11/Dic/04
Fuimos a ver: Los Increíbles
¿Qué ocurre en un país en el que la gente se resiste a aceptar la responsabilidad de sus actos y prefiere recurrir a los estrados judiciales para que le digan qué hacer? Ocurre que en la versión animada de ese mismo país se puede llevar a juicio al superhéroe que le impidió a uno suicidarse, y ganar. Con esta anécdota empieza el relato de la vida de Mr. Increíble, quien gracias al programa de reubicación de héroes, ahora es simplemente Bob Parr: un enorme y vigoroso (aunque ya panzón) empleado de una aseguradora que sigue desviviéndose para hacer el bien, aunque eso le impida a su codicioso jefe quedarse con todas las primas y no pagar ningún siniestro. Pero él no está solo: la ola de juicios por daños y perjuicios hizo que los héroes cayeran en desgracia y el gobierno (presumiblemente el estadounidense) decidió esconderlos a todos para evitarles (y evitarse) problemas. De modo que Bob, junto a su esposa y sus hijos, tan "súper" como él (salvo el bebé, muy contento en su despreocupada infancia) pasan las de Caín para parecer "normales", y Bob, aburrido y deseando responderle a su jefe como se merece, se debate entre la necesidad de pasar inadvertido y sus instintos naturales de héroe. Hasta que una misión ultrasecreta encargada por un misterioso magnate que habita una isla perdida (sí, todos los clichés juntos) despierta el fuego de su antigua identidad heroica... Pero, ¿todo es lo que parece en esa misión? La película no es una sátira cruda del género al que pertenece, como fue, por ejemplo, Shrek; se mueve cómodamente dentro de sus lineamientos pero volviendo cotidiano el superheroísmo. Casi diría que lo hace suburbano. La normalidad obligada de los héroes hace que se esfuercen en formas muy graciosas en parecerse a los demás. Esa "suburbanidad" hace muy queribles a los personajes, porque en esos momentos menos glamorosos se nos asemejan bastante. Helen se parece mucho a cualquier mamá cuando da un reto o prodiga un mimo; Dash, Violeta y el bebé son como puede esperarse de sus edades; a Bob, su misión redentora le llega en plena crisis de la edad madura. Contribuyen a esta carnadura de los personajes tres factores: el guión ingenioso; las proezas de Pixar, que tuvo que inventar numerosas técnicas nuevas para poder seguir ese guión; y el doblaje local. Los puristas podrán protestar pero, salvo uno o dos leves deslices, los protagonistas hablan un argentino perfecto. En algunas escenas se oye raro, tan acostumbrados estamos a que nos aparquen el carro, pero en otras el tono es perfecto. (El "¡Dáaaaale, bajáaaate!" que se oye en los primeros cinco minutos resulta sumamente chistoso.) En particular Juana Molina, que en su rol de Helen/Elastigirl le brinda a sus personajes una intensidad (cálida, furiosa o sufriente, según el caso) que resulta totalmente adecuada. Y Rubén Rada transmite toda la impresión de un amigo fiel y cariñoso, y, cuando corresponde, de un héroe eficiente y con buenos reflejos. Se disfruta que las voces de los niños sean realmente de niños (se nota especialmente en el caso de Dash; se lo percibe como un argentinito típico). Y Matías Martin hace un villano perfecto, que permite olvidar lo mucho que lo detesta este cronista en la vida real. Lo único que era totalmente obviable son las referencias a calles de la Capital Federal; la idea del doblaje local funciona igual sin ellas. Como sea, ya que se hicieron tres versiones en castellano (neutro, mexicano y argentino), es de imaginar que habrá ocasión de verla en todas ellas. Hay, como suele ser el caso, guiños para adultos: una escena recuerda claramente la persecución en las "speeder bikes" de La guerra de las galaxias, y en varias ocasiones hay situaciones, y acompañamientos musicales, muy a lo James Bond. Y por cierto tiene un importante papel una hiperkinética diseñadora de modas que, además de tener un sentido agudo de la modernidad, sabe perfectamente cómo proteger con sus creaciones a los héroes que se enfunden sus trajes de alta tecnología. A quien esto escribe se le hizo notar que los poderes de la familia Increíble eran los mismos de los Cuatro Fantásticos. Quizá sea porque está todo inventado, pero es cierto. Al principio parece que no están todos, pero vean la película con atención hasta el final, y se darán cuenta de que sí, aunque los dueños de cada poder no sean los mismos. De todos modos, eso es lo de menos. Los Increíbles es una diversión simpática, entretenida e ingeniosa, disfrutable por mérito propio. Marcelo Huerta para Axxón y Garrafex News. Más información:Ya llegan Los Increíbles, con voces argentinas |
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