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14/Sep/04 Insectos y otras especies invasoras se escapan del control en las Galápagos TEMAS: Biología, Zoología, Entomología, Insectos, galápagos, especies invasoras Solo tres personas revisan por turnos las toneladas de carga que abastecen a las islas Galápagos. El 80 por ciento de lo que consumen la población y los barcos de turistas sale en buques desde Guayaquil y, en principio, debe pasar por un riguroso control para prevenir la introducción de plagas que pudieran afectar al ecosistema de las islas. Pero los encargados de ese control únicamente "hacen lo que pueden". Siguen entrando insectos en la ecología de esta isla con una fauna y flora tan particulares. Jorge Carrera, uno de los tres verificadores del Sistema de Inspección de Cuarentena de Galápagos (Sicgal), pone todo su empeño en revisar la carga. Trabaja en el puerto de Timsa, al sur de Guayaquil, un hervidero donde los estibadores cargan los productos, los embalan y los meten a los barcos. Vestido con una pulcra camisa blanca en cuya manga izquierda se observa un logo del Sicgal, trata de que nada se le escape. Anota en una carpeta el número de bultos (quintales) que se transportarán para los 16.917 habitantes de las islas y los cerca de 4 500 turistas que ingresan mensualmente. "¿Para quién va esa carga", se le escucha decir, mientras verifica la lista de proveedores. Luego toma al azar un bulto, lo revisa y le pone el adhesivo de "inspeccionado". Su esmero y el de otros dos inspectores no ha evitado que 500 nuevas especies de insectos y casi 600 plantas hayan entrado a las islas desde 1996, según la Fundación Charles Darwin. De todos modos, Carrera intenta ser meticuloso con los 146.494 kilos mensuales de carga agrícola que van en los barcos San Cristóbal, Paola, Virgen de Monserrate y Marina 91, y que salen del Puerto. "Se hace lo que se puede", dice mientras examinaba unos embutidos el pasado jueves. A su alrededor, cerca de 12 camiones dejan la carga de 80 proveedores, mientras presurosos estibadores (cerca de 60) la bajan. Hay papas, sandías, zanahorias, productos lácteos, de picar, pero también colchones, anaqueles... Carrera sólo verifica la carga perecible (hortalizas frescas, hierbas, mariscos...). Debido a que Galápagos es un área protegida, los espacios de cultivos son controlados. Sólo se siembra banano, maíz, papa, lechuga, tomate, que abastece al consumo local. El resto se lleva del continente. El turismo es el principal consumidor. De hecho, la embarcación San Cristóbal, de propiedad del grupo Metropolitan Ética, del ex alcalde de Quito Roque Sevilla, transporta el 60 por ciento de su carga para el turismo y un 40 por ciento para los colonos. Ese día, Carrera decomisó tres cajas de naranjillas y ocho gavetas de zanahoria por no cumplir las especificaciones del Sistema de Cuarentena. También devolvió un cartón con 20 kilos de carne de cerdo de la compañía Ética. "Está prohibido llevar carne por la fiebre aftosa", dijo. Pero Gerardo Aguilera, gerente de Galápagos Cargo (Metropolitan Etica), argumentó que la carne congelada tiene un permiso especial. "Teníamos entendido que con permiso sí se la puede llevar. Es seleccionada", replicó Aguilera. En ese sitio, Carrera no sólo se bate con la carga —que en el caso de la embarcación San Cristóbal, el viernes pasado, iba con 1.150 toneladas—, sino con la inclemencia del tiempo. La temperatura del puerto bordea los 25 grados. "A veces es una ventaja... El gorgojo del arroz sale cuando la temperatura es muy alta", dice. Helmut Rogg, jefe del Área de Invertebrados Terrestres de la Fundación Científica Charles Darwin, cree que es necesaria la fumigación de la carga antes de meterla al barco. Eso lo sabe el técnico Carrera. "Es verdad, debe ser desinfectada, pero no podemos hacer nada. Nuestras condiciones de trabajo son muy limitadas". Fabián Zapata, experto de la Fundación Charles Darwin y uno de los autores del diagnóstico "Optimización del transporte para Galápagos", señala que el sistema de inspección no presta las garantías necesarias para evitar la contaminación. "La falta de control es crítica. No hay ningún filtro, y falta personal". Franklin Falconí, director del Sistema Ecuatoriano de Sanidad Agropecuaria (Sesa), dice que la falta de presupuesto impide la contratación de más técnicos para reforzar la verificación. El control se financia con el cinco por ciento del ingreso turístico (hasta 32.000 dólares al mes). Así se paga a los 32 inspectores en Guayaquil, Quito y las Galápagos. Cuatro barcos se encargan de transportar los productos que se consumen en las islas Galápagos. Ochenta proveedores de Guayaquil aparecen en un listado, pero 12 son grandes. Estos llegan al puerto de Timsa, con al menos dos camiones de insumos (maderas, colchones y hortalizas). Las empresas Ética, Canodros, Ecoventura, Quasar Náutica, entre otras, entregan los productos a los barcos turísticos de lujo, según datos del Sicgal. Otros abastecen en menor proporción a los supermercados, a las tiendas de abastos y a los restaurantes. Fausto Barrios y Guido Moreno, de la compañía Ecoventura, fueron los encargados de enviar el jueves pasado embutidos y queso especial para los turistas. "Enviamos lo mejor, pues los turistas son muy exigentes y le gusta todo fresco", dice Moreno. Añade que, por ejemplo, un barco de lujo se abastece con un promedio de entre 30 y 40 libras de camarón y 35 pollos semanalmente. Otro proveedor es Rodrigo Carrera, quien trabaja para la compañía Proinsular, que tiene un comisariato y una ferretería en Puerto Ayora. Su promedio semanal es de 800 bultos (quintales). Estas personas llegan al puerto de Timsa todas las semanas. Pero según Franklin Falconí, director de Sesa-Sicgal, los días del puerto de Timsa están contados, pues está por concluir la reconstrucción del puerto de la institución, a pocos pasos del Mercado Caraguay, lo cual permitirá una mejor inspección de los técnicos y una mejor atención al usuario. Fuente: elcomercio.com
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