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Se cumplen 80 años de la visita de Einstein a la Argentina
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Propuso la unión de los países europeos. Llegó invitado por la UBA y la Sociedad Hebraica. Dictó conferencias y permaneció un mes.
Escribió en La Prensa y afirmó que "el porvenir de la historia está en América".
(La Nación) Entre los actos conmemorativos que este año se celebran en todo el mundo en homenaje a Albert Einstein, al cumplirse el centenario de la
publicación de su teoría de la relatividad, se destaca una perspectiva argentina: hoy se cumplen 80 años de la visita del sabio a la Argentina.
Permaneció durante un mes, entre el 24 de marzo de 1925 y el 24 de abril del mismo año, invitado en forma conjunta por la Universidad de Buenos Aires
(UBA) y la Sociedad Hebraica.
Visitó la Argentina durante el apogeo del país en la presidencia de Alvear, al que algunos consideran la Belle Epoque argentina.
Como dice Juan Carlos Agulla (h.), en un artículo publicado en el número 277 de la revista Todo es Historia en enero de 1988, era una época en la cual
"las corrientes del pensamiento político, filosófico, literario, artístico y científico europeo no sólo llegaban con asiduidad, sino que se concretaban, con bastante
frecuencia, en visitas de grandes personalidades mundiales", como fueron en ese tiempo las de José Ortega y Gasset, el Príncipe de Gales, Julio Rey Pastor,
Anatole France y Mircea Eliade.
Durante los 30 días que dura la visita dicta doce conferencias, la primera en el Colegio Nacional de Buenos Aires, organizada por la UBA, la mayoría sobre la
teoría de la relatividad. Además, participa en reuniones, recepciones y banquetes. Visita también La Plata y Córdoba y discute con físicos y químicos argentinos
cuestiones actualizadas de la física de la época, como los quanta y la relatividad en general.
Llega al puerto de Buenos Aires a bordo del Capitán Polonio, tras una breve escala en Río de Janeiro, donde pronuncia una conferencia, y otra en Montevideo,
donde se dirige a la juventud.
En el puerto es recibido, entre otros, por el secretario de la UBA, Mauricio Nierenstein, en representación del rector José Arce. En Buenos Aires se había
organizado una serie de comisiones para recibirlo.
Presencia en los medios
Se aloja en el palacio de la familia Wasserman, en el barrio de Belgrano, donde al poco tiempo de llegar lo entrevista el semanario Caras y Caretas, la
revista de más prestigio en los años veinte.
Ante la pregunta de si conserva la nacionalidad suiza, responde que sí y agrega que se interesa mucho por los acontecimientos políticos mundiales. Sobre el
resurgimiento de Alemania se muestra optimista y afirma que "el porvenir de Alemania es el porvenir de Europa".
Dos días después, el 26 de marzo, comienza sus colaboraciones con el diario La Prensa, que no fueron dedicadas a la ciencia, sino a un tema político:
propone la creación de "Paneuropa", a partir de una federación de Estados europeos, lo que se está concretando 80 años después con la aprobación de la
Constitución de la Unión Europea.
El diario mostraba el interés que generaba en la Argentina la cuestión europea, a seis años de la finalización de la Primera Guerra Mundial y catorce antes del
estallido de la segunda. Decía que publicaba el primer artículo de la serie contratada con el "ilustre sabio" a un tema que "le preocupa de modo especial: la
creación de una Paneuropa", a varios de cuyos potenciales integrantes citaba en el artículo. Decía que Einstein, "lo mismo que Goethe y Nietzsche, quiere ser un
buen europeo y no sólo un alemán o un suizo".
La unidad europea
En este artículo dice que "Europa forma, no obstante sus dimensiones políticas desde la antigüedad, una unidad espiritual. El americano, sobre todo, a quien
Europa se muestra en sus manifestaciones intelectuales y económicas, comprende que nuestro continente, a pesar de todos los individualismos y egoísmos
nacionales, lleva una vida común e internacional, de modo que las complicaciones bélicas han de parecerle como algo insensato, como un suicidio".
El sabio presentía los riesgos que subyacían y que años después provocarían la mayor guerra europea y el holocausto judío.
El párrafo final del artículo decía: "A vosotros, los americanos, os parecerá extraño que hable siempre de Europa, cuando se trata de un asunto que interesa al
mundo entero. Mas es fácil tender la mano sobre la base del derecho al compañero lejano; es difícil armonizar con el vecino que evoca el recuerdo de
innumerables roces y conflictos que tuvieron por causa la vecindad. Acuerdos consolidadores entre vecinos deben, por eso, preparar el régimen de la justicia en
el mundo entero. Hay que agregar una consideración. Sin la Unión de Europa no habrá Liga de las Naciones realmente universal. Pero la unidad política de
Europa se obtendrá forzosamente cuando se hayan adherido a la Liga todas las naciones de América, las que tropiezan con grandes dificultades para adherirse
a la gran comunidad. El porvenir de la historia está, desde este punto de vista, en manos de América".
No sólo advierte sobre los rencores que subyacían en Europa, sino que, con acierto, señala sin nombrar directamente a los Estados Unidos y cómo su ausencia
de la Sociedad de las Naciones la tornaría inviable, acertando al plantear que el futuro del mundo estaba en manos de América.
El 24 de abril, Einstein dejó la Argentina, viajó a Montevideo, donde dio tres conferencias y desde donde el 1° de mayo se trasladó a Río de Janeiro en el
Capitán Valdivia, de donde emprendió el regreso a Europa el 12 de mayo. Dedicó tres veces más tiempo a la Argentina que a Brasil, lo que resultaba lógico
entonces, dada la supremacía cultural que en América latina tenía nuestro país, lo que probablemente hoy sería a la inversa.
Recordar la visita de Einstein a la Argentina no sólo es recordarlo en su personalidad y legado, sino también destacar la actualidad de su visión política, cuando
la Unión Europea da un paso concreto hacia la unidad que Einstein reclamaba y las Naciones Unidas proponen su necesario replanteo para no fracasar como
sucedió con la Sociedad de las Naciones, como también advertía el sabio ochenta años atrás.
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