5/Jun/04
Microbios extremos viven juntos y colaboran (Axxón) Richard Hoover, cazador de extremófilos, es un microbiólogo del Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA que busca en los sitios más inhóspitos para encontrar formas de vida que prefieren los extremos: calor que quema, frío congelante, sal, alcalinidad, falta de luz. Y como otros investigadores que exploran los límites de vida en nuestro planeta, Richard ha encontrado una sorprendente variedad de especies que van desde simples bacterias hasta plantas y animales. Este microbiólogo revisa las minas profundas bajo la capa helada de Alaska y Siberia, las altas montañas de la Antártida y en los fondos salados alcalinos del lago Mono en California. Y ¿qué es lo que encuentra? Vida. En abundancia. Ahora ha descubierto que las especies de extremófilos dependen unas de otras para subsistir, de una manera muy semejante a como lo hacen los habitantes de los entornos normales y, por supuesto, los humanos. "La diversidad de vida de la Tierra supera el entendimiento humano", se maravilla Hoover. Existen cientos de miles de especies de plantas verdes. Tan sólo las algas verdes se encuentran en miles de variedades diferentes, nos dice. Hay millones de especies de animales. Se han clasificado más de 6.000 especies de bacterias y 3.600 de virus. Los investigadores sospechan que hay más de un millón de especies de hongos, aunque sólo se han identificado unos 70.000. Pocas (y quizá ninguna) de estas especies vive en total aislamiento. Dependen de unas de otras. Las plantas utilizan la luz solar, el bióxido de carbono y algunos minerales para crear compuestos orgánicos (azúcares, proteínas, grasas, etc.) Los animales usan estos compuestos para sus propias necesidades. Cuando los animales mueren, se convierten de nuevo en minerales y bióxido de carbono, y el ciclo se renueva. La cooperación entre las especies es muy común. Por ejemplo, el Loro Gris Africano tropical come frutas de los árboles y, por razones que nadie entiende (estos loros no vuelan) arrojan lejos del árbol trocitos de fruta que contienen semillas. Esto ayuda a los árboles a propagar sus semillas y reproducirse. Existen muchos otros casos documentados de animales que ayudan a la propagación de plantas a través de sus excrementos. ¿Pero se aplica esto también a formas más simples de vida que se encuentran en ambientes extremos? ¿Ellas también muestran semejante estilo de vida interdependiente? La NASA está interesada en estas cuestiones porque le han encargado que explore la vida en el Universo. Muchos científicos creen que las primeras confirmaciones de señales de vida fuera de la Tierra sobre Marte, dentro de cometas, o en los sospechosos océanos de Europa sean de formas de vida unicelulares como bacterias, arquea, o diatomáceos más que de especies complejas. Para la misión de la NASA, es vital entender cómo viven estas especies en condiciones extremas. Hoover y la microbióloga Elena Pikuta, de la Universidad de Alabama en Huntsville, están trabajando para responder algunas de estas preguntas mediante el estudio de formas de vida en el lago Mono de California. Recientemente anunciaron el descubrimiento de una tercer especie nueva de bacteria, Desulfonatronum thiodismutans, que vive en el lago, en la revista International Journal of Systematic and Evolutionary Microbiology. Las tres nuevas especies halladas por Pikuta y Hoover son extremófilos. Las bacterias se desarrollan en el lodo oscuro del lago Mono, desprovisto de oxígeno, con tres veces mayor salinidad que el agua de mar y una alcalinidad que se aproxima a la de la lejía. Esta tercer especie hallada es especialmente interesante por el nicho que ocupa en la ecología extrema del lago. La bacteria obtiene su energía del azufre y otros compuestos inorgánicos. No requiere de la luz solar o de otros materiales orgánicos para desarrollarse y es un tipo de organismo conocido como quimiolitótrofo. Las dos especies halladas previamente por Hoover y Pikuta, Tindallia californiensis y Spirochaeta americana, también son extremófilos del lago Mono, pero se alimentan de materiales orgánicos. Estos organismos son conocidos como organótrofos. Juntos conforman una muestra de vida vinculada e interdependiente, aún en condiciones extremas. Por ejemplo, D. thiodismutans obtiene su energía del hidrógeno y los compuestos de azufre en los minerales del lodo del lago. A partir de éstos forma azúcares y otros materiales orgánicos. T. californiensis puede consumir aminoácidos simples y otros productos químicos y también produce compuestos orgánicos complejos como azúcares, proteínas, grasas, etc. S. americana ingiere los compuestos orgánicos complejos y segrega hidrógeno y otros gases. Cuando muere, se convierte en minerales y se completa el ciclo. A diferencia del ciclo planta-animal de nuestro ambiente "normal", este ciclo bacterial no necesariamente requiere de energía visible de la luz solar para realizar la fotosíntesis. Puede sustentarse enteramente con la energía química de las reacciones. De manera que en la oscuridad, en ambientes extremos, la vida parece desarrollar los mismos hilos interdependientes, con las diferentes especies ubicadas cada una en un nicho que les permite desarrollarse. Algún día, quizá, se puedan encontrar formas de vida como éstas en otros mundos. El trabajo de Hoover y Pikuta nos está diciendo que si encontramos una especie, debemos buscar más. A los extremófilos, como a cualquier otra forma de vida "ordinaria" no les gusta estar solos.
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