14/Sep/04
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La realidad, como en el cine: Vivir en el aeropuerto
Cinco personas convirtieron Barajas en su "casa" en los últimos años.
(El Diario Montañés) Las terminales del aeropuerto de Barajas se convirtieron en los últimos años en la
vivienda de al menos cinco personas que, por períodos superiores a seis meses lograron sobrevivir gracias a la amistad y ayuda de sus trabajadores. Ninguno de
ellos estuvo en Barajas el tiempo que lleva el iraní Merhan Karini Nasseri en el Charles de Gaulle. Dieciséis años viviendo en el aeropuerto de París, que
inspiraron a Steven Spielberg el papel protagonista de su última película La Terminal.
Dice Spielberg que los aeropuertos «nos brindan magníficas oportunidades». Eso mismo debieron pensar esas cinco personas que 'residieron' en Barajas
durante meses. "De repente un día aparecen y poco a poco son ya parte del escenario aeroportuario. Se les acaba cogiendo cariño".
Este comentario lo repiten los cientos de trabajadores de Barajas que facilitaron ropa, comida y compañía a estas personas, mientras se trataba de solucionar su
problema, que casi siempre es burocrático.
Algunos llegaron a ser tan populares que dicen que la estatua de bronce que representa a un mendigo en la terminal 1 es la figura de un ciudadano cubano que
"deambuló durante 18 meses por el aeropuerto madrileño en 1992".
Peor suerte corre un ciudadano etíope de 42 años, que espera desde enero «un billete de avión, un pasaporte diplomático y una tarjeta de crédito para regresar
a Etiopía». Algunos de estos 'residentes' en Barajas «no quieren moverse del aeropuerto», como una mujer austríaca de 50 años que pasó más de 8 meses en
2000 frente al estanco. Se localizó a su familia, que no se quiso hacer cargo del pasaje de vuelta de la mujer, y, finalmente, gracias a la intervención de una
ONG regresó a su país, donde se reencontró con su hija.
En algunos casos, la larga estancia en Barajas provoca tal deterioro de su salud que tienen que abandonar las instalaciones en ambulancia. Así lo hizo un
ciudadano nigeriano de unos 60 años, que hablaba castellano con acento cubano y que fue trasladado al hospital tras más de 15 meses de estancia en el
aeropuerto. A un hospital también fue trasladada una española que paseó por las terminales con un carrito durante más de seis meses, hasta que un día sufrió
una crisis nerviosa.
Cinco vidas distintas, que en un momento dado compartieron una misma "casa", cuyas puertas les abrió el aeropuerto madrileño.
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