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18/Oct/04




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Células madre, la próxima revolución

Dentro de cinco años podrían estar listos tratamientos para el corazón y para ciertas enfermedades neurológicas. Acaba de crearse una fundación que impulsará los proyectos en este campo. Actualmente hay en el país una decena y media de líneas de investigación.

(La Nación, Por Nora Bär) En noviembre de 1998, el científico de la Universidad de Winsconsin James Thomson anunció en Science que había alcanzado una de las metas más ambicionadas de la biología: había aislado y cultivado un tipo de célula primitiva capaz de metamorfosearse en cualquiera de los 220 tejidos del organismo.

Ese día se abrieron las puertas de una revolución médica de posibilidades insospechadas. El entusiasmo entre los científicos que investigan las stem cells :o, en castellano, células madre— los lleva a imaginar un futuro no demasiado lejano en que será posible, por ejemplo, obtener algunas de estas células de un paciente, cultivarlas en el laboratorio, inyectarlas nuevamente y... voilà: dejar que ellas sencillamente reparen los tejidos dañados.

Doctor Pablo Argibay (Foto: La Nación).En América latina, la Argentina lidera las investigaciones en este tema. Hace algunas semanas, el doctor Pablo Argibay, director del Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano, culminó la creación de la Fundación para el Apoyo de las Ciencias Básicas Orientadas a Problemas Médicos (Fuciba), cuyo objetivo es impulsar proyectos y respaldar a los científicos jóvenes. "Ya trabajamos con chicos de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, y de Medicina, de la UBA, y de las universidades nacionales de Misiones y de Quilmes."

Para Argibay, la medicina regenerativa, que intenta usar la capacidad de reparación del propio organismo, es el nuevo paradigma para el siglo XXI. Y ofrece ejemplos: "Se descubrió que, luego de un infarto cerebral, hombres que habían recibido un trasplante de médula ósea femenina tenían en el cerebro células con cromosomas femeninos, pero con fenotipo (apariencia) neuronal —dice—. Esto muestra que la médula tiene la función de patrullar e ir a implantarse y regenerar tejidos donde hay agresión. Pero un infarto es una catástrofe biológica, es tan masivo que no hay mecanismos de defensa que alcancen."

La literatura científica abunda en experiencias exitosas en las que este mecanismo funciona. En roedores, ante cualquier lesión, si se estimula la médula ósea, aparecen células reparadoras. "Si uno pudiese rescatar esa capacidad, obtener de una persona sus propias células stem, expandirlas millones de veces, y volver a insertárselas para que reparen el daño...", sugiere el científico.

En total, hay en el país actualmente una decena y media de proyectos de investigación en células madre, desde el cultivo de cardiomiocitos (células cardíacas), hasta el de islotes pancreáticos, células hepáticas, neuronas... "Los islotes ya hace tiempo que está en la etapa clínica. Otros grupos producen piel, cartílago, córnea", enumera Argibay.

Una de las líneas de investigación intenta aislar células que tengan capacidad de generar islotes pancreáticos. Habría dos candidatas. Unas son las llamadas "oval cells", que en el embrión se metamofosean en los esbozos pancreático y hepático. Las otras son verdaderas stem cells que se encuentran dentro del propio páncreas. "Esta es una de las esperanzas en diabetes, porque se podría regenerar el páncreas, que es el órgano que produce la insulina."

Por supuesto, todavía hay obstáculos que superar. En neuronas y con resultados muy, muy buenos en el nivel internacional, los investigadores argentinos logran un 37% de diferenciación. Es decir que partiendo de 100 células mesenquimales, se obtienen 37 neuronas. "El desafío está en tener cien, pero de esas obtener otras mil, y recién entonces comenzar a diferenciar. O ni siquiera diferenciar —especula Argibay—, inyectarlas y que ellas hagan su propio trabajo en la zona de la lesión."

Inyectadas en el torrente sanguíneo, ¿cómo saben estas células camaleónicas qué es lo que tienen que reparar? El sitio lesionado libera permanentemente marcadores de injuria, tal como si prendiera un semáforo que indica emergencia. "De hecho, algunas de las moléculas involucradas en este proceso se llaman semaforinas —dice el científico—. Aparentemente, el cerebro estaría recibiendo señales de diferentes lugares del organismo en los que hay lesión muchísimos años antes de que la lesión se detecte. Entre esas señales estaría la que debe indicarle a la médula que produzca células madre para ir reparar zonas de injuria."

Si no lo detienen los trámites oficiales, el grupo que lidera Argibay podría tener listos, en los próximos cinco años, tratamientos para trastornos cardíacos y neurológicos. "Ya estamos haciendo pruebas en animales. Y los más importante es que se trata de terapias no cruentas y sin efectos adversos", afirma.


Bancos de células de cordón

Uno de los reservorios de células madre es el cordón umbilical, que une al bebe en gestación con su madre. Dado que son fácilmente accesibles en el momento del parto, en los últimos tiempos se ofrece la posibilidad de guardarlas —congeladas— para utilizarlas posteriormente como un seguro de salud.

Para el doctor Pablo Argibay, sin embargo, aún no está demostrado que esta técnica sea efectiva: "Las células de cordón tienen un intermediario que prácticamente es una stem cell embrionaria, puede diferenciarse en cualquier tejido —afirma—. Muchas veces uno tiene la fantasía de que con esa bolsita de sangre de cordón que está guardada el día de mañana sería posible curarle el mal de Parkinson al dueño o dueña de las células. Sin embargo, las células que uno puede obtener de un cordón son muy pocas. Por ahora, lo real es que si uno tiene un hijo con un déficit al poco tiempo de nacer —por ejemplo, una inmunodeficiencia congénita— con esas células puede repararlo. En algunos casos, con esas células se han reparado defectos fetales de otro hermano. Pero en el adulto serían muy pocas células para regenerar un tejido. Por otro lado, todavía no se sabe qué pasaría si pasaran muchísimos años antes de utilizarlas, es muy probable que perdieran capacidad y que de cada cien células stem quedaran 50, con lo que también se perdería viabilidad. Ahora, si uno lograse reproducirlas, y de hecho hay grupos que están trabajando en eso, ya podríamos estar pensando en bancos de células madre a medida."


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