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El polvo creado por los meteoritos podría cambiar el clima
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Un equipo de investigadores australianos, realizando experimentos en la Artártida, detectó que las partículas llegan a formar nubes sucias de 200 kilómetros.
(EFE) Científicos de la división australiana de la Antártida, han descubierto que los meteoritos dejan enormes nubes de polvo que pueden tener efectos relevantes en el clima del planeta.
El equipo de científicos australianos, en el que también participan estadounidenses y canadienses, estudió un enorme meteorito que hizo explosión al entrar en la
atmósfera en septiembre de 2004.
Los efectos de la entrada del meteorito fueron registrados desde la estación australiana de Davis por un poderoso instrumento de observación conocido como
LIDAR (Light Detection and Ranging), explicó Andrew Klekociuk, director del equipo científico, en un comunicado de prensa emitido ayer.
El LIDAR es un instrumento sensor que mide la densidad atmosférica, la temperatura y la velocidad del viento y opera de forma parecida a un radar.
"Justo cuando empezábamos la observación de la estratosfera, registramos una señal extraña procedente de unos 30 kilómetros de distancia", relató Klekociuk.
Unas horas antes de que el LIDAR registrara el evento, un asteroide había estallado en
otra parte de la Antártida, a unos 1.500 kilómetros al oeste de la estación de Davis. "El meteorito, que venía posiblemente de un lugar entre Venus y la Tierra,
medía unos 10 metros, con una masa de 1.000 toneladas y si no se hubiera desintegrado al entrar en la atmósfera su efecto habría sido parecido al de la bomba
de Hiroshima", indicó el científico.
El estudio ha permitido determinar la medida de las partículas de polvo dejadas por el meteorito, que son 100 veces más grandes de lo que se creía.
"Es la primera vez que pudimos medir las propiedades del polvo de un gran meteorito en el momento en que entraba en la atmósfera", dijo el científico. "Las
partículas que vimos eran pequeñas, de una milésima parte de un milímetro, pero eso es entre 10 y 100 veces más grande de lo que se esperaba encontrar en la
desintegración de un gran meteorito", aclaró.
Durante las semanas siguientes a la explosión, los granos de polvo caen en forma de lluvia y es posible que tengan un papel importante en el comportamiento del
clima de la Tierra.
"El tamaño de la nube de polvo en la estratosfera era de 200 kilómetros por 75
kilómetros, si hubiera pasado entre la Tierra y la luz solar habría reducido la intensidad de la luz en un 20 por ciento", indicó.
Los científicos australianos continúan la investigación y el próximo paso será analizar las muestras de partículas de polvo recogidas en las tres estaciones que
Australia tiene en la Antártida, Davis, Casey y Mawson.
Klekociuk espera que los análisis permitan validar modelos de circulación atmosférica y poner a prueba varias teorías relativas al impacto que los grandes
meteoritos tienen en el clima y en el ozono.
"Puede que no haya cambios asociados al clima regional o a los niveles del ozono a corto
plazo, pero hay que analizar cuales son las repercusiones a largo plazo", concluyó el científico, que ha visto publicados los resultados de su investigación en la
última edición de la revista científica Nature.
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