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02/Mar/05




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Primer caso de adopción de embriones congelados en España

También se llama Eva, como la bíblica madre de la Humanidad. Esta catalana de 41 años es pionera en España al implantarse un embrión congelado, abandonado en una clínica hace siete años. El feto ya tiene tres meses. En marzo llegarán a Barcelona varias italianas, pertenecientes a un movimiento católico, para someterse al mismo tratamiento y evitar la destrucción de otros embriones "huérfanos".

(El Mundo, del 27 de febrero de 2005) Hoy, día de San Leandro, es fiesta en casa de los Tarridas. Por todo lo alto. La niña, 41 años ya cumplidos, va a ser madre por primera vez. "Aún me cuesta creerlo", dice Eva. No hay más que verla, menuda de cuerpo y estatura, acariciándose el vientre delante de una luna, a la entrada del Instituto Marqués. "A veces sueño que se me va a caer [el feto] y me despierto sobresaltada, con las manos pegadas a mi barriga", decía ella en la antesala de la clínica, el miércoles. Minutos después, tumbada en una camilla y con la mirada fija en el monitor del ecógrafo, la futura madre confiesa sus planes en voz alta. "Ya sí. Este domingo se lo digo a la familia". Y serán dos noticias en una: "Estoy embarazada de tres meses". "En agosto tendréis un nieto varón". Así que fiesta por todo lo alto en la casa barcelonesa de los Tarridas.

No es para menos. Eva, separada desde hace poco más de un año, es la primera mujer en España que adopta con éxito un embrión congelado. El feto ya mide 11 centímetros en su vientre.

La habitación donde Eva contempla por vez primera la imagen de su criatura está en penumbra. Con precisión quirúrgica, la ecografista desliza el transductor láser por la barriga de la administrativa de Santa María de Palautordera, localidad situada a 50 kilómetros de Barcelona. Mueve el detector sin pausa, arriba y abajo, de un lado a otro del ombligo. Congela la imagen, la amplía, y el milagro aparece de nuevo en la pantalla de color.

"¿Ves?, ésta es la columna vertebral", comenta la doctora al mando de la máquina. Un instante después, el embrión hace un giro inesperado y enseña su rostro, sus frágiles brazos y piernas.Eva, quieta como una estatua, deja en el aire un suspiro. No puede hablar. Pero sus ojos, humedecidos de alegría, lo dicen todo.

Unos metros por debajo, en el piso inferior, otra mujer empieza a respirar con satisfacción. Es la doctora Marisa López-Teijón, la madre del proyecto que embarazó a Eva.

La ginecóloga leonesa afincada en Barcelona, especialista en reproducción asistida del Instituto Marqués, es la autora de un atrevido plan sin igual en toda España: poner a disposición de todas aquellas mujeres que quieran adoptar los 100 embriones congelados sobrantes que almacena desde hace años en su centro de fertilización. Y también será una Eva su primera mujer. Después, sabe López-Teijón, vendrán otras muchas. Para marzo ya se espera la llegada de un grupo de italianas, enviadas por el cura de Trento Oreste Benzi, que han acogido con alborozo cristiano la iniciativa de la clínica barcelonesa.

La oferta de la mentora del plan ("Dar a estos embriones la posibilidad de vivir, ayudándoles a encontrar una madre") es para las seguidoras del padre Oreste, militantes de una iglesia católica comprometida, como una llamada de salvación. Y a ello se aprestan: rescatar de los 196 grados bajo cero a esas células resultantes de la unión de un óvulo y un espermatozoide en un laboratorio.

Con Eva, la brecha ya está abierta. La adopción de embriones ha echado a andar en España por primera vez en todo el planeta. El sueño de la ginecóloga Marisa López-Teijón es que en un futuro no lejano a su llamada acudan también el resto de las 155 clínicas de reproducción asistida repartidas por todo el país. Los más de 30.000 embriones sobrantes que se acumulan en todos sus depósitos de nitrógeno líquido constituirían toda una alternativa científica a la adopción convencional de bebés.

A la doctora se le enciende la mirada cuando empieza a enumerar las ventajas: se reduce el coste, el tiempo de espera, la madre adoptante lleva en el vientre a su futuro hijo... Eva, la pionera, sólo habrá de pagar 2.000 euros por ver cumplido su ansiado deseo.Pero no hay compra. El embrión le es donado por la clínica y a ella lo que le toca pagar es lo correspondiente a los gastos del tratamiento.

La de la primera mujer adoptante de un embrión en España es también la crónica de un desengaño. Amoroso y vital. Pero sobre todo de una necesidad: probarse a sí misma como madre. "Siempre he deseado la maternidad. Pero no he tenido suerte. Mi relación más larga con un hombre, con el que además estuve casada, duró un año. Fue otro fracaso", se lamenta la administrativa catalana.Y la edad. Cada nuevo cumpleaños después de los 35 la fertilidad va a menos, aumenta el riesgo de aborto y la probabilidad de que aparezcan defectos congénitos del feto.

Eva vio la luz el día que escuchó, a través de una radio local, el plan de la doctora López-Teijón. «Esta es la mía, me dije».Ya no tenía que pedir dinero para irse al extranjero en busca de un niño colombiano, chino o ruso. Ni esperar turno en las cada vez más abultadas listas de adopción. Y lo que es más importante para ella: podría darle un hijo a su actual pareja, en quimioterapia a causa de cáncer y con escasas posibilidades de tener descendencia.

«Los dos sabemos que el bebé no se parecerá a nosotros, al menos físicamente. Pero eso nos da igual. No buscamos un bebé a la carta. El que ahora llevo dentro de mi será tan nuestro como si lo hubiéramos hecho los dos», dice Eva, acariciándose una vez más el vientre.

Siete años hibernando

La semilla de su futuro retoño, para el que aún no tienen nombre, había permanecido enfriado durante siete largos años. El fruto sobrante de la unión de un óvulo y un espermatozoide de una joven pareja que, tras someterse a un tratamiento de fecundación asistida, pudo alumbrar gemelos. De los tres embriones fecundados tiempo atrás en la clínica barcelonesa, dos obraron el doble milagro.El otro, de tamaño microscópico, quedó en hibernación hasta que, hace tres meses, terminó insertado en el vientre de la primeriza Eva. Ambos, de padres sanos y anónimos como dicta la ética médica.

¿Qué riesgo hay de que estos niños, hermanos de sangre, se encuentren algún día o lleguen incluso a mantener relaciones, ya de mayores? "El sistema que hemos diseñado para las asignaciones prevé que los embriones cambien de comunidad autónoma o país. De esta forma se evita que los hermanos se conozcan o se produzcan consanguinidades casuales", explica con detalle la doctora López-Teijón.

El parto de su pionero plan empezó a gestarse en la primavera pasada. Nadie, ni Gobierno ni oposición, tenía certeza del destino último que esperaba a esos miles de embriones sobrantes que permanecían almacenados en los centros de reproducción. Los inviables, y en eso sí había acuerdo, terminarían en los laboratorios de experimentación científica. No así los sanos. Una de las principales quejas de los médicos es la «falta de responsabilidad» que a menudo muestran los padres biológicos. Una vez que ya han satisfecho su deseo reproductivo, se desentienden de los embriones sobrantes, dejando en manos de los doctores el futuro de estos embriones. «En la mayoría de los casos», comenta la ginecóloga Marisa López-Teijón, «no se deciden a donarlos por desacuerdo entre la pareja o por miedo a que sus hijos se encuentren con hermanos o a que el resto de su entorno critique su decisión». Este es el motivo que ha llevado al Instituto Marqués a poner el marcha el Programa de Adopción de Embriones. A él puede acudir cualquier mujer mayor de edad, con salud física y mental.

El tratamiento, sencillo e indoloro, comienza con la preparación del útero, unos parches hormonales sobre la piel y unos comprimidos vaginales. En pocos días, la aspirante a mamá ya se encuentra en condiciones de recibir en su vientre la preciada semilla.Sin ingreso hospitalario. Prueba de embarazo y a hacer vida normal.Probabilidades de éxito: superiores al 45% en mujeres no estériles, según datos del propio Instituto Marqués; 35% si tienen problemas de fertilidad.

El problema de la infertilidad

En España, unas 600.000 parejas sufren a día de hoy anomalías reproductoras. Cada año, 16.000 nuevos casos. No hace mucho, las sospechas apuntaban a la mujer: los óvulos parecían más débiles que los espermatozoides. Hoy, a juzgar por lo que cuentan los andrólogos, el mito del sexo fuerte se ha derrumbado. La esterilidad afecta ya al 35% de los hombres. Mala alimentación, alcohol, contaminación, taras genéticas... Según el catedrático de Biología Celular de la Universidad Autónoma de Barcelona, Jorge Egozcue, el 25% del esperma de los varones españoles fracasa incluso en los tratamientos de fecundación in vitro porque su semen carece de la dotación cromosómica adecuada. También a ellos apunta el proyecto catalán.

Una de las salidas más habituales al problema de la infertilidad de muchas parejas ha sido la adopción internacional. Desde 1999 se calcula que más de 20.000 familias han cruzado las fronteras en busca de su retoño. No en vano, España es el segundo país del mundo (tras Estados Unidos) que más adopta. Siempre son procesos costosos (como mínimo, 14.000 euros) y largos (de dos a cuatro años).El caso de Eva demuestra que hay un camino más próximo y fácil: la adopción de embriones. El coste no supera los 2.000 euros y el tiempo de espera es el de un embarazo normal.

La atractiva propuesta del Instituto ha prendido especialmente en Italia. En la semana en que el Gobierno ha dado luz verde al uso de células madre embrionarias para investigación científica, CRONICA sabe que en el país transalpino hay ya un grupo de mujeres con billetes listas para viajar a Barcelona. Son las enviadas del padre Oreste Benzi. Un prestigioso sacerdote italiano, con acceso directo tanto al Papa como al primer ministro Berlusconi.

A sus 80 años, el profeta de las causas perdidas, como le llaman sus seguidores, sigue manteniendo en pie la lucha por los desheredados: sin techo, drogadictos, pobres y miserables, de todo tipo y condición. Firme defensor de la vida (otra de sus cruzadas es contra el aborto), el cura Oreste no ha tenido reparos en llamar a las puertas del Instituto Marqués. Fue a través de un correo electrónico, enviado a finales de enero. En él ya mostraba su interés por la "salvación de esos seres" (embriones), que el centro médico ha decidido regalar. Y a él acudirán en marzo dos parejas de la Comunidad Papa Juan XXIII, fundada por el religioso en 1968, con el mismo propósito que predica su líder: dar vida a esos huérfanos congelados.

Eva, la pionera, dice estar dispuesta a repetir la experiencia.Aunque sólo fuese por volver a sentir el feto en sus entrañas."Pase lo que pase, ya me siento madre", murmura ella. Y de nuevo la vista se le va al escaparate. Se mira de perfil, con coquetería.A un lado y a otro. Y vuelve a palparse el vientre. "¿Verdad que ya se me nota?", comenta risueña. Quiere llegar pronto a casa para decírselo a su pareja. "El mejor regalo que puedo darle".

Son casi las nueve de la noche y en el laboratorio de reproducción del Instituto Marqués dos biólogas siguen con los ojos pegados a los microscopios. Una pantalla de ordenador cuenta lo que está pasando al otro lado de la lente. Un espermatozoide lucha por romper las barreras naturales y penetrar la célula de un óvulo.Con un poco de suerte, la unión se consumará y el nuevo embrión dormirá entre vapores de frío. Así empezó la historia de Eva.

Mientras caminamos, le viene a la cabeza el cuarto en penumbra que ha dejado atrás. Las imágenes de su niño, todavía feto, moviéndose agitado por sus entrañas. Lo tiene todo pensado. Mañana, cuando regrese al hogar después del trabajo, pintará de azul cuatro paredes. Entre ellas, una cuna vacía espera.

Caravana de italianas adoptantes

"En el embrión se encuentra ya la persona", sostiene el padre Oreste Benzi, presidente de la Asociación Juan XXIII. Esta organización católica italiana ha hecho de la defensa de los postulados pro-vida una de sus principales señas de identidad. Pero jamás había llegado tan lejos como ahora se dispone a hacerlo. Porque, a fin de evitar la destrucción de embriones que el Instituto Marqués de Barcelona mantiene congelados y que ha ofrecido en donación, un puñado de mujeres miembros de esta asociación se muestran dispuestas a que los mismos les sean implantados en su vientre. "Es una idea maravillosa, ¿no le parece?", asegura el padre Oreste en declaraciones a CRONICA.

"A fin de evitar a esos embriones una muerte segura, varios miembros de nuestra comunidad se han prestado desinteresadamente para que los mismos les sean implantados y poder salvar así cada una de ellas una vida. Creo que es una iniciativa realmente hermosa", sostiene el presidente de la asociación Juan XXIII sin molestarse en ocultar su orgullo. Sin embargo, no son muchas las mujeres que, en nombre de sus convicciones religiosas, están dispuestas a albergar en su seno a uno de estos embriones y a dar posteriormente a luz. "Por ahora, es un número discreto", asegura don Benzi, como le llaman sus colaboradores, negándose a dar cifras concretas."Pero estoy seguro de que, con el tiempo, la cifra aumentará".

En la Asociación Juan XXIII conciben esta iniciativa como una especie de misión divina. Y, en sintonía con ese planteamiento, han decidido que los embriones sobre los que deben de concentrar sus esfuerzos de salvación han de ser aquellos que corren un mayor peligro de ser destruidos. "Sí, los que elegimos para que le sean implantados son aquellos que más se acercan a los cinco años de existencia, fecha en la que los mismos son eliminados", señala el padre Oreste. A pesar de que el Vaticano condena la fecundación in vitro y el recurso a las técnicas de reproducción asistida, en la Asociación Juan XXIII tienen muy claro que el hecho de que a varias de sus socias les vayan a ser implantados embriones congelados no supone una violación de este sacrosanto precepto. "En absoluto", subraya don Benzi. "Las mujeres que han accedido a ello no lo hacen para tener descendencia, sino para salvar a unos seres que de otro modo serían asesinados.Estamos hablando de salvar la vida a personas, a víctimas inocentes", añade. Para ocuparse de los detalles de esta operación de salvamento, Enrico Masini, responsable del programa de Maternidad Difícil de la asociación de Oreste (ayuda a embarazadas para evitar que aborten) viajó en enero a Barcelona. Por cierto, Masini predicaba el viernes con el ejemplo los principios del movimiento pro-vida: su mujer trajo un hijo al mundo.

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