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Publicaciones recibidas: "La espada rota", de Poul Anderson
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Considerada como un clásico de la fantasía heroica, La espada rota fue publicada originalmente en 1954, el mismo año que La Comunidad del
Anillo, de J.R.R.Tolkien.
Título: La espada
rota
Título original: The Broken Sword
Autor: Poul Anderson
Traductor: Javier Martín Lalanda
Colección: Runas
Alianza Editorial
Páginas: 288
Enamoramientos a primera vista, muertos al primer agravio, semidioses que ayudan al héroe porque le caen bien o por el simple antojo de pelear… Como si los
dioses primigenios y demás habitantes de la Tierra sólo fueran capaces de sentimientos y reacciones primitivos.
Todas estas actitudes son más propias de un cuento de hadas que de una novela adulta (y actual) de fantasía. Pero ése es el punto: aunque esta edición en
castellano sea tan reciente, La espada rota es una con más de medio siglo a cuestas. Y como tal hay que leerla.
Cuando de fantasía se trata, la comparación (más temprana o más tardía) con El señor de los anillos es inevitable. Más aún si la novela habla de elfos,
trolls y enanos. Aunque en este caso la comparación no es caprichosa. Da la casualidad (o no) de que esta novela fue publicada en 1954, el mismo año en que
Tolkien vio publicada la suya. Y si bien el fortalecimiento del género que derivó de su publicación podría llevarnos a afirmar que muchas de las sagas
heroico-fantásticas existen gracias a El señor de los anillos, esto es mucho más cierto en el caso de La espada rota, ya que el mismo autor se
encarga de remarcar esta vinculación entre ambos libros, en un extenso prólogo que termina convirtiéndose en la justificación de lo que, según él, es casi una
novela de adolescente (publicada cuando Poul Anderson tenía 28 años).
Sin embargo, como comenté al inicio, por su estructura podría emparentarse más con una tragedia de la mitología clásica (o con un drama shakesperiano mal
logrado) que con una novela como El señor de los anillos. Si algo los distingue (además del hecho de que La espada rota transcurre en un mundo
reconocible por los humanos) es la manera de narrar de Tolkien, el espesor que este autor da a sus personajes: El señor de los anillos lo sumerge a uno
en la Tierra Media, le hace vivir las desventuras de sus héroes, sufrir con ellos.
En La espada rota, esto apenas sucede un par de veces. Una muerte se desliza en la trama con el mismo peso aflictivo que una cabalgata por el campo.
Por otro lado, el joven Anderson pasa de narrar hechos históricos a una velocidad pasmosa, a describir puntillosamente la espuma de la cresta de una ola del
mar embravecido. Así, estas descripciones terminan agotando a un lector que había encontrado en el ritmo vertiginoso de la novela el único consuelo de lectura.
La trama nos habla de Skafloc y Valgard, dos hermanos gemelos, pero gemelos de magia, no de sangre, ya que uno es hijo de humanos criado por elfos y el
otro es hijo de elfo y troll, criado por humanos. Valgard, nacido para ser el malo de la película (perdón, de la novela), es sin dudas el personaje más interesante
de todos. El único en el que aparecen contradicciones propias de los humanos. Empujado por las argucias de una bruja vengativa, Valgard destruye a su familia
adoptiva y busca descubrir su verdadero origen (que, por necesidades no lógicas sino de argumento, es más troll que élfico). Pero Anderson deja pasar la
oportunidad de dotar a sus personajes (al menos a uno de ellos) del espesor de lo real.
Así, con personajes que toman decisiones de vida o muerte casi dependiendo del humor con que se levantan, La espada rota termina siendo no mucho
más que una historia trágica de amor y odio fraticida. Y mucho menos de lo que se podría esperar del autor de Guardianes del Tiempo.
Hernán Domínguez Nimo para Axxón.
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Más información:
La espada rota