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30/Sep/05



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Los guardianes de la ciencia

Imaginemos que acaba de nacer uno de los mayores benefactores de la humanidad, alguien por ejemplo como Louis Pasteur cuyo trabajo ha salvado millones de vidas gracias a las vacunas y la pasteurización.

(BBC Mundo) - Nuestro científico imaginario, que nació en el mundo en desarrollo, ya posee una excelente educación básica y aunque su país no es rico, cuenta con varias universidades e incluso una academia establecida de ciencias e investigación.

El joven ya demostró su gran capacidad para investigar y formular hipótesis, la paciencia para conducir experimentos y la brillantez para lograr soluciones y resultados.

¿Logrará con estas virtudes nuestro eminente investigador convertirse en uno de los más importantes científicos del silgo XXI?

No.

Para lograr su objetivo, el nuevo Louis Pasteur tendrá que entender, en primer lugar, cómo opera la ciencia hoy en día.

¿Quién está en control?

Para saber quiénes son los guardianes de la ciencia, BBC Mundo conversó con el doctor Fabio Salamanca-Buentello, un médico mexicano de 33 años, investigador del Centro de Bioética de la Universidad de Toronto, Canadá.

"Hoy en día, sin una beca de investigación, es imposible desarrollarse en la ciencia", dice Salamanca-Buentello, quien se dedica al estudio de nanotecnología y otras tecnologías emergentes.

En la mayoría de los países existe un organismo gubernamental que maneja el dinero destinado a la investigación científica y tecnológica.

"Los investigadores deben presentar una propuesta de proyecto a un comité de selección, que decidirá a quién se dará financiamiento", señala Salamanca-Buentello. "No es un proceso exento de controversia y por supuesto los comités tienen tanto criterios explícitos como intereses privados para aceptar determinados proyectos de investigación".

Sigamos imaginando que nuestro joven investigador logró obtener una beca de financiamiento de su gobierno para realizar su proyecto en algún centro académico del mundo desarrollado. Y ahora comienza, con su bata blanca de laboratorio, el largo aprendizaje para lograr sus eminentes descubrimientos.

Si todo marcha bien, llegará el momento de enfrentar la segunda gran prueba de la ciencia: publicar sus descubrimientos en alguna publicación especializada.

"El fundamento de la ciencia es que debe aclarar los misterios de la naturaleza para todos, por lo tanto es básico que cualquier avance se comunique y para eso hay que publicarlo", señala Fabio Salamanca-Buentello.

Las publicaciones cuentan con sus propios comités de selección, así que una investigación sólo obtendrá el "sello de calidad", cuando es publicada.

Publicaciones

Philip Campbell es editor en jefe de la prestigiosa revista Nature, cuyo trabajo es elegir entre los documentos que recibe aquéllos que serán enviados a revisión de dos o tres 'evaluadores' del comité de selección.

"Rechazamos sin revisar un 50 ó 60% de los documentos que recibimos y no porque se trate de mala investigación", dijo Campbell a la BBC.

"Debo admitir que hemos rechazado trabajos sobresalientes, simplemente porque nuestro criterio tiene fallas y limitaciones", agrega.

En promedio, las revistas especializadas publican menos del 10% de los artículos que reciben para cada edición, así que es indudable el poder que mantienen.

A pesar de que en los países en desarrollo vive más de 80% de la población mundial, en éstos sólo trabaja en investigación un 30% de los científicos involucrados.

Y de lo que se publica actualmente en las revistas mundiales de ciencia y tecnología, sólo un 15% proviene de los investigadores del mundo en desarrollo.

"Hay una enorme discriminación en las publicaciones, y no ven de la misma forma a un investigador de la Universidad de Harvard, que a otro de una universidad del tercer mundo", señala Salamanca. La balanza, como nos damos cuenta, se inclina dramáticamente hacia la investigación que se realiza en el mundo desarrollado.

La única forma de cambiar estas tendencias, dicen los expertos, es que los gobiernos de los países en desarrollo se interesen más por la ciencia y la tecnología.

"El ideal es que los países destinen 1% de su PIB a la ciencia y tecnología, y por ejemplo, México hoy en día destina solamente 0,33% a este rubro", señala.

"Hay un gran desinterés de nuestros gobiernos y nuestras industrias y mientras eso no cambie los científicos del mundo en desarrollo estaremos siempre siguiendo las reglas del primer mundo", concluye.


            

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