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21/Jul/04




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Metales: indígenas argentinos los trabajaban antes que los incas

Así lo indica un trabajo arqueológico realizado por la Universidad de Buenos Aires. Las excavaciones comenzaron hace quince años. Se trata de un taller de producción de objetos de bronce ubicado al nordeste de Catamarca, del cual los investigadores analizan los desechos metalúrgicos. En el sitio se inventaron técnicas y se sistematizó la producción.

(La Nación) El modelo de estudio del desarrollo de la metalurgia en la región andina atribuye a los Andes peruanos la cualidad de ser el "centro inventor" desde el cual las técnicas y los productos se distribuyeron a los pueblos de la región.

Sin embargo, investigaciones arqueológicas en las entrañas catamarqueñas de los Valles Calchaquíes pueden matizar la historia: el hallazgo de un taller de metales demostraría que la metalurgia se desarrolló en el noroeste argentino (NOA) de forma independiente.

"El NOA fue considerado históricamente como una especie de «patio trasero» en la producción metalúrgica andina, lo que empezamos a discutir hace 15 años ya que no podía ser que se conocieran tantos metales, entre ellos los que registró [Juan Bautista] Ambrosetti, sin que nunca nadie hubiera encontrado el lugar en el que se fabricaban", explica el doctor Luis González, investigador del Departamento de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Desde 1986, con la dirección de la doctora Myriam Tarragó y la colaboración del Departamento de Materiales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), un equipo de arqueólogos del Museo Etnográfico de la UBA estudia los restos del Sitio 15, una reserva arqueológica prehispánica ocupada allá por el año 900, en el valle de Santa María, al nordeste de Catamarca.

Conocido como Rincón Chico, allí existió un extenso poblado ocupado por los indios calchaquíes y anexado al Imperio Inca en el siglo XV. Lo que observaron los investigadores, y no sería casual, es que el trazado de la ruta incaica pasa junto al borde de este taller de fundición de bronce.

"A los incas les interesaban muchísimo los metales porque tenían un fuerte contenido simbólico y los talleres eran muy importantes para su economía —explica González, doctor en metalurgia prehispánica—. El inca era hijo del Sol y de la Luna, representados por el oro y la plata, y el bronce era un bien popular y muy importante para el movimiento económico del imperio."

Mientras que el oro y la plata quedaban en el Cuzco, asiento de la dinastía inca, los objetos de bronce se obsequiaban a los jefes (curacas) de los pueblos anexados. El primer artículo científico sobre el uso que los indígenas del NOA le daban al bronce apareció en 1904. Su autor fue Juan Ambrosetti, "padre" de la arqueología argentina y fundador del Museo Etnográfico (Moreno 305, Capital). Sesenta años más tarde, el doctor Alberto Rex González organizó cronológicamente las evidencias, dando el puntapié inicial al cuestionamiento del modelo vigente de la metalurgia andina.

Desechos muy valiosos

Una peculiaridad del trabajo en arqueometalurgia es que la información más valiosa está en lo que los arqueólogos llaman "basuras características", como los restos de minerales y de escorias.

Las muestras de moldes y crisoles halladas suelen tener una película interior que las caracteriza. "Los indígenas pintaban los moldes con apatita, una sustancia de fosfato de calcio fabricada con huesos calcinados y molidos para evitar que se pegara el metal —explica González, mientras un valioso fragmento gira entre sus dedos—. Este recubrimiento fue redescubierto en Europa por los fundidores del siglo XIX... ¡Y ya lo usaban los indígenas del NOA!"

Para determinar la antigüedad aproximada de cada pieza, el equipo de arqueólogos dirigido por la doctora Tarragó combina los fechados radiocarbónicos (con Carbono catorce) con la información cultural disponible. "Por suerte, tenemos bien calibrados los estilos cerámicos de Rincón Chico y según la iconografía de la alfarería podemos estimar una fecha", agrega en una pequeña oficina del Museo Etnográfico que tiene las paredes cubiertas hasta el techo con carpetas y cajas con información.

Las pruebas se realizan en el Laboratorio de Tritio y Radiocarbono (Latyr) de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata-Conicet. La CNEA aporta el conocimiento sobre el manejo de los metales y la reproducción en laboratorio de las técnicas indígenas.

Con la publicación de todos estos datos del taller de Rincón Chico en los Anales de Etnología y Arqueología de la Universidad de Cuyo, una revista de la Sociedad Argentina de Antropología, el boletín del Museo del Oro (Colombia) y la revista del Instituto de Estudios en Arqueometalurgia del Reino Unido, entre otros, como también en congresos internacionales, la metalurgia del NOA comenzó de a poco a ser tenida en cuenta.

La prestigiosa especialista en metalurgia prehispánica, doctora Heather Lechtman, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Cambridge, reconoció hace poco que en el área sur andina (la Argentina y Chile) "hubo un proceso particular".

El más importante

Si bien se afirma que el bronce llegó al NOA desde Tiwanaku, en Bolivia, "lo que estamos viendo es que nuestros fechados son anteriores —dice González, con inocultable orgullo—. Es probable que sea un invento local y aun que haya viajado hasta allá. Lo interesante es que a esta altura el taller del Sitio 15 es el más importante de toda la historia prehispánica de los Andes."

¿Qué aporta este hallazgo? "Aumenta el conocimiento general porque discute los modelos totalizadores en los que la difusión de un invento se produce a partir de un grupo de seres inteligentes y de otros que reciben -agrega-. Acá se inventaron técnicas con total independencia de los centros creadores, como Perú."

Muchas de las evidencias encontradas a sólo 30 centímetros de profundidad son piezas elaboradas con técnicas complejas y difíciles de replicar en laboratorio. Los indígenas que usaron el taller no hicieron azadas de mano ni arados como en el Viejo Mundo, donde la metalurgia se aplicaba a la producción agrícola, la guerra y el transporte. Sólo algunas herramientas pequeñas y gran cantidad de ornamentos como símbolo de status o poder.

"Cuando uno piensa en metalurgia, supone que los metales se aplicaron a mejorar la vida cotidiana. Pero lo que menos hicieron los indígenas del área andina fue elaborar instrumentos que les sirvieran para fines eminentemente prácticos", dice González.

Siglos más tarde, en la región "es muy difícil que un poblador reconozca un vínculo con el pasado", agrega al recordar experiencias que, sin embargo, sugieren lo contrario. Es el caso de los plateros de la zona, que en sus talleres refunden piezas con secretos "de los antiguos" para que "el metal salga bueno" o "la mezcla no se corte", repite González.


            

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