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02/Oct/04




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¡Y Viedma fue una fiesta! - Tercera Parte
Bienvenidos al Tren


Anecdotario 2
(por Eduardo Carletti)

Laura Nuñez y nuestro P.K. Dick vernáculoNos visita un... ¿fantasma?
Durante las conferencias que se realizaron en la Jornada Nacional de Cultura en Viedma, a las que en verdad asistió muchísima gente, además de la gente sentada a sala llena había gente alineada en la pared trasera, gente entrando y saliendo todo el tiempo, y gente parada en la puerta del salón y en el pasillo adyacente. En medio de una de las actividades, que yo supongo, calculando, era el taller literario abierto que se hizo después del coffee break, veo asomado en la puerta a... ¡Philip K. Dick!
      No, no había tomado nada fuerte. Ni ningún psicotrópico. Por las dudas, ya que tenía delante nada menos que a una autoridad, Pablo Capanna, le dije: "Pablo, mirá quién nos está visitando... ¿no es Dick?". Pablo puso la misma cara de sorpresa que supongo exhibiría yo, y me dijo con una voz que expresaba claramente asombro: "En serio... es igualito".
      Y la verdad es que era igual. Un detalle para cuento es que cada vez que lo quería fotografiar me daba vuelta la cara o se retiraba. Cosa que hizo poco tiempo después, dejándome con las ganas de documentar la escena.
      Pero por suerte apareció de nuevo a la noche, cuando esperábamos en el andén del ferrocarril el momentos de subir a ubicarnos en el Tren Patagónico, comenzando casi el Taller Itinerante al centro de los Confines. Allí estaba de nuevo, con una patagónica campera de color amarillo-mostaza, la misma barba, el mismo tono de pelo semicanoso, igual altura, tamaño corporal y gestos. De las dos fotos que disparé sólo salió una. Pero la gente del grupo Axxón estaba revolucionada, y una de las chicas quería fotografiarse con él, así que se acercaron y le hablaron. Le pidieron sacarse fotos y le explicaron por qué. Él accedió con mucha simpatía.
      Era el padre de una de las alumnas (una bella chica, por cierto) que viajaba invitada por la Fundación Ciudad de Arena. Nuestro "Dick" no subió al tren, pero finalmente su imagen quedó en las memorias digitales de un par de cámaras y también en la grabación de video con la que se hará un documental.


No habían terminado los aplausos luego de la presentación del libro de Carlos Gardini, Fábulas invernales, cuando Gabriel Guralnik, presidente de la Fundación Ciudad de Arena, tomaba su lugar en el escenario y comenzaba con el acto de entrega de premios: un momento trascendente pues destacaba el trabajo de los escritores patagónicos que habían resultado ganadores del Primer Concurso de Cuento Breve Fantástico para Jóvenes Escritores Patagónicos.

El primer premio fue para Sergio Petriw (Centro Atómico Bariloche), por el cuento "El camino correcto", mientras que el segundo premio fue para Cristian Jesús Ponce (Carmen de Patagones), por el cuento "La confesión". El jurado estuvo compuesto por Liliana Díaz Mindurry, Laura Massolo, Gabriel Guralnik y Guillermo Bell.

Se aprovechó la oportunidad para entregar el premio a uno de los ganadores del Concurso Nacional "Ciudad de Arena" de Cuento Fantástico, Guillermo Mackay, oriundo de Puerto Madryn, quien viajó a Viedma para recibirlo y luego participó de la mesa redonda de los Creadores del Género Fantástico a continuación. Participaron de dicha mesa redonda —que hizo las veces de colofón de la jornada— Ana María Shua, Alberto Laiseca, el director cinematográfico Bebe Kamín, el multidisciplinario Leonardo Moledo y Sergio Petriw, moderados por Guillermo Saavedra.

El género fantástico, los monstruos, la obra

Una de las preguntas que Guillermo Saavedra deslizó a los creadores que participaron de la mesa redonda estaba relacionada con la forma de abordaje hacia las obras del género. En este punto, Bebe Kamín aportó sus experiencia cinematográfica. "En el cine, en ese particular campo [las formas de realizar obras del género fantástico] fueron identificados con ciertas escuelas y ciertos estudios, que no fueron los oficiales, sino que fueron como respuestas al Gran Cine. En el caso de Hollywood, Roger Corman es el arquetipo". Kamín sostuvo además que, en el caso del género del terror en el cine, hay un vínculo notable con la literatura.

Bebe Kamín, Leonardo Moledo y Sergio Petriw>>

"Yo firmé una película que se llama Vivir mata (1990), que es una película de Vampiros. Me motivó ver cómo ese género podía ser adaptado a esta geografía en términos cinematográficos. Finalmente me pareció que era interesante la idea de la vampirización de la oligarquía. El tema básicamente tenía que ver con la Argentina de hace cien años y la Argentina de los 90. La idea era insertarla dentro de lo político. Trabajamos una historia, donde un oligarca de fines de siglo XIX tiene que ir al exterior a ir a recoger brazos para trabajar el campo, y como ya estaba agotadas otras fuentes se va a un país ignoto de los Urales, para traer gente, y donde conoce a Mircalla —otra vez la literatura, porque es un homenaje a Sheridan Le Fanu, por Carmilla, que es una princesa irresistible pero, como ella dice, tiene veinte años de vida y trescientos de muerte—. Este encuentro determina que este joven prometedor y político de la Argentina floreciente se vampirice y haga estragos en esa Argentina potencial, por lo tanto decide enterrarse y renace cien años más tarde en plena época menemista (risas del público). Éste es mi feeling con el género", explica el director.

Para Kamín, "el vampirismo tiene cierta relación con lo pictórico, como cuadros que están muy marcados por sus límites, y muy compuestos en relación a objetos colores y demás. La película obviamente se divide en dos épocas y a la parte antigua intenté darle ese toque de estática. Donde lo mortuorio es bastante fijo".

Desde un punto de vista más plural, Leonardo Moledo —escritor, periodista científico, editor del suplemento Futuro de Página/12 y actual director del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires—, aseguró que no hace distinciones entre el género fantástico y el realismo. "Pasan cosas tan extrañas que me siento desconcertado. A mí el género me gusta y me disgusta a la vez. Creo que el género tiene ventajas y desventajas en el sentido de que uno tiene que hacer una novela de género sabe como escribirla, sabe que hay ciertos puntos que hay que tocar, pero eso también contribuye a que la novela no sea necesariamente mejor. Vale decir: cuando uno sabe cómo seguir el género ayuda, cuando uno está inspirado puede olvidarse de él".

Moledo también advirtió que "la divulgación de la ciencia linda mucho con la ciencia ficción, porque realmente buena parte de la ciencia es fantasía o literatura. La ciencia es ciencia en tanto es contada y para ser contada tiene que tener una estructura literaria".

Luego de la intervención de Petriw, que aportó el punto de vista de un joven realizador del género, con obras dentro y fuera de él, Ana María Shua recuperó su espacio como creadora (que había cedido apenas unas horas antes) y puso el tema del género fantástico en perspectiva. "La literatura argentina es en primer lugar literatura fantástica. Todos los grandes maestros han escrito literatura fantástica. Para quienes la estamos produciendo, desde nuestra historia como lectores, y desde la tradición en la que estamos inscriptos, no hay ninguna diferencia. Nos hemos criado mamando de esa teta". La escritora destacó que su primera aproximación a la literatura fantástica fue, precisamente, a través de la Antología del cuento extraño de Rodolfo Walsh (1956).

<< Ana María Shua, Alberto Laiseca 
   y Guillermo Saavedra

Shua aportó una suerte de receta que Julio Cortázar —escritor que fue desde la intención de los organizadores una suerte de padrino espiritual de la jornada de Viedma y del posterior Taller Itinerante en el tren patagónico— instaba a tener en cuenta: "Si un personaje ha estado seis meses fuera de la ciudad —recordaba Shua—, y de pronto regresa al garaje donde dejó el automóvil, y se sube al automóvil, ese vehículo de pronto puede enterrarse en el piso, puede transformarse en hipopótamo, todo puede ser verosímil. Lo que no puede suceder es que el auto salga andando del garaje, porque en seis meses se agotó la batería. Y ese pequeño detalle no es tan pequeño y sirve para trabajar la verosimilitud dentro de lo fantástico".

Como corolario de la mesa redonda, Alberto Laiseca comentó su forma de abordar el género a través de lo que llama "Realismo delirante". En este punto, citó una frase de Oscar Wilde, quien sostenía que "a la verdad a veces hace falta verla en la cuerda floja". Laiseca define en forma análoga el "Realismo delirante" del cual a menudo hace gala: "Me interesa ver la realidad en la cuerda floja del delirio".

"El delirio creador me brinda un timoneo cómodo donde la realidad distorsionada en mi novela, se amplifica. Me hubiera encantado escribir una obra maestra como El fantasma de la ópera, enteramente romántica. Pero me pasa que empiezo con toda la mejor intención de ir en un camino, y después me voy al carajo. Es muy rara la vez que puedo encajonarme, meterme en el género. Tengo un policial sin terminar, se me va. Se me va porque siento otras cosas para decir y entonces finalmente tiro la chancleta y renuncio. Lo he logrado pocas veces. Por ejemplo en un libro que en la Argentina no está accesible, me lo publicaron en la ciudad de Cádiz, se llama En sueños he llorado (2001)".

Otro aspecto que Laiseca trajo a colación es la importancia del monstruo en el arte. "Como ustedes saben, monstruo significa único en su especie. Es muy difícil conseguir un monstruo, un único en su especie, dignamente puro. No sé si llegan a diez en la literatura universal. Tenemos Drácula, Frankestein, el Golem, el Fantasma de la Ópera, el cyborg-robot, tenemos a Ayesha de Ridder Hagard. Otros son mezclas de monstruos distintos. Es muy difícil hacer algo nuevo en este sentido".

Terminada la mesa redonda, Gabriel Guralnik dio las indicaciones para que los asistentes fueran tomando distintos taxis y así poder arribar a la estación ferroviaria de Viedma, donde estaba esperando el Tren Patagónico. Incluso hubo una madre de una alumna que participaba del viaje que, casi sin proponérselo (y con gran generosidad de su parte), terminó transportando a una parte del grupo en su combi, ahorrándoles el frío que a esa hora de la noche ya empezaba a sentirse.

Reunidos en el andén, y mientras esperaban el equipaje, los participantes del encuentro le dieron el adiós a Viedma y poco a poco se embarcaron en el Tren Patagónico, para comenzar con el Taller Itinerante.

Pero ese capítulo queda para la próxima.

Joe Garrafex para Axxón y Garrafex News.

Más información:
Carlos Gardini: "Escribo por un acto de fe" (¡Y Viedma fue una fiesta! - Segunda Parte)
Ciencia ficción: ¡Y Viedma fue una fiesta! (Primera Parte)


            

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