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La porosidad de las rocas de impacto: ¿una clave para entender los procesos de craterización?
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(Astroenlazador) - Existen más de 175 cráteres de impacto identificados en nuestro planeta. La mayor parte de los mismos tienen una edad geológica reciente
debido a que los cráteres antiguos han sufrido no sólo el paso del tiempo -erosionándose o siendo tapados por otros materiales geológicos suprayacentes- sino
que han ido irremisiblemente desapareciendo como consecuencia de la tectónica de placas que afecta a la corteza terrestre, deformándolos hasta hacerlos
irreconocibles o provocando la subducción bajo otras placas en aquellos situados en la corteza marina.
Los factores que afectan a la formación y a la estructura y forma final del cráter son fundamentalmente la composición y energía cinética del objeto impactante y
la naturaleza final del material en el que tiene lugar el impacto (continente, agua o hielo). Una manera sencilla y rápida de averiguar los efectos de impactos sobre
los materiales geológicos es estudiar la porosidad de las rocas sobre las cuales tuvo lugar la colisión, la cual nos informa sobre los procesos que tuvieron lugar
inducidos por los impactos y la posible historia de enterramiento posterior. Por otra parte, cuando estudiamos la porosidad de las rocas en función de la distancia
al centro exacto del impacto, los datos que obtenemos nos informan acerca de la atenuación por parte de las rocas de la onda de choque producida por la
violenta colisión.
Curiosamente hasta el momento hay poca información acerca de la porosidad de las impactitas (rocas terrestres que han sufrido metamorfismo de impacto). Un
grupo de investigadores de la Universidad de Helsinki (Finlandia) está llevando a cabo la ingente tarea de recopilación de información y evaluación de las
características de rocas de todo el planeta que hayan sufrido este tipo de procesos, con la finalidad de obtener datos acerca de la atenuación de los impactos y
otros procesos como la circulación de fluidos hidrotermales. Sus primeros resultados han sido publicados en la Asamblea General de la European Geosciences
Union (abril de 2006).
Los primeros datos obtenidos revelan un comportamiento diferente en función del tipo de roca. Para ello los científicos han diferenciado entre rocas cristalinas
(formadas por solidificación de magma o por erupción de ésta a la superficie) y sedimentarias (formadas por la acumulación de sedimentos, restos de otras rocas
de todo tipo, residuos biológicos, etc).
De esta forma, la medición de la porosidad con respecto al punto central del impacto ofrece datos muy interesantes: en las rocas cristalinas los procesos de
craterización tienden a incrementar la porosidad, incluso hasta un 40-50%, disminuyendo ésta según nos alejamos del lugar de la colisión. El caso de las rocas
sedimentarias es opuesto: éstas pierden su porosidad inicial debido a la compresión que sufren por efecto de la colisión, de tal forma que la porosidad es mínima
en el punto central y se incrementa según nos alejamos de éste debido a que las zonas más lejanas al mismo han sufrido menor compresión. La reducción de
porosidad en los sedimentos se produce como consecuencia de la reorientación de los granos minerales, que adquieren tras el impacto una configuración más
empaquetada.
Hay que recalcar, no obstante, que las distancias son simplemente una medida con respecto al punto central del impacto, pero no un dato equiparable en todos
los casos: el efecto de la erosión o la modificación tectónica son diferentes dependiendo de la naturaleza de las rocas, el tipo de impacto y la mayor o menor
acción de los diferentes agentes geológicos externos e internos.
Los investigadores pretenden ampliar esta investigación -recientemente iniciada- y relacionarla con diferentes ramas de estudio de las ciencias de la Tierra. La
porosidad de las zonas de impacto está relacionada con la presencia de zonas de reserva de hidrocarburos, "trampas" geológicas en los que éstos se almacenan;
de hecho, existen diez cráteres de impacto en norteamérica que han sido empleados como fuente de petróleo o gas natural. Por otra parte, las consecuencias
biológicas y climatológicas de un impacto son evidentes, con lo cual este estudio puede ofrecer una interesante imagen de los procesos resultantes tras este tipo
de eventos.
Aportado por Eduardo J. Carletti
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