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Logran detectar una explosión nuclear de una estrella a 5.000 años luz
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(El Mundo) - La estrella RS Ophiuchi sufrió el pasado mes de febrero una explosión nuclear en su superficie que generó una onda expansiva que se desplazaba a
1.700 kilómetros por segundo.
Sin embargo, para detectarla se necesitaron los más poderosos radio telescopios del mundo porque a una distancia de 5.000 años luz su apariencia en el cielo
era comparable al tamaño de una pelota de fútbol vista desde 2.700 kilómetros de distancia.
El hallazgo, que se anuncia en el último número de la revista Nature, ha sido posible gracias al trabajo conjunto de la red europea de radio telescopios
EVN, a la que se sumaron detectores de Sudáfrica y China, la red MERLIN en el Reino Unido, y el Very Long Baseline Array (VLBA) y el Very Large Array
(VLA), en Estados Unidos.
Durante la noche del 12 de febrero de este año, un grupo de astrónomos japoneses informaron de que una estrella llamada RS Ophiuchi había comenzado
repentinamente a aumentar su brillo y a ser cada vez más visible en el cielo nocturno.
Aunque esa fue la última de una serie de explosiones que había habido en los últimos cien años, era la primera desde 1985 y ofrecía la oportunidad de captarla
con unos telescopios más poderosos y entender las causas y consecuencias de esas erupciones.
Sus primeras observaciones, hechas sólo dos semanas después de la explosión, mostraban una onda expansiva comparable en tamaño a la órbita de Saturno
alrededor del Sol.
La onda expansiva fue el resultado de una explosión nuclear ocurrida en la superficie de Ophiuchi, vecina de una estrella roja gigante.
La Ophiuchi es una enana blanca, una estrella muerta supermasiva y del tamaño de la Tierra que una vez fue el núcleo de una estrella como el Sol.
La enana blanca fue capturando gas emitido por la roja gigante y finalmente absorbió el suficiente como para provocar la explosión, similar a las que ocurren en
el Sol.
En menos de un día, su energía aumentó más de 100.000 veces la del Sol, y el gas, de la misma masa que la Tierra, se esparció en la atmósfera a una velocidad
de varios miles de kilómetros por segundo.
Aportado por Eduardo J. Carletti
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