20/Abr/05!f>
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Expertos discuten la forma de limpiar la órbita terrestre de la chatarra espacial
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Tal cual si se tratara de
un capítulo de
Futurama, 250 expertos se reúnen para discutir el futuro de la basura
espacial. Y aquí no vale la solución que le diera el profesor Farnsworth.
(Nota
original de Clarín, contextualización de Joe Garrafex) Muchas veces, viendo la actitud del ser humano para con el medio ambiente, se podría pensar que el hombre está empecinado en destruir el
planeta. Generalmente, la culpa recae en las grandes industrias que generan gases de efecto invernadero, pero lo cierto es que el tema empieza por el reciclaje
de la basura de todos los días: en muchos países, éste no se realiza o no se lo hace bien.
Por esas idiosincrasias del ser humano, la trama no termina sólo en los límites del planeta, sino que también se ensucia, y en forma indiscriminada, la órbita
terrestre. Y acá tampoco se aplica el reciclaje. Tan serio parece el tema, que unos 250 expertos se reúnen desde hoy en la ciudad alemana de Darmstadt con el
fin de analizar el creciente peligro que representa la chatarra de satélites y cohetes para la navegación espacial.
Los especialistas abordarán durante tres días soluciones tendentes a mejorar el control de los grandes escombros, que deambulan a una velocidad de hasta 30
mil kilómetros por hora alrededor de la Tierra, así como la forma de desechar la basura espacial.
"Si no emprendemos algo urgente, seremos testigos en los próximos decenios de varios accidentes catastróficos", pronostica, algo trágico, Heiner Klinkrad,
científico del Centro Europeo de Control Espacial (ESOC) en Darmstadt, y organizador del encuentro.
Se calcula que unos 100 mil restos de basura espacial orbitan en torno al planeta y podrían averiar o incluso destruir naves espaciales o satélites.
La chatarra es producto mayormente de la explosión de unos 180 cohetes y satélites en los últimos 40 años, a las que se suman motores consumidos de cohetes
y herramientas perdidas por astronautas durante misiones espaciales.
Los transbordadores espaciales son rozados con regularidad por objetos de este tipo. "Cerca de 80 ventanas tuvieron que ser cambiadas por este motivo",
indicó Klinkrad. También los generadores solares del telescopio espacial Hubble, que fueron traídos de regreso a la Tierra, tenían rayaduras e impactos.
Desde la Tierra son objeto de observación las órbitas de unos 9 mil escombros de mayor dimensión y en algunos casos se ordena cambiar la dirección de un
satélite para evitar una colisión.
Recientemente ocurrió esto con el satélite europeo ambiental Envisat. "Estas maniobras aún son una excepción, pero pronto se podrían convertir en regla",
sostiene Klinkrad, y explica que nadie puede impedir que los trozos de chatarra voladora choquen entre sí. "De dos escombros salen de repente centenares y
esto aumenta el riesgo de colisión", agrega Klinkard.
Para la limpieza, el especialista explica que único el método es la fuerza de gravedad. Según su tamaño y peso, los escombros espaciales van cayendo, algunos
tras pocos meses, otros después de décadas, a la atmósfera y se extinguen, mientras que unos pocos impactan en la superficie terrestre. Como el que cayó, en
enero del año pasado, en una zona rural de la provincia de Corrientes, en el noreste de Argentina. (ver archivo)
Los expertos analizarán la alternativa de fijar una "órbita cementerio" para los satélites fuera de uso y algún mecanismo para precipitar la caída de motores
consumidos. "Pero para ello se necesita combustible, y cada kilo de carga adicional en el espacio cuesta un dineral", admite Klinkrad. Los resultados del
congreso serán presentados el próximo miércoles.
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