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12/Nov/05



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Científicos de 16 países celebran el debut del Observatorio Auger

Se investigan allí misteriosos rayos cósmicos. Vinieron más de cien investigadors de los 360 que integran la colaboración internacional. James Cronin, premio Nobel de Física 1980, dio la conferencia inaugural

(La Nación) - En un clima festivo, el premio Nobel de Física 1980, James Cronin, inauguró la conferencia con la que más de cien científicos llegados de 16 países celebraron en este paraje mendocino los primeros resultados científicos obtenidos por el Observatorio Pierre Auger, el más grande del mundo en su tipo, que intenta develar el enigma de los rayos cósmicos de alta energía.

Visiblemente emocionado, Cronin —director científico emérito del proyecto Pierre Auger, que, junto con Alan Watson, conduce el grupo de trabajo en el que hoy participan 360 científicos y técnicos— explicó que "con estos resultados [presentados en la Conferencia Internacional de Rayos Cósmicos, en la India] pretendemos demostrar la excelente capacidad de investigación que tiene el observatorio. Se trata de estudiar la procedencia de estos rayos, que no sólo son extraterrestres, sino muy probablemente extragalácticos; partículas con una energía equivalente a la de un saque de David Nalbandian", bromeó.

Los investigadores están exultantes. Miguel Mostafá, un joven físico argentino, resume la investigación en tres preguntas: "¿Cuál es el origen de los rayos, es decir, la dirección de arribo?; ¿cuál es el mecanismo capaz de impartirles semejante energía? y, finalmente, ¿de qué tipo de partículas se trata?".

"Aunque en realidad hay muchas incógnitas por resolver —agrega el doctor Peter Mazur, un físico norteamericano que desde 1994 participa en el proyecto—. Pero con develar algunas de estas cuestiones estaríamos más que satisfechos. Mientras estamos aquí parados, miles y miles de partículas de baja energía bombardean la Tierra, aunque ni usted ni yo nos damos cuenta. Pero las de ultraalta energía son una rareza; apenas recibimos entre 1 y 2 por kilómetro cuadrado, ¡y por siglo! —enfatiza—. Claro que no podemos esperar otros 100 años para resolver el enigma, por eso el observatorio necesita una superficie tan grande."

El especialista se refiere al campo de 3000 km2 donde se está instalando una red de 1600 tanques de plástico, distantes 1,5 km entre sí y en forma de triángulo equilátero, que cuentan con tres tubos fotomultiplicadores para convertir luz en electricidad.

"Actualmente, de estos 1600 detectores de superficie hay 1031 instalados y 876 en funcionamiento, y cada unidad receptora envía señales a un centro informático donde se procesan los datos", cuenta Alberto Etchegoyen, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea) y director del observatorio del Sur, que insiste en esta última aclaración, ya que entre los planes del proyecto Pierre Auger también figura la construcción de un observatorio gemelo en Colorado, Estados Unidos. Antoine Letessier-Selvon, físico francés responsable de este centro informático, detalla que "el observatorio registra 1000 eventos por día, aunque sólo algunos de energía ultraalta. Al finalizar la construcción se detectarán entre 1500 y 2000".

"Para reducir el riesgo de error —continúa Etchegoyen—, el observatorio de Malargüe es un híbrido; quiere decir que la red de detectores se complementa con un sistema de 24 telescopios de fluorescencia que detectan el tenue brillo ultravioleta que producen las partículas al interactuar con la atmósfera."

Esfuerzos locales

Con respecto al trabajo de logística, Etchegoyen destaca el esfuerzo que realizaron organismos locales. "Por ejemplo, un grupo de estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional construyó los liners, unas bolsas de plástico bicapa, con materiales altamente reflectivos que van dentro de los tanques", explica. También hubo que lidiar con situaciones típicas de la vida de campo, como la presencia de los animales y otras cuestiones rurales. "Al principio, las vacas se comían los cables, así que hubo que encontrar la manera de recubrirlos", cuenta Carla Bonifazi, otra joven científica argentina que trabaja en el proyecto.

En dos años se prevé que el Centro pueda reunir una mayor cantidad de datos para elaborar resultados más precisos, aunque los expertos calculan que recién en 20 años el observatorio permitirá registrar una estadística suficiente como para resolver el problema. Al finalizar la conferencia, Cronin se disculpó con el auditorio: "Les pido disculpas por abrumarlos con tantos detalles. Aunque en la mayoría de los casos, los detalles son lo único que cuenta".

Aportado por Alejandro Alonso


            

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