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Hagan sitio, hagan sitio: llegan los extraterrestres de silicio a la biología
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Un nuevo libro expande las clasificaciones biológicas para poder incluir la vida extraterrestre. El autor incluye también en esta definición las formas de vida
creadas en laboratorios terrestres.
(University of Washington) ¿Qué nombre le pondrías a un extraterrestre si mañana te lo encontraras por la calle? ¿Que pasaría si ese extraterrestre no viniera en
realidad de otro planeta, sino que hubiera sido creado aquí mismo en la Tierra, pero funcionara distinto que otras formas de vida terrestres?
Peter Ward tiene el inicio de una respuesta para ambas situaciones. En un nuevo libro, este paleontólogo de la Universidad de Washington ofrece un "árbol de la
vida" (también llamado sistema de clasificación biológica) expandido, para incluir una variedad de formas de vida que no encajan con el sistema utilizado
actualmente.
Entre ellos se cuentan los virus, largamente considerados como segmentos de proteína y ácido nucleico sin vida, pero que, según argumenta Ward, están tan
vivos como los muchos parásitos que infectan a los humanos y a otros organismos. Este modernizado sistema de clasificación también incluye a las formas de
vida basadas en el ARN, en vez del ADN, y formas de vida halladas en las afueras de la Tierra, que más probablemente estén basadas en el silicio o en
elementos diferentes a la mezcla de carbono-hidrogeno-oxígeno-nitrógeno que es el basamento de las formas de vida terrestre.
"Para obtener vida basada en el ADN, tienes que pasar por la vida no basada en éste, a la cual ya no la tenemos", dijo Ward. "Pero por la simple razón de que
ese tipo de vida este extinta no significa que no tengamos que clasificarla. De otra manera no tendríamos dinosaurios formando parte del árbol de la vida. Y hasta
ahora, no había un lugar donde clasificar a las formas de vida basadas en ARN."
En el sistema que se utiliza popularmente en nuestros días, los niveles más altos son los formados por los tres dominios: bacteria, arcaea y eukaria, el último de
los cuales incluye a los animales. El plan de Ward pone a estos tres dominios bajo un dominio más amplio, que él denomina "terroan", para indicar su origen
terrestre. Hay otro dominio al que denomina "ribosa", ya que se basa en el ácido ribonucleico, o ARN. Los otros dominios se formarían para poder incluir la vida
que esté basada en otro componente que no sea el ARN o el ADN.
Los dominios se ubicarían en clasificaciones más amplias denominadas "arborea", las cuales contendrían vida que no se combinaría con la de otras secciones
"arborea". La arborea terrestre contendría todas las formas de vida encontradas en este planeta y otras arborea contendrían formas de vida halladas afuera de la
Tierra.
Ward presenta su nuevo modelo en un libro llamado "Life As We Do Not Know It: The NASA Search for (and Synthesis of) Alien Life" ("La vida como no la
conocemos: La búsqueda de la NASA por la vida extraterrestre (y su sintetización)", publicado por Viking y distribuido recientemente.
El nuevo sistema ya es necesario, según dice, porque la vida "extraterrestre" ya ha sido creada por los laboratorios terrestres. Esto incluye microbios con al
menos un aminoácido adicional que los veinte del ADN de la vida terrestre nativa, o los organismos genéticamente modificados, de acuerdo a Ward. Esto
también incluye algunas de las formas de vida que han sido modificadas para ser mucho más simples de lo que normalmente se hallaría en la Tierra.
"Puede ser que nunca hallemos vida más allá de la Tierra, pero ya hemos creado extraterrestres en este planeta y continuaremos haciéndolo cada vez con mayor
frecuencia", dijo. "En los últimos cinco años hemos llegado a darnos cuenta que podemos crear vida microbiana en muchas más formas que las que utilizó la
madre Tierra."
Ward cree que si la vida es encontrada lejos de la Tierra, al menos una parte podría estar basada en elementos como el silicio, quizás en combinación con el
carbono. Ya que los medio ambientes son mucho más fríos en las lunas y en los planetas más alejados del Sol, es menos probable que la vida en las lunas de
Saturno y de Júpiter, por ejemplo, usen el agua de la misma manera que la que lo hacen las formas de vida terrestres. En lugar de eso, sería más probable que
esos organismos usen compuestos como el amoníaco, que permanece líquido aun a muy bajas temperaturas.
Ward es uno entre varios miembros de la facultad pertenecientes al vanguardista programa de graduados en astrobiología de la Universidad de Washington
(UW). El programa, primero en su tipo, comenzó en 1998 con un subsidio de la National Science Foundation y ha sido desde ese momento apoyado por fondos
de la National Aeronautics and Space Administration (NASA). Los estudiantes trabajan en una variedad de áreas tales como la astronomía, microbiología y la
oceanografía, para prepararse a sí mismos para la búsqueda de la vida lejos de la Tierra.
Ward también fue co-autor, junto al astrónomo de la UW Donald Brownlee, del popular libro "Rare Earth" ("Tierra rara") publicado en el 2000. El libro ya
adelantaba la idea de que la vida microbiana simple podría ser muy común en el universo, pero que la vida más compleja es probablemente tan rara y dispersa
que sería posible que los habitantes de la Tierra nunca encontremos otra inteligencia.
Según Ward, sus creencias no han cambiado del fundamento básico de "Tierra rara", pero se hace cada vez más claro que la vida simple que se encontrara lejos
de la Tierra podría llegar a tomar formas no previstas con anterioridad. Eso ya está sucediendo en los laboratorios terrestres.
"Espero que la gente se despierte y se de cuenta de que esta es enteramente una nueva biología", dijo Ward. "En los próximos veinte años vamos a tener un
zoológico de extraterrestres aquí en la Tierra, simplemente de lo que nosotros mismos fabricamos."
Aportado por Laura Nuñez
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