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El avión silencioso del futuro ya está aquí
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Vivir cerca de un aeropuerto ya no presentará el inconveniente del ruido, para beneficio del sueño y de los intereses inmobiliarios de los vecinos, si las compañías
aéreas se deciden a adoptar un nuevo modelo de avión de pasajeros diseñado para reducir al mínimo su impacto acústico.
Sus promotores aseguran que nadie oirá el ruido del avión fuera del perímetro del aeropuerto en sus operaciones de aterrizaje y despegue. Al menos, no
provocará más decibelios que un electrodoméstico medio.
El SAX-40 ha sido ideado por un grupo de cuarenta ingenieros de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y del Massachusetts Institute of Technology
(EE.UU.), y podría ser una realidad hacia 2030. Aunque no ha pasado de un estadio virtual, experimentado mediante simuladores informáticos, la participación
en este proyecto de varias compañías aeronáuticas y líneas aéreas ofrece ciertas expectativas sobre su posible comercialización en el futuro.
El particular diseño del SAX-40, previsto para una capacidad de 215 pasajeros, un alcance de 9260 kilómetros y una velocidad máxima de 965 km por hora,
une en un único cuerpo el fuselaje y las alas. Esto permite situar los motores del avión encima de su parte trasera, de manera que la cubierta de la aeronave
refleja las ondas sonoras hacia arriba. También está prevista la utilización de materiales de absorción acústica en ciertas partes del aparato. Además, las alas han
sido simplificadas, haciendo innecesarios los «flaps» o hipersustentadores que los aviones convencionales despliegan en el aterrizaje o durante el despegue.
Velocidad de aterrizaje
La mitad del ruido que un avión produce cuando se acerca a la pista para tomar tierra se debe al roce del aire con las alas y a los dispositivos mecánicos de
aterrizaje; cuanta mayor es la velocidad con la que se realiza la aproximación, mayor es el ruido.
La concepción del SAX-40 como un «ala volante» hace que sus características aerodinámicas permitan un aterrizaje más lento no más largo, pues el ángulo de
descenso podría ser mayor que el de los aviones actuales, y por tanto menos ruidoso.
Las simulaciones hechas con ordenador predicen que el ruido producido por el avión sería de 63 decibelios dentro del perímetro del aeropuerto, lo equivalente a
la contaminación acústica que existe en una calle con abundante tráfico.
«Es su diseño integral lo que permite reducir el ruido, no una particular tecnología», advierten los ingenieros, que se concentraron primero en limitar la resistencia
al aire y reubicar los motores, para luego estudiar otros asuntos no relacionados con el ruido, como el consumo de carburante.
Cuando este último aspecto fue analizado, se vio que la forma del SAX-40 también ofrece la ventaja de un menor consumo de energía, que podría suponer una
reducción de hasta el 25 por ciento del carburante utilizado normalmente por los actuales reactores comerciales. Los responsables del proyecto consideran que
el volumen de combustible consumido incluso podría ser aún menor.
El sector colabora
El modelo es el resultado de tres años de trabajo en el programa Iniciativa del Avión Silencioso (SAI en sus siglas inglesas), que ha contado con un presupuesto
de casi 3,5 millones de euros. Parte importante de la financiación ha procedido de compañías aeronáuticas y aéreas, como Boeing, Rolls-Royce o British
Airways; de aeropuertos, como el de Lutton, e incluso de la NASA.
Esta implicación da ciertas garantías de que el proyecto no quede en un prototipo más de ciencia ficción, sino que finalmente se proceda a una futura producción
de aparatos inspirados en el SAX-40 para su uso regular en la avión civil, aunque aún puede tardar más de veinte años en ocurrir. Por ejemplo, el Airbus A380,
el avión trasatlántico de dos pisos, tardó 17 años entre ser diseñado y comenzar a ser construido.
Respeto al medio ambiente
También grupos interesados en promocionar una aeronáutica más sensible con el medio ambiente han dado la bienvenida al proyecto. John Green, de la entidad
Greener by Design, ha indicado que al principio era escéptico con la Iniciativa del Avión Silencioso, pero que el resultado le ha sorprendido. «Tengo que admitir
que, al cabo de tres años, la SAI ha superado mis expectativas. El grupo de ingenieros ha arriesgado con su diseño, pero lo han hecho de modo creíble», ha
declarado Green al diario «The Guardian».
En el caso de que, finalmente, el nuevo avión llegue a producirse, los ingenieros deberán superar problemas que hasta ahora no se han abordado al tratarse de un
diseño virtual. Uno de ellos será establecer la composición de los materiales necesarios para crear la forma ovalada de las líneas; otro, determinar la estructura de
los motores con el fin de que se acoplen al nuevo diseño.
Fuente: ABC. Aportado por Eduardo J. Carletti
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