11/Ene/05 Insectos de los frutales dan problemas en Nicaragua TEMAS: Biología, Zoología, Entomología, Insectos, Mosca blanca, Bemisia tabaci, Hemiptera, Aleyrodidae Los productores de Nicaragua deben cuidar sus cosechas de la mosca blanca, insectos que atacan todo tipo de plantas frutales. En el caso del tomate, la planta se puede quedar enana y se pone amarillenta. En los cítricos, las moscas adultas y las larvas debilitan la brotación y disminuyen el tamaño del fruto, además que pueden provocar la caída de las hojas. Pese a su nombre, en realidad esta plaga de insectos no es una mosca, pero es considerada como una de las más dañinas de las que existen, según estudios del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE) pues afecta gran cantidad de cultivos agrícolas y en todas partes del mundo. Existen varias especies, pero la más dañina es la llamada Bemisia tabaci (Hemiptera: Aleyrodidae). Ni siquiera tiene demasiado aspecto de mosca, pese a su nombre común, sino que es un insecto muy pequeñito que ya desarrollado alcanza el tamaño de la cabeza de un alfiler. Sus alas son blancas. Hay varios tipos de mosca blanca, pero los más frecuentes, además de la Bemisia, son la mosca blanca de los naranjos agrios (Aleurothrixus floccosus), la mosca blanca de los invernaderos (Trialeurodes vaporiorum) y la mosca blanca de las coles (crucíferas). Este insecto tiene forma de escama aplastada al adherirse a la hoja y se diferencia de otros insectos parecidos porque tanto la hembra como el macho tienen evolución completa y dan lugar a unas “mariposillas” muy pequeñas que son los adultos. Su tamaño es de unos dos milímetros de longitud y están recubiertas de un polvo fino que les da un color blanco lechoso. Son chupadores, con pico articulado y cuatro alas membranosas replegadas en forma de tejado. Tanto las moscas adultas como las ninfas o crías tienen en lugar de boca una especie trompa o agujita muy fina que meten en las hojas para chupar la savia a las plantas. Cuando hacen esto, las moscas adultas inyectan a las plantas un virus, provocando que el cultivo enferme. Como consecuencia, en el caso del tomate, la planta se puede quedar enana y se ponen amarillentas, con las hojas arrugadas, produciendo muy poco o nada. En los cítricos, el adulto y las larvas debilitan la brotación y pueden llegar a producir la defoliación debido a su acción chupadora, provocando la disminución del tamaño de los frutos. De forma indirecta propagan el desarrollo de hongos saprófitos como el Capnodium citri (negrilla) que puede cubrir las hojas reduciendo la actividad fotosintética y manchando el fruto. También promueve el desarrollo de otras plagas como cóccidos y ácaros, encontrando un ambiente idóneo entre la cera y la suciedad. Fuente: La Prensa
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