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El Archivo Secreto Vaticano, en la web
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Desde las cartas de Miguel Ángel al intento de divorcio de Enrique VIII o el proceso a los Templarios, todo el mundo puede ya acceder, a través de internet, a
los secretos que encierra el Archivo Vaticano.
(ABC.es) - El mítico «secretismo» del Vaticano ya no es lo que era. Aunque el milenario archivo de Estado mantiene el nombre tradicional de Archivo Secreto,
el Papa León XIII lo abrió a los estudiosos en 1881, convirtiéndolo en uno de los centros de investigación histórica más importantes del mundo. El Archivo
Secreto Vaticano se desclasifica por Pontificados enteros, y en la actualidad está ya abierto hasta la muerte de Benedicto XV en 1922. En un nuevo paso
divulgativo, el Archivo ha puesto a disposición de cualquier persona interesada centenares de facsímiles de documentos en su página de Internet, a la que se
accede desde el portal de entrada en el Vaticano (www.vatican.va), pulsando el icono respectivo.
Cada documento encierra muchos avatares históricos, desde la petición de divorcio de Enrique VIII -con una carta de apoyo firmada por todos los lores de
Inglaterra- hasta el proceso de Galileo. O desde el documento de protección pontificia a la Universidad de Oxford, en 1254, hasta la tardía absolución papal a la
orden del Temple en 1308 en el intento de que Felipe el Hermoso no ejecutase al Gran Maestro Jacques de Molay y los demás jefes de los Templarios.
Severos y conmovedores
A la vuelta de los siglos, resulta apasionante descubrir que los Pares de Inglaterra utilizaban la fórmula de «súplica» sólo por cortesía. Su carta a Clemente VII da
por hecho que el Papa anularía el matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón, puesto que habían entrado en juego poderosas razones políticas. La
nobleza de Inglaterra se equivocaba. Clemente VII no podía ceder, y la furia de Enrique VIII provocó un cisma que dura hasta hoy. Otras decisiones duraderas
son menos trágicas, como la reforma del calendario realizada por el Papa Gregorio XIII en 1582 para sustituir al establecido por Julio Cesar en el año 46 antes
de Cristo.
Algunos documentos son severos, como la amenaza de excomunión a Martín Lutero, enviada por León X el 15 de junio de 1520. El promotor de la Reforma no
se echó atrás, y el Archivo Secreto conserva, a su lado, la bula de excomunión, emitida por el Papa el 3 de enero de 1521.
Otros documentos son conmovedores, como la desesperada carta de Miguel Ángel a su amigo y protector el obispo de Cesena cuando la Santa Sede, debido a
un cambio de Papa, llevaba ya tres meses sin pagar las obras de construcción de la cúpula de San Pedro y todo el equipo de arquitectos, ingenieros y obreros
amenazaba con marcharse.
El encargo a Miguel Ángel
A esas alturas de su vida, Miguel Ángel había pintado ya la bóveda de la Capilla Sixtina y también el Juicio Final. La carta del 1 de septiembre de 1535 en la que
Pablo III le confiere este segundo encargo comienza con unas frases halagadoras: «Excellentia virtutis tuae cum in scultura et pictura tum in omni architectura...».
El artista florentino era, efectivamente, un gran arquitecto, y Pablo III le encargaría en 1547 una empresa ciclópea: diseñar y construir la cúpula de la basílica de
San Pedro.
Para un hombre de 72 años era una tarea superior a sus fuerzas. Aun así, Miguel Ángel la aceptó, sin sospechar que la muerte del Papa llegaría a dejarle en la
estacada. En su breve carta de enero de 1550 al obispo de Cesena, que comienza con un «Mon(signore), io mi rachomando a Vostra S(ignioria) e priega quella
che mi dia aiuto...», Miguel Ángel le informa que desde la muerte del Papa, los obreros se dedican «a proteger las obras y defender los materiales de
construcción, y otras tareas de soldados, con peligro de su vida, sin recibir pago alguno desde hace casi tres meses...».
El maestro de arquitectos informa a su protector de que los obreros le han dicho «que no pueden seguir así», y que «tendrán por fuerza que abandonar las obras,
con el consiguiente daño de muchos miles de escudos», y es necesario evitar «que se produzca tal escándalo». Por fortuna, Miguel Ángel logró su objetivo y,
aunque nunca llegaría a ver la cúpula terminada, desde hace cuatro siglos la admira el mundo entero.
Aportado por Alejandro Alonso
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