16/Jun/06!f>
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Investigadores españoles 'engañan' al cerebro estimulándolo directamente
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(El País) - ¿Será posible en un futuro lejano que personas con alguna discapacidad sensorial reciban el estímulo sonoro, visual, táctil, etcétera directamente en
la corteza cerebral?
Antes, por supuesto, habría que saber cómo las neuronas codifican la información que les llega de los nervios para transformarla en una sensación. Pero una vez
aclarado qué neuronas disparan, y en qué orden, es decir, una vez descifrado el código, no sería imposible que unas prótesis recogieran información del entorno
y la descargaran directamente en el cerebro.
Para el cerebro tal vez no supusiera una diferencia. Eso es lo que revela el trabajo con conejos de un grupo de investigadores españoles, que observan que
cuando los animales son estimulados en el bigote reaccionan igual que cuando lo son directamente en la zona de la corteza cerebral que recibe la sensación del
bigote. "La parte más difícil del trabajo fue descifrar el código, o sea, la actividad de las neuronas que hacen posible percibir el estímulo", explica José María
Delgado García, de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), y coautor del trabajo, que se publica esta semana en la revista Proceedings de la Academia
Nacional de Ciencias (EE UU).
Las neuronas implicadas en la percepción del estímulo son miles. Los investigadores partieron del hecho de que en la corteza cerebral hay una representación
precisa de todo el organismo, de forma que determinadas regiones en la corteza reciben los estímulos de determinadas partes del cuerpo.
En el caso del conejo, los bigotes, o vibrisas, recogen información importante del entorno y, por tanto, al bigote le corresponde una parte proporcionalmente
grande de corteza somatosensorial, grande, en términos relativos: son áreas de décimas de milímetro de lado. Por ello, se pudo hallar el área de la corteza
implicada en un estímulo y descifrar su código. El estímulo era una leve corriente eléctrica en un pelo del bigote.
Para comprobar que el ratón estaba notando el estímulo, los investigadores le enseñaron a cerrar el párpado tras percibirlo -el animal aprendió que tras la
corriente en el bigote llegaba siempre un soplo de aire al ojo-. Observaron que, al aplicar la corriente con electrodos directamente en la región de la corteza
implicada en ese estímulo, el conejo también cerraba el párpado, pero no lo hacía si se estimulaba la región de corteza que procesa información de la pata.
Los científicos concluyen: "Un animal no sabe distinguir si un estímulo táctil es real o si ha sido simulado mediante la estimulación eléctrica del sitio
correspondiente de la corteza somatosensorial". En su opinión, "es probable que nuestra especie esté en la misma situación, y el mundo real y el mundo inventado
sean más intercambiables de lo que nos imaginamos".
El trabajo permite especular sobre un futuro en el que "la falta de los receptores sensoriales adecuados (vista, oído) podría ser sustituida por la adecuada
activación de las estructuras cerebrales correspondientes", señalan los investigadores. Pero para llegar ahí antes habrá que descifrar el código de estímulos muy
complejos, y en constante cambio.
Aportado por Eduardo J. Carletti
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