18/Mar/06!f>
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Muestran en langostas cómo funcionan los mecanismos de elección
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Dicen que, incluso en sus épocas de multimillonario, el plato favorito de Elvis Presley era el mismo que su madre le ofrecía mientras era un chico pobre: sandwich
de pasta de maní.
(La Nación) - Un experimento realizado por los investigadores argentinos Lorena Pompilio y Alex Kacelnik en la Universidad de Oxford echa nueva luz sobre
los mecanismos de elección que explicarían este aparente sinsentido, sunque no lo estudiaron en seres humanos, sino... en langostas.
Ellos descubrieron que estos insectos elegían ingerir pasto con aroma a menta o con aroma a limón, dependiendo de en qué situación lo habían comido por
primera vez: preferían claramente el que habían probado estando hambrientas, no cuando estaban saciadas. Y si los científicos invertían el pasto, las langostas
también invertían la elección.
"Se trata de un mecanismo que opera permanentemente, corrigiendo sus gustos mediante algo así como «elijo aquello que fue mejor en el pasado», en lugar de
[como sostiene la teoría clásica] «elijo aquello que es mejor en este momento»", dice Kacelnik desde Gran Bretaña, donde dirige el Laboratorio de Ecología del
Comportamiento Animal de la citada universidad y reside desde hace más de tres décadas.
"No podemos asegurar que esto pueda extrapolarse a los seres humanos, porque no encontramos experimentos comparables en la bibliografía, pero como se
comprobó en invertebrados y vertebrados, creemos que se trata de un fenómeno general que responde a propiedades fundamentales del sistema nervioso y, por
lo tanto, se aplicaría a todas las especies, incluida la nuestra", coincide Pompilio, recientemente llegada desde la Universidad de Oxford, donde en los últimos
cuatro años completó su doctorado en biología del comportamiento después de haberse graduado de psicóloga en la UBA.
Para los investigadores, el hallazgo es interesante porque muestra que el valor que se asigna a un alimento depende de la condición del organismo en el momento
del aprendizaje. Así, lo que los animales aprenden depende de su condición y no sólo de las propiedades del alimento.
Para su investigación, Kacelnik y Pompilio utilizaron 20 sujetos de cinco semanas de vida; es decir, que estaban en el estadio previo a la adultez.
"Se eligió ese momento por los importantes requerimientos de energía que se manifiestan en esa etapa del desarrollo", explica Kacelnik.
Cada una de las langostas tuvo seis oportunidades de elegir el alimento dentro de un laberinto, la mitad con mucha hambre y la mitad con menos. La mayoría de
las veces eligieron el que habían probado estando hambrientas. Según los investigadores, la duración de este efecto depende de si el animal es expuesto a nuevas
experiencias o no. "Si se lo deja en ayunas, permanence hasta la próxima muda y quizá más", detalla Kacelnik.
Este tipo de conductas podrían ofrecer ventajas evolutivas y esto explicaría que se mantengan a través de las especies. "Se trata de una regla de decisión sencilla
y efectiva, que normalmente tiene resultados adaptativos afirman. Como es raro en la naturaleza que siempre encontremos un alimento cuando estamos
hambrientos y otro cuando estamos saciados, simplemente recordar cuanto nos benefició el recibir el alimento es suficiente y funciona bien, con menos esfuerzo y
menos posibilidad de error que intentar registrar las propiedades específicas de cada alimento y repasarlas antes de aceptar uno u otro."
Si bien en el experimento que hoy se publica en Science se estudió la preferencia por uno u otro alimento, el fenómeno podría aplicarse a otras decisiones, como
la selección de pareja. "Me encantó trabajar en insectos dice Pompilio, de modo que ahora estoy armando un laboratorio en la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la UBA para estudiar este tema en los mamboretás [cuyas hembras se caracterizan porque a menudo le comen la cabeza al macho durante la
cópula]."
"Creemos que se trata de un fenómeno que además tiene importancia económica, pues puede explicar cómo la gente toma decisiones de consumo", concluye
Kacelnik.
Aportado por Alejandro Alonso
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