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Los ataúdes colgantes de China: un enigma
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Trabajan en la montaña sagrada de Longhu, al sur del río Yangtsé, para intentar resolver uno de los enigmas arqueológicos del país: la presencia de miles de
ataúdes colgantes en cuevas de toda China.
(EFE) En las últimas dos semanas, un grupo de expertos chinos, surcoreanos y de EEUU viajó a la montaña taoísta, situada en la provincia china de
Jiangxi, para analizar este fenómeno, y encontraron 10 féretros hasta ahora desconocidos que según los expertos pueden tener 2.600 años y ser los más antiguos
del país.
Uno de los expertos que participaron en la investigación, Liu Shizhong (del Museo Provincial de Jiangxi) reconoció que los expertos todavía no saben
demasiados detalles sobre esta peculiar costumbre funeraria, casi única en el mundo.
Según Liu, hay miles de ataúdes de este tipo en toda China, pero sobre todo en el sur del país, donde muchos antiguos pueblos que vivían en la zona (tanto
chinos de la mayoría Han como de otras etnias) optaron por enterrar "en el aire" a los jefes de sus tribus.
"Los antiguos pensaban que el fallecido estaba así más cerca del cielo y podía subir rápidamente al paraíso, protegiendo de esta forma a sus familiares y dándoles
buena suerte", destacó el arqueólogo.
Sin embargo, añadió, otras teorías afirman que la razón es más práctica que religiosa, ya que algunas tribus consideraban que, en el húmedo sur de China,
propenso a inundaciones y corrimientos de tierra, colgar ataúdes era la forma más segura de que los muertos descansaran en paz.
La mayoría de estos ataúdes se encuentran en cuevas situadas en escarpados acantilados fluviales o marítimos, lo que plantea un nuevo enigma: ¿Cómo pudieron
los antiguos chinos subir y colgar en lugares tan inaccesibles féretros de hasta 500 kilos de peso?
"No se sabe cómo pudieron llegar tan alto", reconoció el experto, quien añadió que hay ataúdes colgantes de casi todas las épocas históricas, desde el período
de la Primavera y el Otoño (siglo VII a.C) hasta la reciente República de China (1911-1949).
El de los ataúdes colgantes es uno de los muchos enigmas arqueológicos que tiene China, junto a misterios como el lugar donde está la tumba de Gengis Khan o
qué hay en el interior del todavía no abierto sepulcro del Primer Emperador, Qin Shihuang (el monarca que ordenó ser enterrado junto a miles de guerreros de
terracota).
Existen ataúdes colgantes también en Filipinas (los de las cuevas de Sagada), aunque mientras los filipinos aparecen apilados en grandes cantidades, apoyados en
paredes de las cavernas, los chinos suelen estar más aislados y se sostienen mediante estacas o cuerdas.
Los ataúdes de la montaña taoísta Longhu no fueron descubiertos hasta los años 70, cuando las puertas de madera que sellaban las cavernas cedieron por el
paso de los años y permitieron la entrada a las criptas naturales.
Los lugareños de la zona nunca habían podido subir a esas cuevas, debido al difícil lugar en el que se encontraban, e inventaron leyendas asegurando que en ellas
había encerrados "libros divinos sin palabras" y tesoros incalculables, según relató esta semana la agencia oficial Xinhua.
Los 200 féretros colgantes de la montaña tienen forma de casa antigua o de barco, están confeccionados con maderas toscas y fueron llevados allí por miembros
de la etnia Baiyue, según los arqueólogos.
En marzo de 2003, expertos chinos descubrieron en la provincia central china de Guizhou más de mil ataúdes en una sima sepulcral, colgados a diferentes alturas
que seguían un orden genealógico, con las generaciones más antiguas encima y las más jóvenes debajo.
Se trataba de la mayor concentración de ataúdes colgantes de toda China, superando a los 300 hallados en Gongxian (provincia suroccidental de Sichuan),
pertenecientes a la enigmática etnia de los Bo.
No menos inquietantes son los ataúdes de Bawuxia, situados en la orilla del río Yangtsé, en la región de las Tres Gargantas, ya que muchos de ellos encierran en
su interior a una pareja, por lo que se cree que cuando uno de los hombres de la localidad moría se mataba a una mujer para que le hiciera compañía en el más
allá.
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