5/Jul/04
Los robots se vuelven sensibles La piel electrónica podría otorgar a las máquinas un sofisticado sentido del tacto. (Nature) Los robots están a punto de percibir más sensaciones. Una piel electrónica tan sensible como la nuestra está siendo desarrollada por científicos del japón. "El reconocimiento de la información táctil será muy importante para las futuras generaciones de robost", dijo Takao Someya en la Universidad de Tokio, quien desarrolló la piel. Un sentido del tacto podría ayudarlos a identificar objetos, llevar a cabo tareas delicadas y evital colisiones. Pero mientras que los esfuerzos han derivado hacia el reconocimiento de voz para robots, la sensibilidad táctil es aún rudimentaria. En el caso de los humanos, la piel contiene un conjunto de receptores que producen señales nerviosas cuando son presionados. Para presiones débiles, los sensores principales son pequeños bulbos de tejidos en capas llamados corpúsculos de Meissner. Su comportamiento es imitado en plásticos como el fluoruro de polivinildeno (polyvinylidene fluoride) que genera un campo eléctrico cuando es apretado, y es usado para fabricar pads poara computadoras sensibles a la presión para teclados y otros dispositivos disparados por presión. Pero para que la piel electrónica tenga un auténtico sentido del tacto, necesita no sólo el sentido de la presión, sino localizar dónde es aplicada. De modo que la piel debería estar recubierta de un banco completo de sensores individuales, cada uno de los cuales debería enviar una señal al ser presionado. Someya y sus colegas han cableado una de estas pieles electrónicas. Ésta consiste en una lámina de plímero similar a la goma, impregnada con escamas de grafito conductivo eléctricamente. La resistencia eléctrica de la lámina cambia cuando es presionada, y estos cambios son detectados por una matriz de transistores bajo la piel. La clave del desafío será hacer de este dispositivo algo verdaderamente flexible, de forma que se comporte como piel real y pueda cubrir las extremidades del robot. A pesar de lo pequeño de los transistores convencionales, Someya y sus colegas los han fabricado con un material orgánico llamado Pentaceno (pentacene). El array de sensores es una grilla de 32 x 32 transistores, cada una de 2,5 milímetros de lado. Los científicos creen que sería posible achicar estos transistores unas cien veces de ser necesario. Más información:Nota completa en Nature Inteligencia artificial: A la búsqueda del sentido común |
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