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23/Feb/05




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Aporte argentino a la lucha contra la tuberculosis

Se trata de un vía terapéutica alternativa que saca provecho de un proceso llamado autofagia.

(La Nación) Para sobrevivir en períodos de escasez de nutrientes, muchas células se ven obligadas nada menos que a comerse a sí mismas. Al devorar aquellas partes propias que no les son indispensables, obtienen el alimento necesario para no cesar en sus funciones.

Ahora, investigadores argentinos han demostrado que ese proceso natural, llamado autofagia, puede ser inducido artificialmente en las células infectadas por la bacteria que causa la tuberculosis, obligándolas a comerse aquellas regiones celulares donde se esconde el escurridizo Mycobacterium tuberculosis.

"Nuestro estudio aporta una nueva perspectiva en la búsqueda de herramientas terapéuticas para combatir la tuberculosis —dijo a La nación la doctora María Isabel Colombo, investigadora del Laboratorio de Biología Celular y Molecular, de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Esta bioquímica es una de las autoras de un estudio publicado recientemente por la prestigiosa revista científica Cell que revela que la rapamicina —un antibiótico con propiedades inmunomoduladoras— es altamente efectiva para forzar a las células a que se coman a los bacilos de la tuberculosis que viven en su interior.

"Hemos observado que al estimular la autofagia de las células infectadas redujimos hasta en un 60% la presencia del Mycobacterium tuberculosis", agregó Colombo, investigadora principal del Conicet.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que un tercio de la población del planeta está infectado con el mycobacterium y que entre el 5 y el 10% de las personas infectadas desarrollará la enfermedad en algún momento de su vida. "Cada segundo —afirma la OMS— una persona se infecta con el bacilo de la tuberculosis."

Hoy, el mayor desafío que enfrentan quienes buscan frenar el avance de esta enfermedad, que cada año mata a 2,5 millones de personas, es la aparición de cepas resistentes a los tratamientos convencionales. Por eso, Colombo planea evaluar cómo responden las células infectadas por bacterias resistentes a las drogas que estimulan la autofagia.

Un enemigo escurridizo

La persistencia de la tuberculosis —una enfermedad que se resiste a desaparecer a pesar de los efectivos tratamientos disponibles— puede explicarse en parte por su habilidad para evadir las defensas del organismo humano.

"Esta bacteria ha desarrollado una estrategia que le permite sobrevivir dentro de las células del sistema inmunológico llamadas macrófagos", señaló Colombo.

Los macrófagos deambulan constantemente por el organismo en busca de posibles invasores, a los que atrapan y envuelven en una suerte de bolsas llamadas fagosomas, que finalmente son digeridas en el lisosoma, el "estómago" del macrófago.

"Pero el bacilo de la tuberculosis ha evolucionado y desarrollado mecanismos que evitan que los fagosomas sean digeridos por el lisosoma -explicó la investigadora-. Entonces, pueden sobrevivir en el interior de los macrófagos y reproducirse, lo que permite su diseminación por el organismo, principalmente hacia los pulmones."

¿Cómo ayudar a los macrófagos a desembarazarse del Mycobacterium tuberculosis? Una posible respuesta, la que aporta el trabajo que aparece publicado en la revista Cell, comenzó a gestarse cuando Colombo y sus colegas de la Universidad Nacional de Cuyo estudiaban los procesos de autofagia de diversos microorganismos.

Cómo inducir la autofagia en las células infectadas por el bacilo de la tuberculosis era la pregunta que intentaban responder los investigadores mendocinos. Pero no contaban para ello con instalaciones adecuadas en donde manipular organismos tan peligrosos como el Mycobacterium tuberculosis.

Cómo estimular el apetito

"Maximiliano Gutiérrez, uno de nuestros becarios, se trasladó entonces a un laboratorio de la Universidad de Nuevo México, en los Estados Unidos, para realizar experimentos que fueron clave en nuestro proyecto de investigación", recordó Colombo.

Allí, Gutiérrez se dedicó a buscar la forma de inducir la autofagia en macrófagos humanos y de ratones infectados por la tuberculosis.

"Lo que encontró fue que es posible estimular la autofagia de las células infectadas ya sea al someterlas a condiciones de deprivación de nutrientes o al exponerlas a la rapamicina o al interferon gamma. Y lo más importante es que al estimular la autofagia favorecimos la destrucción del mycobacterium."

De esta forma, agregó Colombo, los investigadores no sólo descubrieron que la autofagia puede ser inducida para eliminar al bacilo de la tuberculosis. También demostraron que ese proceso "forma parte de la respuesta inmune innata que actúa defendiendo a las células del ataque de diversos microorganismos causantes de enfermedad en el ser humano", explicó la bioquímica.

Muy bienvenidos

Los resultados del estudio fueron muy bien recibidos por la comunidad científica internacional.

"Estos hallazgos son clínicamente relevantes, en tanto el descubrimiento de la forma en la que los organismos patógenos inhiben la autofagia podría conducir a la generación de nuevas vacunas", comentó la revista Nature Medicine sobre el trabajo del grupo argentino.

Pronto, Colombo y sus colegas mendocinos comenzarán a realizar experimentos similares, pero en cepas de mycobacterium resistentes a las terapias convencionales. Esto se hará en una sala especial para el manejo de organismos peligrosos, cuya construcción y equipamiento han sido posibles gracias a subsidios de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.


            

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