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Andrómeda y la Vía Láctea evolucionaron en forma similar
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El halo estelar de M31, la galaxia de Andrómeda, muestra que su origen fue muy parecido al de nuestro universo-isla.
(Astroseti) - A lo largo de la última década, los astrónomos han pensado que la galaxia de Andrómeda, nuestra vecina galáctica más cercana, era bastante
diferente de la Vía Láctea. Pero un grupo de investigadores ha determinado que las dos galaxias son probablemente muy similares en lo que se refiere a la forma
en que evolucionaron, por lo menos durante sus primeros miles de millones de años.
En un próximo número de la revista Astrophysical Journal, Scott Chapman del Instituto de Tecnología de California (Caltech), Rodrigo Ibata del
Observatorio de Estrasburgo, y sus colegas, informan que sus detallados estudios de los movimientos y metales de casi 10 000 estrellas en Andrómeda
demuestran que el halo estelar de la galaxia es "pobre en metales". En lenguaje astronómico, esto significa que las estrellas que se encuentran en los límites
exteriores de la galaxia muestran una muy escasa presencia de elementos más pesados que el hidrógeno.
Esto resulta sorprendente, dice Chapman, porque una de las diferencias claves que se suponía existían entre M31 y nuestra galaxia era que el halo estelar de la
primera era rico en metales, mientras que el de la segunda era pobre en ellos. Si ambas galaxias son pobres en metales, entonces deben haber tenido una
evolución muy similar.
"Probablemente, ambas galaxias comenzaron a formarse dentro de los primeros 500 millones de años posteriores al Big Bang, y a lo largo de los tres o cuatro
mil millones de años siguientes las dos fueron creciendo de la misma manera, incorporando fragmentos proto-galácticos que contenían grupos más pequeños de
estrellas y que caían en los dos halos de materia oscura", explica Chapman.
Si bien nadie sabe todavía de qué está hecha la materia oscura, su existencia está bien establecida en razón de la masa que debe existir en las galaxias para que
sus estrellas orbiten el centro galáctico de la forma en que lo hacen. Las actuales teorías de la evolución galáctica, de hecho, asumen que pozos de materia oscura
actuaron como una especie de "semillas" de las galaxias actuales, con la materia oscura atrayendo hacia ella pequeños grupos de estrellas que pasaran por sus
cercanías. Más aún, las galaxias como Andrómeda y la Vía Láctea probablemente han engullido unas 200 galaxias y fragmentos proto-galácticos a lo largo de los
últimos doce mil millones de años.
Chapman y sus colegas llegaron a la conclusión sobre la pobreza en metales del halo de Andrómeda a través de cuidadosas mediciones de la velocidad en que
las estrellas individuales se mueven directamente hacia la Tierra o en dirección opuesta a ella. Esta medición, denominada velocidad radial, puede ser
determinada con mucha precisión con los espectrógrafos de los mayores instrumentos tales como telescopio Keck-II de 10 metros, que fue el utilizado en este
estudio.
De las aproximadamente 10.000 estrellas de Andrómeda para las cuales los investigadores obtuvieron sus velocidades radiales, unas 1.000 de ellas resultaron
pertenecientes al gigantesco halo estelar que se extiende hacia fuera por más de 500.000 años luz. Se cree que estas estrellas, a causa de su carencia de metales,
se formaron bastante pronto, en una época en que el masivo halo de materia oscura capturó sus primeros fragmentos proto-galácticos.
En contraste, las estrellas que dominan las cercanías del centro de la galaxia son aquellas que se formaron y fusionaron más tarde, y contienen elementos más
pesados a causa de los procesos de evolución estelar.
Además de ser pobres en metales, las estrellas del halo siguen órbitas aleatorias y no están en rotación. En contraste, las estrellas del disco visible de Andrómeda
rotan a velocidades de más de 200 kilómetros por segundo.
Según Ibata, el estudio podría llevar a nuevos conocimientos sobre la naturaleza de la materia oscura. "Esta es la primera vez que hemos podido obtener una
vista panorámica de los movimientos de las estrellas en el halo de una galaxia", dice el investigador. "Estas estrellas nos permiten "pesar" la materia oscura, y
determinar cómo disminuye con la distancia".
Además de Chapman e Ibata, los otros autores son Geraint Lewis de la Universidad de Sydney; Annette Ferguson de la Universidad de Edinburgo; Mike Irwin
del Instituto de Astronomía en Cambridge, Inglaterra; Alan McConnachie de la Universidad de Victoria; y Nial Tanvir de la Universidad de Hertfordshire.
Aportado por Eduardo J. Carletti
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