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Publicaciones recibidas: Asimov Ciencia Ficción #15
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EDITORIAL: Hablemos de nuevo de premios
NOVELAS CORTAS:
"El muro de hidrógeno", Gregory Benford
"Como las que solíamos conocer", Connie Willis
CUENTOS:
"Leticia en el reflujo de la marea", Alejandro Alonso
"Viajes con mis gatos", Mike Resnick
"Recoge mis huesos con susurros", Rally McBride
"Agente curador", Don D"Ammassa
SECCIONES:
Reflexiones, Robert Silverberg
("Hacia una teoría del relato" III)
El libro del mes, Miquel Barceló
(El torreón del cosmonauta
y Luz oscura de Ken MacLeod)
El cómic del mes, JuanJo Sarto
(Tech Jacket (1 de 3) de R.Kirkman)
El DVD del mes, Luis Vigil
(El experimento Filadelfia de S.Raffill)
120 x 220 mm. 196 páginas
A veces no es fácil. Tras rematar la reseña del Asimov Ciencia Ficción #9 con un "balance (como si hiciera falta): un número redondo. (Si el 9 es un
número redondo, no me atrevo a imaginar qué será el 10)", ¿qué puedo decir de este Asimov Ciencia Ficción #15?
Por lo visto Santos, que conoce como pocos el oficio de elegir para una revista, se está manejando como un maestro, logrando depurar el material hasta
alcanzar los atributos del elixir. ¿Exagerado? Me remito a las pruebas.
Asimov Ciencia Ficción #15 se compone de dos novelas cortas, cuatro cuentos y las secciones habituales: "Editorial" (¿Santos?), "El libro del mes"
(Miquel Barceló), "El comic del mes" (Juanjo Sarto) y "El DVD del mes" (Luis Vigil). También se puede leer la tercera entrega de las "Reflexiones" de Robert
Silverberg ("Hacia una teoría del relato"), hay un índice de lo publicado del #1 al #15 y las jugosas "Cartas de los lectores".
Pero a nadie se le escapa que ansío meter mano en los cuentos. Y no voy a cometer la torpeza de organizarlos en un supuesto escalafón de méritos y fallos. Son
seis textos de excelente nivel, y cada uno en lo suyo cumple con creces con el principal atributo que debe tener una obra de ficción: se leen con fruición, con
interés, dejan la sensación, a veces añorada, de que la lectura es un placer genial, voluptuoso.
"El muro de hidrógeno" es demasiado hard para mi paladar, pero uno no come siempre ostras o caviar. Y puesto a degustar un Benford legítimo, quizá
el más genuino (y serio) representante de esa arbitraria división que hemos creado, el resultado es satisfactorio. Un relato minucioso sobre el contacto con una
civilización extraterrestre, con ingredientes rigurosos y el aderezo de los lógicos "problemas humanos" que necesariamente conllevaría esa clase de tsunami
cultural, no es poca cosa.
La otra novela corta es de Connie Willis. Me encanta Connie Willis, nunca logro ser objetivo con ella. En este caso maneja con concepto original sobre el
"calentamiento global" pero lo hace jugar en un contexto navideño, con decenas de personajes moviéndose como en una película de Robert Altman, lanzando
historias individuales contra una diana, como dardos. Hay varias capas. Lo dicho sobre el clima (¿querían una Navidad Blanca? Aquí la tienen: muy
blanca y fría) lo cubre todo, pero los personajes que fluyen hacia arriba y abajo, atrás y adelante, manejados con sabia (y despiadada) ironía, no exenta de
cierta piedad (es Navidad, ¿vieron?) forma un entramado curioso, siempre funcional, aunque parezca que no pasa nada. Pasa. Tranquilos, pasa mucho. Sólo
que no es "realismo explícito" sino "realismo conjetural" del mejor cuño. (Nota del reseñador: ¿vieron? Al final no se salvaron).
Los cuentos. "Leticia en el reflujo de la marea". Si no puedo ser objetivo con Connie, ¿pretenden que lo sea con Alejandro? No lo soy. Alonso está
construyendo un universo original (creo que es lo que más le gusta) y poblándolo (amenaza) con más y más historias, escritas en solitario o en colaboración con
otros creadores. Es toda una experiencia y un privilegio asistir al montaje del edificio desde los cimientos. Este cuento se relaciona con "Elegía al ausente
perfecto" (Axxón N° 142 ../../rev/142/c-142Cuento10.htm) y si bien visualizar las microdimensiones Calabi-Yau, las cronoelipsis e incluso la
sintelización implica un esfuerzo intelectual fuera de lo común, la recompensa es descubrir que desde nuestro lado de la línea se yergue un bravo capaz de
pelearla en un ámbito en el que ellos son los fuertes. ¿Saben qué? Ser capaz de descifrar la ruta de un escritor talentoso hace cosquillas en el ego. Y eso me
ocurrió con Alejandro, hace años...
Dije tantas cosas del cuento "Viajes con mis gatos" fuera de cámara que ahora me parece estar repitiéndome. Con él, Mike Resnick consiguió quedar entre los
finalistas del Hugo. Y eso que no es un cuento de ciencia ficción en sentido estricto. ¿Un cuento de fantasmas? Tengo mis dudas. Me quedo con algo que
escribí hoy en otro ámbito y tal vez algunos de ustedes ya leyeron, eso de que Resnick exploró en este cuento un territorio que permanece sin hollar, el de los
entes literarios puros, los que funcionan exclusivamente en la ficción y que no pretenden tener existencia de ninguna naturaleza fuera de ella. Lo que casi no se
puede discutir es que el escritor de ciencia ficción o ficción especulativa es, desde el punto de vista conceptual, quien está mejor equipado para trabajar en estas
zonas y lidiar con sus creaturas (casi independizadas del escritor, una vez creadas). Por eso no importa que se trate de fantasmas, alucinaciones o ficciónidos
(¿les gusta la palabra?, la acabo de inventar); lo decisivo es que el autor logra establecer un nexo entre su cuento y el campo unificado (mente-espíritu) del
lector. Puede parecer excesivo, pero si uno pudiera alimentarse con esta clase de literatura tal vez no tendría que pasar por el supermercado para comprar
productos ordinarios como carne, leche, huevos...
Guauuuu. Y todavía quedan "Recoge mis huesos con susurros", de Sally McBride y "Agente curador", de Don D'Ammassa. Dos autores para mí desconocidos,
que sin la compañía de los ya comentados ganarían sin usar la fusta en cualquier gran premio. No lo dije, pero lo digo ahora. Si algo distingue (o unifica) a este
puñado de textos, es la carga afectiva. Estos dos participan de ese rasgo. Amor filial (con sus variantes, con sus mutaciones), deseo de vivir (con sus angustias,
con sus miserias). Por lo visto hemos descubierto, los escritores, que pocas herramientas funcionan con más eficacia que la especulación, a la hora de
cartografiar los sentimientos en el vórtice del cambio. Porque creo que nadie se atreve a discutir que estamos viviendo en medio de un inmoderado huracán de
transformaciones y que lo más difícil de fijar en medio de un vendaval son los sentimientos. El cambio, para McBride, es la UniRed. Para D'Ammassa es una
cura milagrosa en una aldea perdida en medio del Sahara. Cambios. Y emociones que se escurren entre los dedos como agua, como arena...
No, no es fácil. Y como no lo es, esta reseña no se remata, en ninguna de las acepciones de la palabra. Creo que con lo dicho basta.
Sergio Gaut vel Hartman para Axxón y Garrafex News.
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Más información:
Publicaciones recibidas: Asimov Ciencia Ficción #9
Ediciones Robel
Asimov Ciencia Ficción #15
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