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¿La tumba del calentamiento global?
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En un lugar del Sahara, Argelia, a más de 160 kilómetros del asentamiento habitado más cercano, una de las compañías de energía más importantes del
mundo cree haber descubierto una forma económica de dejar atrás el problema del calentamiento global: enterrarlo.
(The Wall Street Journal) En una nueva planta de procesamiento de gas natural aquí en el desierto, BP PLC y dos de sus socios han gastado US$100
millones para lograr que el dióxido de carbono no termine en el aire y regrese al lugar de donde provino: más de kilómetro y medio bajo tierra.
Se cree que el dióxido de carbono, o CO2, contribuye al calentamiento global al atrapar los rayos del sol en la atmósfera. Esto ocurre cuando se procesan o
queman combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural.
Como el próximo 16 de febrero debe entrar en vigor el protocolo de Kyoto, el tratado internacional que limita las emisiones que provocan el calentamiento
global en la mayor parte de los países industrializados, las compañías que van a tener que reducir sus emisiones para ajustarse a los topes establecidos por sus
países buscan maneras de hacerlo sin afectar sus resultados. Incluso en Estados Unidos, que ha rechazado el tratado, las compañías están buscando una
solución, porque creen que tarde o temprano van a enfrentar restricciones.
En esta planta, BP y sus socios han descubierto una forma de seguir bombeando su principal producto, el comsbustible fósil, incluso con las fuertes restricciones
contra del calentamiento global.
El grupo, que inauguró la planta en julio, planea inyectar un millón de toneladas de dióxido de carbono a las profundidades de la tierra cada año durante las dos
próximas décadas en que espera extraer gas de la mina. Eso equivale aproximadamente a la misma cantidad anual de CO2 que 100.000 vehículos utilitarios
emiten cada año.
Pero aún hay una interrogante: ¿Permanecerá el dióxido de carbono bajo tierra mucho tiempo o podría éste volver a salir a la superficie? El concepto está
atrayendo un creciente interés dado que podría reducir el calentamiento global más pronto que mediante fuentes de energía alternativas o reducciones en el uso
de la energía.
"Esta es la opción más económica que tenemos", dijo el mes pasado Iain Wright, gerente del proyecto de CO2 para BP, luciendo un casco y parado junto a un
compresor de tres metros que inyectaba el dióxido de carbono bajo la tierra.
Otros gigantes energéticos también quieren enterrar el dióxido de carbono, un procedimiento que se conoce también como "almacenamiento geológico". La
compañía noruega Statoil ASA, uno de los socios de BP en Argelia, ha operado durante los últimos ocho años un proyecto para enterrar dióxido de carbono en
el Mar del Norte que es casi tan grande como este proyecto del desierto. ChevronTexaco Corp. tiene previsto encabezar un proyecto en Australia que se
espera sea casi tres veces más grande cuando inicie sus operaciones en 2009.
Los gobiernos de los Estados Unidos y la Unión Europea también están gastando decenas de millones de dólares anualmente para explorar esta idea. Esto se
debe que podría ser una solución para un combustible fósil que incluso es más contaminante que el gas natural: el carbón.
Una típica planta que funciona con carbón emite millones de toneladas de CO2 cada año. Si el dióxido de carbono del carbón pudiera ser capturado e
inyectado bajo tierra, este combustible podría dejar de ser un problema para el calentamiento global.
Las formaciones subterráneas, que según los científicos podrían retener grandes cantidades de CO2, están esparcidas a lo largo de vastas extensiones del
mundo, incluyendo las que dependen del carbón, como la región central de los Estados Unidos. La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en
inglés), con sede en París, calcula que hay suficiente capacidad en estas formaciones para almacenar dos veces el dióxido de carbono que probablemente el
mundo emita durante la próxima mitad del siglo.
Atraído por esa posibilidad, el gobierno estadounidense ha contribuido a financiar la perforación de un agujero de 3,2 kilómetros de largo en el estacionamiento
de una planta de energía a base de carbón en Virginia Occidental, de Electric Power Co. (AEP), la mayor empresa de servicios públicos de EE.UU. y una de
las mayores generadoras de CO2. Washington y AEP están investigando el subsuelo rocoso para ver si pueden almacenar el dióxido de carbono de la planta.
"Si tenemos que limitar las emisiones de CO2, entonces necesitamos encontrar una forma de hacerlo de inmediato y así poder seguir usando el carbón como
opción de energía para el país en el futuro", afirma John McManus, vicepresidente de servicios ambientales de la empresa de servicios públicos de Columbus,
Ohio.
El mundo emite aproximadamente 24.000 millones de toneladas de CO2 cada año, lo que hace que el millón de toneladas que se espera que elimine anualmente
el proyecto de Argelia parezca una cantidad insignificante.
Como una señal del creciente interés que existe, un panel de Naciones Unidas sobre el calentamiento global emitirá en los próximos meses un informe sobre la
práctica de enterrar el CO2. Fuentes familiarizadas con el panel dicen que es probable que el informe sea optimista, lo cual podría aumentar el apoyo de los
gobiernos.
A algunos ecologistas les preocupa que la posibilidad de que se puedan usar los combustibles fósiles sin hacer daño a la atmósfera podría reducir el interés en
las fuentes de energía no contaminantes como el sol y el viento. Sin embargo, otros dicen que el mundo no puede esperar para disminuir sus emisiones de CO2
hasta que las alternativas estén listas.
"Vamos a tener que comenzar a reducir el carbono antes de dejar de usar los combustiles fósiles", dice David Hawkins, director del centro de climas en el
Natural Resources Defense Council, un grupo ecológico cuya sede se encuentra en Nueva York.
Una pregunta subyacente es si enterrar el dióxido de carbono es seguro. En 1986, el dióxido de carbono y otros gases que existían naturalmente por debajo de
un lago volcánico en Camerún de repente salieron al aire, lo cual asfixió a más de 1.700 personas en esa zona.
Los geólogos de BP dicen que el sitio en el cual inyectan dióxido de carbono en la tierra está mejor cerrado que un volcán, y que en realidad se trata de un
profundo agujero natural en la tierra. Sin embargo, reconocen al mismo tiempo que hay cierta incertidumbre.
"Nada es al cien por ciento. Estamos hablando de algo que se encuentra 1,6 kilómetros por debajo de la tierra", dice Fred Riddiford, un ingeniero que ha
pasado ocho años planeando este proyecto. "Pero hemos hecho todo lo posible para mitigar el riesgo".
Es difícil imaginarse un lugar menos hospitalario para llevar adelante un proyecto científico tan importante. El proyecto In Salah fue llamado así por el
asentamiento habitado más cercano en esta zona del Sahara. La ciudad más cercana es la ciudad petrolera argelina de Hassi Messaoud, ubicada
aproximadamente 480 kilómetros al nororiente. Las temperaturas aquí oscilan entre temperaturas de bajo cero en el invierno a 50 grados centígrados en el
verano. El trato se inició en 1995, cuando BP firmó un acuerdo con Sonatrach, la compañía estatal argelina de hidrocarburos.
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