6/Jul/04
Publicaciones recibidas: Sherlock Holmes y la Sabiduría de los muertos, de Rodolfo Martínez
Existe un subgénero que abreva de otros y se ha convertido con el tiempo en algo bastante popular. Me refiero a lo que en el mundo de la historieta se denomina Crossover. Este formato ha tenido bastante éxito en el cine y la tv, y desde luego en la historieta. Así, Batman conoce a Spider-man o al Avispón verde, y Allan Quatermain puede invocar la Liga de los Caballeros Extraordinarios, por citar unos pocos ejemplos. En el campo literario, sin embargo, este subgénero no ha tenido la misma aceptación. Los puristas siempre han terminado por calificar de "pasticho" cualquier intento de combinar las presencias de dos personajes de universos diferentes. Y alguna razón tienen: para hacerlo, es necesario transitar un sendero fino y sinuoso, a fin de no traicionar ya no una, sino dos novelas o más. Este desafío se complica mucho más cuando el ciclo elegido es un clásico que resistió exitosamente el escrutinio obsesivo de lectores, críticos, y estudiosos. En este orden, Rodolfo Martínez Rudy para el fandom español, a quien conocimos en novelas como Tierra de Nadie: Jormungand y la más reciente El sueño del Rey Rojo eligió meterse con el mito de Sherlock Holmes. Y salió muy bien parado. De hecho, mereció el premio Asturias de Novela en 1995 precisamente por La sabiduría de los muertos. Tal vez convenga aclarar que, quien escribe, no es experto en Holmes ni en ninguno de los otros universos que Rodolfo Martínez decide "invitar" a participar de los diversos relatos que componen este volumen, de modo que mal puedo entrar en la discusión del detalle. A pesar de ello, las aventuras del gran detective no me son ajenas y, de hecho, amenizaron buena parte de mi adolescencia. Lo he disfrutado y lo he aprendido a considerar un personaje mítico, casi real. Por tanto, mi exigencia a Rodolfo Martínez era simple: lo único que yo quería era volver a tener trece o catorce años mientras leía estas páginas y disfrutaba de la aventura. Este objetivo se cumple holgadamente, de modo que poco a poco también le exigí una férrea coherencia con mi recuerdo de Sherlock Holmes y de los otros personajes que aparecen en la novela. Y esto también se cumplió. A lo largo de los relatos, uno va entendiendo que Rodolfo Martínez se toma muy en serio esto de hacer "pastichos" o "crossovers", y que esa seriedad investigativa se nota a lo largo del libro, sin por eso empobrecer las expectativas de aventura. El volumen editado por Bibliópolis Fantástica comienza con una introducción en la que se nos relata el descubrimiento de nuevos archivos del doctor John Watson (ya se sabe: el biógrafo y mano derecha de Sherlock Holmes) y que estos papeles llegaron a manos de Rodolfo Martínez. Tan en serio se toma el autor esta premisa, que luego (al final) nos regalará una serie de notas de traductor que no tienen desperdicio. Al parecer, no todos los papeles quedaron en poder de Martínes ya que otro gran autor español de CF, Rafael Marín, se despachará muy pronto con Elemental, querido Chaplin, otro crossover, del que esperamos tener noticias. Abren las ficciones (sobre las cuales conviene decir poco, pues cualquier dato puede arruinar la experiencia del lector) la novela corta que da título al libro. En ella, Holmes se las tiene que ver nada menos que con los mitos de Cthulhu. Martínez aprovecha el relato para hacer guiños a otras tantas obras literarias y personajes, de forma casi lúdica. El relato no está excento de intriga y está muy bien ambientado. Sigue un cuento "Desde la tierra más allá del bosque", donde el universo invitado es el que construyera Bram Stoker con Drácula. El relato cobra ritmo merced al recurso de intercalar porciones de los relatos de Watson con el diario de John Seward (psiquiatra y discípulo del profesor Van Helsinbg). Este relato es más convencional y predecible que el anterior, pero mantienen el interés de punta a punta. El último cuento, "La aventura del asesino fingido", se nos presenta a Watson y al inspector Lestrade trabajando en yunta. Si bien no es un desafío a la capacidad de deducción del lector (y el título colabora en esto), merece la pena. Uno de los méritos de Martínez, que se mantienen a lo largo de toda la obra, es haber rescatado el lado más humano de los personajes. Esto habla a las claras de la sólida construcción de los personajes que le habrá causado más de un dolor de cabeza. Otro de los desafíos ante los cuales Martínez no se achicó es el de responder las grandes incógnitas holmesianas. Creo que lo hizo bien, pero de eso tendrán que hablar quienes conocen al personaje mejor que yo. Estas dos cosas constituyen el aporte original de Martínez y hacen valioso este volumen. Para finalizar, una curiosidad. Martínez no reniega de antecedentes en esto de cruzar a Holmes con otros personajes (históricos o creados por la imaginación de algún escritor). De entre ellos, destaca Elemental, Dr Freud de Nicholas Meyer. Las notas de traducción de La sabiduría... citan un último manuscrito incompleto de Watson, en el que aparece nada menos que Jorge Luis Borges. Resulta curioso que en 1997, un autor argentino se propusiera un encuentro parecido (con suerte dispar, es justo admitirlo), aunque al parecer sucede varios años antes del que propone Martínez. En El dilema de los próceres, de Jorge Fernández Díaz, Holmes visita Buenos Aires de la mano de otro Borges: un apócrifo José Luis Borges, presuntamente relacionado con el gran escritor argentino. En síntesis, quien haya disfrutado de los relatos de Conan Doyle, econtrará que vale la pena darse una vuelta por estas nuevas aventuras. Nota aparte merecen la estupenda edición de Bibliópolis y la ilustración de tapa, que podrán vislumbrar en esta misma página. Alejandro Alonso para Axxón y Garrafex News. Más información:Sherlock Holmes y la Sabiduría de los muertos en Bibliópolis Fantástica |
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