27/Abr/04
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El hombre lobo existió: libro y película sobre el psicópata de Allariz
(ElMundo.com) El personaje que más pelos como escarpias ha puesto sólo con la dicción de su nombre, ha
resucitado para explicar su propia leyenda a través de Alfredo Conde; el escritor que se ha atrevido a entrar en la piel
del "Hombre del Saco" [¿el viejo de la bolsa?] para perfilar su trayectoria sangrienta. Romasanta. Memorias
inciertas del Hombre Lobo (Destino), relata con todo detalle la figura de este psicópata, que fue tan real en vida
como en las pesadillas de todo sueño infantil.
Matar por dinero
Película y libro salen a la luz casi al mismo tiempo, para rescatar hasta el último resquicio de la mente de un personaje
altamente cinematográfico, por ser tan espeluznante y sobre todo, tan real. A finales de mes y en el Festival de Málaga
se estrenará el largometraje inspirado en la novela de Alfredo Conde. Una superproducción con presupuesto americano,
dirigida por Paco Plaza y protagonizada por Jhon Sharian, Elsa Pataky y Julian Sands. Los personajes, los hechos e
incluso los diálogos son tan reales que a más de uno le costará dormir tras leer su historia confesada en forma de
autobiografía.
Todo ocurrió tal y como se cuenta, en el pueblo gallego que se hizo popular gracias al peor vecino que te puede tocar:
el Hombre-lobo de Allariz (Ourense, España). Al menos, eso fingía ser Manuel Blanco Romasanta para exculpar su
afición carnicera motivada simple y llanamente por el robo. Si este amable y seductor señor se dedicaba con total
tranquilidad a despellejar y vaciar a sus víctimas para vender su manteca y sus pertenencias, era sólo por dinero. Y si
después dedicaba los restos al gaznate de los lobos del lugar, era porque formaba parte del personaje que fingía ser en
aquella sociedad supersticiosa e ignorante de entonces.
Un seductor muy peligroso
Al entender de Alfredo Conde, y tras haberse documentado hasta las cejas y haberse puesto en la piel del psicópata, en
la cabeza de Romasanta no hubo ni rastro de chaladura, sino más bien el vacío gélido que deja la falta de moral. Era un
hombre muy inteligente que organizaba sus asesinatos con el único fin de lucrarse: "tenía que sembrar dudas y lo hizo
maravillosamente”, dice el autor, así que cuando fue detenido convenció a todo el mundo de su condición de licántropo.
El Saca Mantecas cambiaba hábilmente de identidad y personalidad; huyó y se fue camuflando mientras dejaba un rastro
mortífero por donde pasaba. Sólo pudieron demostrarse nueve de sus múltiples asesinatos: las de las hermanas y los
hijos de Bárbara García. El propio tatarabuelo de Alfredo Conde intervino en el caso como médico de esta historia que,
ocurrida a mediados del siglo XIX, ha sobrevivido en el tiempo de boca en boca aunque nunca la leyenda superó a la
realidad.
El identikit
Gracias a las descripciones antropométricas y la reconstrucción de su calavera, se pudo hacer un retrato robot que
insinúa el rostro de este productor de miedo. No medía más de metro y medio, era un poco calvo y con algo de barba.
Era guapo, de buena presencia y tenía una mirada franca. Resultaba incluso un poco afeminado en las formas, pero
enamoraba a las mujeres con su labia y habilidad personal. Leía mucho y ocultaba con su grata presencia la mente
retorcida y calculadora que urdía muertes rentables.
Su magnetismo era tan poderoso que fue el único hombre juzgado en el mundo por ser un bestia asesina, sin quererlo. El
pobre. La prensa del momento creyó su espectáculo y presionó hasta tal punto a Isabel II que el caso terminó con la
revocación de la sentencia. A día de hoy, todavía no se sabe a ciencia cierta dónde y cuándo murió Manuel Blanco
Romasanta.