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Estudio sobre los cruces de los sentidos: oír un color, sentir la música
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¿Qué colores componen las suites de Juan Sebastián Bach? ¿A qué sabe el color azul? ¿A qué suena esa imagen?
Hay personas que pueden contestar a esas preguntas o al menos creen saberlo. Tienen algunos de sus sentidos cruzados y poseen tan extrañas percepciones sin
necesidad de tomar LSD. Pueden, por ejemplo, oír imágenes, saborear literalmente las palabras, ver los números en color… Tienen sinestesia. No lo imaginan,
evocan realmente una sensación al percibir otra.
Antes considerados fantasiosos, exdrogadictos o muy imaginativos, a estas personas no se les tomaba en serio, pero desde hace unos años se viene estudiando
seriamente esta condición que quizás nos de pistas sobre el origen de las más importantes capacidades mentales en todos nosotros.
Recientemente el Dr. Jamie Ward de University College London, uno de los especialistas mundiales sobre el tema, ha estudiado este cruce entre sentidos para el
caso de la vista y el oído. Al parecer en el cerebro de todos nosotros el oído y la visión están inextricablemente interconectados, pero sólo en los sinestésicos
que padecen o disfrutan (dicen apreciar positivamente su sinestesia) de esta rara condición son conscientes de ello.
Los resultados muestran que muchos de nosotros preferimos imágenes y sonidos combinados en lugar de cada una por su lado. Además tendemos a estar de
acuerdo sobre qué tipo de sonido le pega a una imagen o qué música pega con una determinada escena cinematográfica. Esto podría tener implicaciones en
cómo entendemos el arte y cómo desarrollamos formas de arte que combinan imágenes visuales con sonido, como por ejemplo el ballet, la ópera…
Ward ha utilizado el arte abstracto de las pinturas de Kandisky y piezas musicales interpretadas por una orquesta para estudiar el fenómeno. Esperaba que esas
pinturas pudieran ser oídas por una audiencia especial compuesta por sinestésicos.
Según Ward a pesar de que las informaciones procedentes del mundo entran en nuestras cabezas a través de diferentes órganos sensoriales, una vez que llegan al
cerebro los distintos tipos de información se interconectan íntimamente. Sorprendentemente están conectadas en caminos no aleatorios, y por eso ciertas
combinaciones de sonidos e imágenes son mejores que otras. Es también asombroso que aunque las distintas áreas cerebrales encargadas de procesar la
información de los diferentes sentidos están muy alejadas unas de otras, aun así en estos casos estan relacionadas. Así, en los escáneres RMN se puede ver
cómo en los cerebros de los sinestésicos dos de esas áreas correspondientes a distintos sentidos (como vista y oido) se activan simultáneamente frente a un sólo
estímulo procedente de sólo uno de los sentidos.
En uno de los experimentos realizados Ward se pidió a seis sinestésicos que dibujaran y describieran sus experiencias visuales cuando oían música interpretada
por la New London Orchestra. Otro grupo de control de personas sin esta condición hizo lo mismo.
Unos videos creados por un profesional de la animación combinaban la música y los dibujos de ambos grupos. Éstos fueron mostrados al público que visitaba el
museo de la ciencia de la ciudad. Cientos de imágenes fueron vistas por unas 200 personas que andaban por el lugar y a las que se les pidió elegir aquellas que
estaban en mejor sintonía con la música. Las animaciones elegidas correspondían a aquellas dibujadas por los sinestésicos. Esto demuestra que mientras que las
personas sin sinestesia no son capaces de oír una pintura o ver un pasaje musical en sentido literal, sin embargo son capaces de sentir el entrecruzamiento y eligen
la imagen "correcta".
Las experiencias con las pinturas también fueron interesantes. Un sinestésico describía la composición VIII de Kandinsky (ver imagen) de la siguiente manera: "El
revoltijo de masas de líneas producían varios tonos que cambiaba según mis ojos viajaban sobre la pintura. Cuando miraba al poderoso círculo multicolor arriba
a la izquierda oía un tono puro que podía ser demasiado intenso y, para aliviar mi mente de este viaje, volvía a la cacofonía de las líneas enredadas y a las
sombras. Esta pintura por tanto tenía un buen equilibrio de contraste de sonidos (tonos puros y cacofonías) que era delicioso de ver. Cuanto más miré la pintura
más aprecié la imagen como música"
Mientras que algunos sinestésicos pueden literalmente oír las pinturas de Kandinsky (se cree que este pintor era también sinestésico), el resto de nosotros no
tenemos ese cruce de sentidos tan intenso. Pero la investigación demuestra que todos nosotros, incluso aunque no nos demos cuenta, tenemos enlaces entre la
vista y el oído. Los sinestésicos simplemente lo tienen muy pronunciado.
Dr. Ward espera que entendiendo la sinestesia seamos capaces de comprender mejor cómo nuestros sentidos se entrecruzan en nuestro cerebro, y nos ayude a
entender mejor ciertos tipos de arte.
El próximo paso de Ward en esta investigación será escanear el cerebro en los sinestésicos para ver qué ocurre cuando al contemplar las pinturas de Kandinsky
se disparan los sonidos y viceversa.
Un 6% de los artistas son sinestésicos, un porcentaje muy superior al 1% promedio. Vilayanur S. Ramachandran, otro gran experto de la materia pero de UC
San Diego, afirma que la base de la creatividad, como la creatividad literaria, proviene de la sinestesia y que el uso de las metáforas es una prueba muy clara de
ello. Por eso Shakespeare pudo crear conceptos como "bitter cold" o imágenes como "this music creeps me upon the water", pasajes evocados por Tim Carrol
y experto en el bardo. Al entrecruzar pensamientos diferentes de distintas partes del cerebro podemos crear nuevas ideas y ser creativos. De ese modo la
sinestesia no sólo cruzaría sentidos sino además conceptos.
Ramachandran va más allá y sugiere que incluso el origen del lenguaje se debió a esas conexiones sinestésicas (ver documental de la BBC sugerido más
adelante).
Puede que la sinestesia esté abriendo nuevas ventanas a los grandes misterios que todavía cubren algunas las capacidades más propiamente humanas de nuestro
cerebro.
Fuente: Neofronteras. Aportado por Eduardo J. Carletti
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