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24/Sep/04




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Amenazas para la salud en los vuelos tripulados a Marte

La falta de gravedad acelera el debilitamiento natural del cuerpo. Afectan varios sistemas del organismo. La pérdida de peso y masa muscular ya han sido experimentadas por los astronautas. Otros de los problemas comunes son las alteraciones del sueño.

(La Nación) Las recientes exploraciones de Marte o de los anillos de Saturno con dispositivos robóticos de alta precisión empujan inevitablemente a los científicos a ir más allá: enviar misiones tripuladas. Pero el problema estará en preservarles la salud de la microgravedad, las radiaciones cósmicas y los factores del entorno que "disparan" alteraciones psicológicas durante el vuelo.

Lo primero que soporta el astronauta son las aceleraciones de la nave que llevan a cambios de las fuerzas gravitacionales (G), ya que nuestro cuerpo fue creado para "funcionar" en la gravedad terrestre (1 G). Durante un lanzamiento, en pocos minutos se pasa de 3 a 5 G a la ausencia absoluta de gravedad, en la que se vivirá hasta el destino de la misión.

"Esta microgravedad se incrementará nuevamente en la desaceleración y en el descenso en la superficie marciana, donde se estima que hay 0,38 G; es decir, un tercio de la gravedad terrestre", explica a La Nación el doctor Vicente Ciancio, director del Curso de Posgrado en Medicina Aeronáutica y Espacial de la Universidad Nacional de La Plata, y miembro de la Academia Internacional de Medicina de Aviación y del Espacio.

Según estudios clínicos realizados por especialistas de la NASA y de la Agencia Espacial Europea (ESA), como los de la estación MIR rusa, los sistemas más afectados durante las misiones tripuladas son el muscular, el óseo y el cardiovascular.

"El astronauta David Wolf, que participó en el programa ruso-norteamericano y voló en la MIR durante más de cuatro meses, dijo sentirse muy débil: había perdido 10 kilos y el 40% de la masa muscular. Su recuperación tardó seis meses", señala Ciancio, que redactó un trabajo sobre las principales consecuencias que puede sufrir una persona durante el gran desafío del tercer milenio: viajar a Marte.

Investigadores de la Universidad de Marquette, Estados Unidos, comprobaron en muestras de células del músculo de la pierna de astronautas, que la exposición continua a la microgravedad atrofia los músculos de la espalda y de los miembros inferiores. Luego de 17 días en órbita, habían perdido un 39% de funcionalidad.

"En este caso, la hipotrofia en las piernas fue transitoria y se revirtió con un plan de rehabilitación física. Pero al ir al espacio, la falta de gravedad se traduce en la falta de los estímulos normales para la producción de masa ósea y mantener, así, el equilibrio perfecto entre la osteogénesis y la osteolisis", dice Ciancio.

Se estima, según el especialista, que esa pérdida ósea es de alrededor del 1% por mes, lo que equivale a la pérdida anual habitual en los adultos mayores en la Tierra.

Anemia espacial

Otro problema que estudian los científicos de la NASA y la ESA es cómo evitar que la radiación dañe las células responsables de producir la sangre. Un investigador de la División de Hematología y Oncología de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, comenzó a "bombardear" un tipo de células madre de adultos con radiación espacial simulada. El objetivo es saber cómo los rayos cósmicos que emiten el Sol y otras estrellas que están más allá de nuestro sistema solar afectan el flujo sanguíneo fuera de la órbita terrestre.

"Esto beneficiará a los astronautas y a todas las personas con trastornos plasmáticos, como la leucemia o la anemia aplástica, que ocurre cuando la médula ósea no puede producir suficientes glóbulos rojos", señala el doctor Alan Gerwirtz, que dirige el estudio en el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA.

Según datos recogidos por los instrumentos del robot enviado en la misión Odisea Marciana 2001, la radiación en el planeta rojo es dos o tres veces mayor a la de la Tierra debido a la falta de campo magnético.

"A esto se suman los resultados de estudios recientes que realizaron la ESA y la NASA en los astronautas -agrega el doctor Ciancio-. Hallaron que si no se reduce drásticamente la radiación que reciben las tripulaciones, éstas tendrían un 40% de probabilidades de desarrollar tumores causados por mutaciones genéticas y aberraciones cromosómicas."

Otro efecto del ingreso en la microgravedad son los bruscos cambios hemodinámicos que, para el doctor Ciancio, provoca la redistribución de más de 1,5 litro de líquidos corporales, que van desde los miembros inferiores hasta el tórax y la cabeza. El resultado es una sobrecarga del corazón, que el organismo resuelve con un aumento de la eliminación de líquidos por el riñón para lograr un nuevo equilibrio hemodinámico.

Trastornos del sueño

A las actividades técnicas propias de una misión y las posibles complicaciones que los astronautas deben solucionar se suma la falta de un ciclo día-noche como el de la Tierra para poder descansar. "Los astronautas suelen presentar alteraciones del sueño, como difícil conciliación y frecuentes interrupciones que reducen en dos horas las ocho programadas", explica el doctor Ciancio. Habitualmente, este trastorno se reduce en vuelo con fármacos hipnóticos.

Además, actividades como comer, dormir, hacer ejercicio o interactuar con el resto de la tripulación pueden no ser tan placenteras en el espacio limitado de una nave. "La ausencia de ruidos y movimiento; la iluminación artificial; la monotonía del trabajo y las impredecibles emergencias que se pueden presentar aumentan el riesgo de cuadros agudos de estrés y depresión", comenta el especialista.

Aunque el panorama para la salud de los astronautas está muy alejado del que nos presentan las películas y los libros, ¿cómo minimizarán la NASA y la ESA estos efectos en la salud de la futura tripulación que viaje a Marte? Mediante un consenso sobre el perfil ideal del grupo que enviarán, según estudios psicológicos y del comportamiento de otras misiones.

La nueva tripulación debería estar integrada por tres matrimonios de astronautas de entre 45 y 50 años, y con no menos de 12 años de convivencia estable. Además de las tareas técnicas, los científicos prometen que les darán más tiempo libre para descansar, leer y comunicarse con sus hijos.


            

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