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18/Jun/04




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Sir John Sulston, premio Nobel de Fisiología o Medicina 2002: "La ciencia puede hacernos cambiar"

Según el protagonista del Proyecto Genoma Humano, la investigación ofrece una ética. Está en Buenos Aires para presentar su libro. Fue invitado por el British Council.

(La Nación, por Nora Bär) De visita en Buenos Aires desde hace dos días, el premio Nobel de Fisiología o Medicina 2002 sir John Sulston disertó, mantuvo encuentros con investigadores, respondió a las preguntas de estudiantes, lanzó afirmaciones provocativas y dejó en claro que su laboratorio de investigación ya no es el de la mesada y los tubos de ensayo, sino el del mundo de las ideas: "Elegí no seguir investigando, sino explorar los aspectos sociales de la ciencia. Mi libro [El hilo común de la humanidad, Editorial Siglo XXI, de John Sulston y Georgina Ferry] es un intento de contribuir a la discusión", adelanta.

—En estos días subrayó repetidamente que no está de acuerdo con el mercado libre. ¿En qué sentido?

—El mercado es un buen sirviente, pero un mal amo. Y por buen sirviente quiero decir que podemos usarlo localmente, entre gente que tiene cierta equidad, como una forma de distribuir bienes. Funciona bastante bien para eso. Pero como un amo, que utilizamos globalmente para determinar decisiones éticas sobre cómo nos relacionamos entre grupos de seres humanos, es malo.

—Para usted existe algo así como una "religión" del mercado. ¿No es la ciencia, a veces, una suerte de religión?

—Puede serlo. Y creo que tenemos que preocuparnos de no elevarla a ese punto. No critico el mercado libre, sino el fundamentalismo de pensar que la moralidad de la existencia humana está establecida por el mercado. No creo que eso esté bien. En ese sentido, creo que existe una teología del mercado. Del mismo modo, si se piensa que lo único que importa es la investigación, y que podemos hacer cualquier cosa que queramos, siempre que se llame ciencia, yo digo "no, está mal". La ciencia ofrece una moral: exige calidad, estar abierto a los comentarios de los demás y a sus críticas, y establece una relación horizontal entre estudiante y profesor. La moral de la ciencia, como yo la entiendo, se basa en aceptar que "aquí" ocurre algo enormemente valioso e importante, y queremos seguir haciéndolo.

—En su libro escribió que, aunque su padre fue un pastor anglicano, abandonó la fe en la adolescencia. ¿No hay lugar para la fe en la ciencia?

—Yo llegué a la conclusión de que no estoy muy interesado en discutir si Dios existe. Y la razón es totalmente práctica: creo que es muy posible para nosotros vivir bien simplemente poniéndonos de acuerdo en disentir acerca de la existencia de Dios. Si uno es ateo vive bajo la presunción de que su vida se termina con la muerte. Si uno cree en Dios, bajo la suposición de una continuación de su ser después de la muerte. Pero todo eso es después de la muerte. En la vida antes de la muerte, tenemos que ponernos de acuerdo sobre una moral común. Y precisamente no hay mucha diferencia entre la gente que funda su moral en la ciencia y la que funda su moral en la religión. Con pequeñas salvedades, compartimos una moral común. Sean religiosos o no, hay quienes piensan que hacer la guerra es una buena idea. Con ellos sí tengo diferencias. Eso está en contra de una moral humana. Y también de nuestra supervivencia.

—Se habló mucho del "fin de la historia". ¿Llegará un día en que hablaremos del fin de la ciencia?

—No creo, por lo menos en el futuro previsible. Estamos ocupando una parte tan diminuta de nuestro entendimiento, somos tan recientes, hemos explorado una porción tan pequeña del mundo... Es verdad que nuestras mentes pueden remontarse a los confines del universo, pero hasta que empecemos a viajar por allí, habrá mucho más para aprender. Creo, por otro lado, que tampoco llegó el fin de la historia. Es muy obvio para mí que tenemos que desarrollar una relación mucho más sutil entre todos los miembros de la humanidad. Y creo que podemos hacerlo.

—¿Se puede hacer buena ciencia con pocos medios?

—En la mayor parte de las disciplinas necesitamos recursos, pero lo que sí creo que hay que tener es una masa crítica de colegas. Es muy raro que alguien pueda hacer algo importante solo, se necesitan colegas con los cuales intercambiar ideas. Hay que tener un centro de excelencia. Lo que yo enfatizo es que cualquier país en principio puede alcanzar ese nivel enfocando sus recursos en un pequeño número de centros. La India, por ejemplo, lo hace. Creo que hay que insistir en esto y no desesperar. Insistir en la excelencia, porque si no la gente se va. Y entonces el país pierde.

—¿La ciencia puede hacernos cambiar, filosóficamente hablando?

—Aunque podría decirse que la ciencia no altera las grandes cuestiones, ciertamente lo hace, porque cambia el marco dentro del cual nos hacemos las preguntas fundamentales, es una contribución enorme a nuestra forma de ver el mundo. Pero no sé cuál es el camino, estoy tratando de aprender y encontrar las respuestas.

—Entonces, tal vez recibirá otro Nobel...

—No busco otro Nobel, pero si ayuda a encontrar la paz, valdrá al pena.

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