetas amarillas son avispas sociales que involucran varias hembras trabajando cooperativamente en la cría de la descendencia. El aspecto de la chaqueta es similar al de la abeja y aunque su cuerpo es de color amarillo y negro usualmente se las confunde. Los nidos o colonias de hasta cuatro mil individuos son construidos por una reina fundadora, fecundada en otoño que sobrevive al invierno bajo la corteza de un árbol u otro sitio protegido. Esos nidos, subterráneos o aéreos, son construidos en una pasta celulosa que las avispas elaboran con fibras vegetales. Los hacen en huecos o madrigueras ya construidos, o en paredes o altillos. Se alimentan con carbohidratos, proteínas y agua.

Sus hábitos necrófagos las hacen cohabitar con los humanos en áreas urbanas, alimentándose con desperdicios o comida desprotegida.

En lo que va del año hubo dos casos

El pasado 19 de febrero un cabo de la Prefectura Naval Argentina que se encontraba de servicio en Puerto Blest fue picado por una chaqueta amarilla y debió ser trasladado en helicóptero. Se le administró dos dosis de Decadrón y una vez en tierra fue ingresado en ambulancia al Sanatorio San Carlos, donde quedó internado. El damnificado se repuso favorablemente.

El 25 de abril se registró otro caso cuando un niño de 7 años sufrió la picadura de una chaqueta amarilla en la Península San Pedro. Jordan, fue llevado desde su casa en un vehículo particular que pasaba por el lugar y fue ingresado a la salita de la zona donde, casualmente, se encontraba un médico alergista. El niño logró recuperarse.

Fuente: El Ciudadano