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NOTICIAS DE LA NASA
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Vida como la nuestra
En un universo extraño, nos apegamos a la búsqueda de vida como la nuestra
En el universo, la vida puede ser más extraña de lo que podemos imaginar. ¿Reconoceríamos vida alien si la viéramos?
Recientemente, los investigadores encontraron por primera vez agua en un mundo exterior a nuestro sistema solar, ofreciendo la evidencia más firme de que la vida como la conocemos puede existir en alguna otra parte del universo. A medida que los astrónomos continúan encontrando más planetas 246 según la cuenta más reciente girando alrededor de soles lejanos, el descubrimiento de agua en uno de ellos nos regala una cuota de esperanza.
Utilizando el Telescopio Espacial Spitzer, de la NASA (que costó 720 millones de dólares), Giovanna Tinetti y sus colegas en la Agencia Espacial Europea en París detectaron moléculas de agua en un planeta alejado 590 billones de kilómetros de la Tierra; ellos reportaron esta noticia recientemente en Nature. Este mundo, conocido solamente como HD 189733b, orbita una estrella en la constelación Vulpecula, una marca estelar tan lejana que su luz tarda cerca de 64 años en alcanzarnos.
En la atmósfera de este planeta gigante, el agua puede existir solamente como vapor en cielos hirvientes. Levemente más grande que Júpiter, el planeta se encuentra treinta veces más cerca de su estrella asociada que la Tierra del Sol, según dicen los científicos. Por lo tanto, su temperatura normal es de aproximadamente 1000° C.
"Nuestro descubrimiento demuestra que el agua puede ser más común en el universo de lo que se pensó hasta el momento", dijo Tinetti. "Espero que podamos encontrar agua en planetas menos hostiles".
El agua, crucial para el origen de la vida en la Tierra, ha dirigido la búsqueda de la NASA de vida en otros mundos por décadas. Las sondas espaciales han detectado océanos del agua congelada en Europa, una luna de Júpiter, y géiseres activos en Encelado, una luna de Saturno. Próximamente, la agencia espacial de los E.E.U.U. espera lanzar una sonda de 386 millones de dólares para buscar nuevamente agua en Marte.
Representación artística de un planeta extrasolar orbitando su estrella. Crédito: Lynnette Cook |
Los astrónomos esperaban que el agua también fuera abundante en los planetas extrasolares, pero su búsqueda había sido inútil hasta ahora.
Estas exploraciones extrasolares ponen a prueba el ingenio de los astrónomos. "No se puede ver realmente el planeta", dijo Heather Knutson, de la Universidad de Harvard, quien publicó el primer mapa térmico de un planeta extrasolar en Nature en mayo. "Lo único que puedes medir es la luz procedente del sistema".
Para detectar agua a 64 años luz de distancia, Tinetti y su equipo utilizaron el Telescopio Spitzer para medir variaciones minúsculas en las longitudes de onda de la luz infrarroja cuando el planeta al pasar delante de su estrella la eclipsa. "Lo que se hace es observar fijamente el planeta, detectar la variación de luz y medirla", dijo Sean Casey, del Centro Científico Spitzer de Caltech en Pasadena, California. Los científicos pudieron observar que para cada longitud de onda, una determinada cantidad de luz es absorbida por el planeta. El patrón de absorción indica la existencia de moléculas de agua.
68 observatorios en tierra y 18 satélites están escaneando cientos de estrellas en busca de signos de mundos alienígenas, según la Enciclopedia Online de Planetas Extrasolares. El más nuevo de estos observatorios, el telescopio espacial europeo Corot (con un costo de 413 millones de dólares), ha descubierto su primer planeta en mayo.
Los astrónomos han catalogado una feria de "fenómenos" planetarios, entre los que se incluye un Goliat 17 veces más grande que Júpiter y una colección de gigantes gaseosos tan cercanos a sus estrellas que describen una órbita alrededor de ellas en un día, comparado con los 88 días que le toma a Mercurio, el planeta más rápido de nuestro sistema, circundar el sol.
De acuerdo a las estimaciones realizadas el año pasado por los investigadores que trabajan con el Telescopio Espacial Hubble, puede haber seis mil millones de estos planetas calientes. Es inverosímil que alguno de ellos albergue vida, dijo Tinetti. En 2009, la NASA planea lanzar un telescopio espacial de 550 millones de dólares, llamado Kepler, capaz de encontrar planetas más pequeños, de un tamaño similar al de la Tierra.
Nuestro conocimiento del universo que llamamos hogar y la búsqueda de mundos acuáticos hospitalarios con la vida se está ampliando casi tan rápidamente como el cosmos en sí mismo.
Observa el cielo cualquier noche en pleno verano y piensa en la inmensa bóveda de estrellas. Todavía reverbera en ella la gran explosión que la creó hace 13.700 millones años. Con la comprensión científica actual, podemos saber que contiene mayormente una materia que no podemos ver ni tocar: la materia oscura, que sólo puede medirse indirectamente.
Los agujeros negros absorben galaxias enteras. Los estallidos de rayos gamma liberan más energía en un centelleo que nuestro sol en mil millones de años. Y las explosiones de supernovas dispersan elementos, como si fuesen polen, en el viento estelar.
Frente a tanta extrañeza, la naturaleza humana busca rasgos familiares. Con el objetivo de encontrar vida extraterrestre, pero abandonando la asunción de que los organismos alienígenas utilizarían la misma arquitectura bioquímica que la vida en la tierra, un comité de investigación ha sido impulsado recientemente.
"Está claro que nada sería más trágico en la exploración del espacio que encontrar vida alienígena y no poder reconocerla", dijo John Baross, oceanógrafo de la Universidad de Washington y presidente del Consejo Nacional de Investigación. Este Consejo publicó recientemente un informe titulado "Los Límites de la Vida Orgánica en Sistemas Planetarios".
La vida, según el comité que redactó el informe, podría surgir en mares de metano líquido, en ríos de amoníaco, o en cavernas de nitrógeno congelado.
No obstante, nosotros observamos anhelantes el espejo del cosmos; como solitarios corazones que esperan descubrir los débiles rasgos de su propio reflejo.
Autor: Robert Lee Hotz
Traducido al español por Leonardo Montero Flores
Fuente: http://online.wsj.com
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