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02/Jun/06



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Publicaciones recibidas: "Jugar a dioses", de Damián Broderick

Sin abandonar la épica y la aventura, el australiano Damien Broderick propone en esta novela un escenario sumamente complejo, donde sobran las interpretaciones ontológicas y cosmológicas.

Titulo original: Godplayers
Autor: Damien Broderick
Traducción: Pilar Ramírez
Páginas: 352
Colección: SOLARIS FICCION N° 74

Hay un adagio que reza "nunca juzgues un libro por el texto de contratapa". Cuando leí la contratapa de esta novela, anticipé un relato al mejor estilo Sirenas de Titán de Kurt Vonnegut Jr.: una épica alocada, rayando lo absurdo, no exenta de humor y fina ironía.

La contratapa nos cuenta que el protagonista de la novela, un tal August Seebeck —australiano para más datos—, es un veinteañero como tantos otros. Que la tía abuela de August ha estado encontrando cadáveres cada sábado por la noche en su bañera. Nos habla del Concurso de Mundos del multiverso, una suerte de competencia descarnada y perversa, en la cual la familia de August participa desde tiempos inmemoriales.

Como sospecharán, nada es tan lineal como yo esperaba, y menos tratándose de ciencia ficción. Las cosas siempre son más complejas, lo cual no es necesariamente ni malo ni bueno. Sólo es más interesante.

La primera de las complejidades está planteada en el escenario elegido para esta competencia. Broderick elige ambientar su novela en múltiples universos, que siguen la jerarquía propuesta por Max Tegmark (http://www.hep.upenn.edu/~max/multiverse.pdf) quien, resumidas cuentas, no se pregunta si existen o no los universos paralelos, sino más bien qué variedades de universos podrían darse. Esta jerarquía está formada por cuatro niveles. En el nivel 1, los universos siguen las mismas leyes de la física, pero pueden cambiar las condiciones iniciales; en el nivel 2, se admite que puedan haber leyes físicas diferentes (partículas, dimensiones, constantes); el tercer nivel contempla los universos múltiples planteados por la física cuántica —donde todo lo que podría suceder sucede en alguno de estos universos—; en el nivel 4 lo que difieren son las estructuras matemáticas fundamentales. ¿Complejo? Sólo es el comienzo.

La segunda característica del escenario elegido por Broderick es que está signado por ciertas especulaciones ontológicas, que el lector irá descubriendo a medida que avanza el relato. La tercer característica de este escenario es la tecnología de los schwelles (umbrales), que el autor lleva en esta novela casi hasta sus últimas consecuencias. Con todo esto, y algunas construcciones fascinantes que el autor plantea y que ha extractado de papers científicos —algunos más especulativos y juguetones que otros, e incluso interpretados con distinto grado de libertad—, Broderick arma un escenario fascinante y provocador.

Más clásicos —estoy tentado de decir "convencionales", pero no es exactamente la palabra adecuada—, resultan los personajes, que por momentos parecen salidos de un comic. Y a mitad de camino entre lo hiper-complejo y lo convencional está la trama con que el autor sostiene todo el velamen, que a menudo resulta confusa, a menudo caprichosa, y en el fondo deja un regusto de satisfacción a medias.

Juzgar el valor o disvalor de la novela está más allá del propósito de esta reseña. Sin embargo, lo más interesante —incluso para los escritores del género— es cómo este veterano del género (no sólo multipremiado, sino que lo cintan como el creador del término "realidad virtual" en la década del ´80), intenta seguir la tradición de clásicos como Roger Zelazny y Fritz Leiber, aportándole ingredientes nuevos, y haciendo una suerte de sincretismo con la cultura pop y contemporánea (ejemplo de ello es que no teme hacer referencia a un episodio de Star Trek para traer a la mente de los lectores la idea de esfera Dyson, y ése es sólo un ejemplo).

Traducir semejante novela no debe haber sido fácil. Entiendo que parte del significado perdido podría deberse a alguna falencia de la traducción, pero es difícil estar seguros. La edición general de La Factoría es correcta, salvo algunos bemoles poco importantes. Pero lo más destacable es la valentía de publicar un material tan poco ortodoxo, que abre la cabeza aún cuando, el producto final, la parábola que recorre el relato, parece no totalmente lograda.

Alejandro Alonso para Axxón y Garrafex News.

Más información:
Jugar a dioses en La Factoría de Ideas
Homepage de Max Tegmark

            

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