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Encuentran huellas de un oso gigante en EEUU
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Las marcas de una zarpazo han llevado a descubrir que hubo un tiempo en el que un oso gigantesco, que medía 1,8 metros de altura en cuatro patas y casi
cuatro metros cuando se ponía sobre sus dos patas traseras, y que habitó en el planeta hace cientos de miles de años, coincidiendo con la Edad de Hielo.
Este monstruo prehistórico, que debió causar auténtico terror entre sus víctimas con sus 816 kilos de peso, vivió en la Cueva Riverbluff cercana a Springfield, en
Misuri (Estados Unidos) y, según los paleontólogos, podía superar los 70 kilómetros por hora de velocidad cuando perseguía una presa.
El hallazgo de la cueva, donde se han encontrado tantas pistas sobre este Artcodus simus, tuvo lugar hace cinco años y fue fruto de la casualidad. Los
obreros construían una carretera en la zona cuando hicieron un agujero en las rocas y el fango que habían sellado la cueva hace al menos 55.000 años.
Enseguida llegaron al lugar los paleontólogos, que han sacado desde entonces 5.000 microfósiles incrustrados en la arcilla desde hace un millón de años y el
momento en el que se cerró la cueva, según ha declarado a la agencia AP el naturista Matt Forir. Entre otros restos, han aparecido huesos de mamuts, caballos,
tigres de diente de sable, leones americanos y caparazones de una especie de tortuga desconocida. "Es un auténtico tesoro paleontológico porque todo estaba
sellado como una cápsula", ha asegurado Larry Agenbroad, experto en mamíferos prehistóricos de Dakota.
Pero lo más llamativo es el zarpazo en la pared. "Si se confirma que es del oso, los otros fósiles serían la primera prueba real de lo que comía esta especie en la
Edad de Hielo", ha declarado Greg McDonald, otro paleontólogo, a la CNN.
Por lo que se sabe de este animal, fue el mayor depredador de su tiempo, con una mandíbula impresionante, colmillos con gran capacidad perforadora y muelas
puntiagudas que podían machacar los huesos de un mastodonte. Un morro poco pronunciado, un cuerpo corto y unas piernas largas completan el retrato de un
animal que, como poco, doblaba el tamaño de los osos que hoy se conocen.
Respecto a sus hábitos, se cree que vivía solo, salvo cuando las hembras tenían crías de las que cuidar o en época de apareamiento.
Pese a su poderío, no pudo sobrevivir a la última glaciación por la competencia de los osos marrones y los grisis, más pequeños, pero con más posibilidades de
atrapar a las rápidas presas con las que compartían el gélido ecosistema de aquellos tiempos.
Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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