21/Mar/06 Insectos para hallar explosivos TEMAS: biología, zoología, entomología, insectos, Hymenoptera Las abejas británicas están compitiendo con las avispas estadounidenses para ocupar el puesto de detectoras ultrasensibles de olores; tienen poderes olfativos sorprendentes, pero apenas se explota dicha habilidad. Las abejas británicas están compitiendo con las avispas estadounidenses para ocupar el puesto de detectoras ultrasensibles de olores, con aplicaciones que incluyen oler explosivos, diagnosticar enfermedades y supervisar la calidad de la comida. Los insectos son igual de sensibles que los sabuesos pero pueden ser "entrenados" mucho más rápido que los perros en el reconocimiento de moléculas específicas. Durante décadas los científicos han sabido que los insectos tienen poderes olfativos sorprendentes, detectando moléculas en el aire en concentraciones por debajo de una parte por billón, pero sólo recientemente descubrieron formas de explotar dicha habilidad. En Reino Unido, una compañía llamada Inscentinel, cuya matriz es Rothamsted Research ubicada en Hertfordshire, al norte de Londres, ha estado trabajando durante cuatro años para utilizar a las abejas en la detección de vapor. En Estados Unidos, investigadores de la Universidad de Georgia están utilizando avispas parasitarias de un modo similar. Debido a que los insectos que vuelan libremente son difíciles de controlar, ambos equipos de investigación desarrollaron una tecnología para retenerlos en unidades portátiles de detección. Posteriormente, análisis de imágenes en computadora muestran, con base en su comportamiento, si las abejas pueden oler las moléculas. Los dos insectos pueden ser entrenados en unos cuantos minutos para que reconozcan una molécula en particular, utilizando el condicionamiento pavloviano. A las abejas o avispas se les alimenta con una solución de azúcar al mismo tiempo en que huelen el químico en cuestión que podría, por ejemplo, ser un explosivo fabricado por el hombre o un compuesto natural producido por comida en descomposición. La diferencia más obvia entre las dos posturas es que las avispas de Georgia vuelan libremente dentro del contenedor de "avispas sabueso". Un ventilador emite aire a través de un pequeño orificio; si la molécula específica está presente, los insectos se agrupan alrededor del orificio. Las abejas de Inscentinel, en contraste, están literalmente sujetas a pequeños arneses. Cada unidad de detección de Inscentinel contiene una "cinta" con tres abejas y una cámara enfocando las cabezas de los insectos. En presencia del olor al que se sienten atraídas, las abejas sacan su probóscide o lengua. Rachael Carson, gerente general de la compañía, señaló que los insectos normalmente pasan dos días dentro de la cinta y posteriormente son liberados para que regresen a su colmena, sin alteraciones o daños de ningún tipo. La principal fuente de financiamiento para ambos sistemas ha provenido hasta ahora del Departamento de Defensa y de organizaciones de seguridad. "Creo que la primera aplicación comercial será en seguridad", destacó la doctora Carson. "Hemos hecho estudios de campo con explosivos escondidos en automóviles y estamos por iniciar investigaciones para detectar explosivos en carga aérea". Inscentinel fundada por Oxford Technology Venture Capital Trusts también está trabajando en aplicaciones médicas, entrenando a las abejas para que huelan moléculas "marcadoras" producidas por bacterias determinadas y tumores. Un proyecto de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres pretende diagnosticar tuberculosis, y otro del hospital Amersham se centra en el cáncer de vejiga. Carson señaló que también existen aplicaciones prometedoras en la industria de los alimentos y bebidas, por ejemplo, para detectar el deterioro del jugo de naranja recién exprimido. El equipo de Georgia también está trabajando en aplicaciones de seguridad para su avispa sabueso, tales como detectar fugas en tuberías de químicos y toxinas naturales producidas por hongos, nueces y otros alimentos. Hasta ahora no se han publicado comparaciones entre los dos sistemas. No obstante, ambos equipos consideran a los perros rastreadores y a las "narices electrónicas" como su principal competencia. "Somos 100 veces más sensibles que la tecnología de la nariz electrónica", comentó Glen Rains de la Universidad de Georgia, "y entrenar a los perros implica seis meses y 15 mil dólares". Si los insectos rastreadores obtienen un nicho, las abejas tendrán su sitio. Fuente: El Universal
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