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11/abr/02




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Los científicos están reunidos en Buenos Aires para pasar revista a las posibilidades actuales y desarrollos futuros de la información espacial. La cita es cada dos años y es la primera vez que se hace en América Latina. En la nota, un reportaje a Ghasse Asrar, administrador asociado de la NASA. 

La Tierra, vista desde el espacio

(La Nación, del 8 de abril) Cuando habla sobre las posibilidades de la tecnología satelital, aunque está a metros del Obelisco los ojos de Ghasse Asrar se iluminan como si se asomara a la Tierra desde un balcón imaginario situado a varios kilómetros de altura y varios años en el futuro. Es que, para el administrador asociado de la NASA, que esta semana se encuentra en Buenos Aires para participar del 29° Simposio Internacional sobre Teleobservación del Medio Ambiente, el conocimiento que ofrece la detección de los signos vitales del planeta no sólo es fundamental para determinar cómo están cambiando la atmósfera, la tierra y los océanos, sino que merece un esfuerzo internacional mancomunado.

Asrar, que nació en Persépolis, Irán, pero vive en los Estados Unidos desde la adolescencia, es físico especializado en ciencias atmosféricas. Hasta el viernes, él y más de trescientos especialistas argentinos y extranjeros pasarán revista a las posibilidades presentes y futuras de la teleobservación en la reunión organizada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).

—Doctor Asrar, ¿actualmente cuántos satélites de la NASA estudian la Tierra desde el espacio?

—En este momento tenemos 15 aparatos en órbita, sin incluir los meteorológicos, que construimos para la National Oceanic and Atmosferic Agency (NOAA). Este año lanzaremos otros tres, con lo que llegaremos a un total de 18. Y para 2004 tendremos 24 satélites de investigación en órbita. Será la primera vez en la historia de la humanidad que poseeremos una red tan vasta de satélites. Podremos examinar prácticamente todos los aspectos de la Tierra desde el espacio, algo que nunca hubiéramos podido imaginar.

—¿La investigación satelital está creciendo en importancia?

—Absolutamente, absolutamente... Y por muchas razones: primero, hay partes de la Tierra que no se pueden explorar por medios convencionales. La Antártida, por ejemplo, es muy difícil de estudiar a pie o en barco; sólo es accesible un número limitado de meses. Sin embargo, desde el espacio, puede estudiarse todo el día, todos los días, en todas las estaciones. Los océanos cubren las dos terceras partes del planeta y nos llevaría años explorarlos, incluso utilizando todos los medios disponibles. Desde el espacio podemos observar todos los océanos en un solo día. Y lo mejor de todo es que podemos hacerlo sin perturbar los sistemas terrestres.

—¿Qué nuevas instantáneas del planeta podrán obtener los satélites del futuro?

—Permítame explicarlo desde un punto de vista práctico. Hay varios temas que queremos entender a través de los estudios satelitales. Uno de ellos es cómo se forman las nubes, cuál es el papel de las partículas suspendidas que sirven como núcleos para la formación de gotitas de agua. Desarrollamos instrumentos con láseres que por primera vez nos ofrecen un registro de la estructura vertical de la atmósfera y estamos aprendiendo que, dependiendo del origen de esas gotitas, pueden formarse nubes calientes que no precipitan. Es lo que ocurre en el Sahara. El polvo que se libera de la superficie terrestre forma nubes, pero el núcleo es tan caliente que no llueve. Otro sistema que nos interesa es el de los océanos. Ellos son básicamente la máquina de calor del clima terrestre. Precisamente el transporte de energía entre los trópicos y el polo es lo que crea las estaciones.

—¿Qué aplicación tendrán estos conocimientos?

—Hay tres áreas emergentes que beneficiarán muy claramente nuestra vida diaria. Una es la predicción meteorológica. Hoy podemos predecir el clima con tres a cinco días de anticipación y con una exactitud del 80%. Creemos que en esta década mejoraremos a más del 90%. Nuestro objetivo estratégico es extender la predicción meteorológica a entre siete y 10 días, con un 80% de aciertos. Es fácil imaginar la importancia que tendrá esto. Es más, intentaremos predecir el clima hasta con un año de anticipación: sabremos si el próximo invierno será más frío o más cálido que los de los últimos diez o veinte años, si habrá más lluvias o menos...

—¿Pero... se puede?

—Sí, y creemos que será en esta década. Es más, ya lo estamos haciendo experimentalmente. Y también estamos trabajando en la predicción de desastres naturales, como las erupciones volcánicas y los terremotos. Esta es una meta de largo plazo, tal vez para dentro quince o veinte años.

—¿Qué planes conjuntos tienen la NASA y la Conae?

—Para la próxima década estamos proponiendo estudiar la salinidad oceánica, un factor esencial para el transporte de calor en los océanos: el contenido de sal determina cuánto calor transporta el océano local, regional y globalmente. Esta información, entre otras, hará posible pronosticar el clima con un año de anticipación. Quiero decirle que estamos muy contentos de nuestra cooperación con la Conae. Los científicos argentinos están trabajando con las mejores mentes del mundo. Y la prueba es que todas esas naciones han elegido venir a Buenos Aires para celebrar los éxitos de su programa espacial. Esta es una muestra del liderazgo de la Argentina en estos temas.