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Despierta en Mendoza un gigante de la astronomía
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Se inauguraron los últimos telescopios del Observatorio Pierre Auger en Malargüe con lo cual sus instrumentos comienzan a funcionar a pleno.
El último grupo de telescopios de los 24 con que cuenta el Observatorio Pierre Auger fue inaugurado ayer en Malargüe, Mendoza, con lo cual esos instrumentos
comenzarán a funcionar en pleno para dar forma al que es considerado "el experimento más grande del mundo".
El Observatorio busca analizar partículas que llegan a la atmósfera desde el espacio y que podrían ser claves para descubrir el origen del universo y es el primer
complejo que une las dos técnicas conocidas hasta ahora para estudiar los rayos cósmicos: la detección con tanques de agua y la observación con telescopios.
En Malargüe se instalaron varios tanques detectores, cargados con agua totalmente libre de impurezas, que reciben las constantes lluvias de partículas producidas
en la atmósfera cuando ingresan los rayos cósmicos y 24 telescopios que captan la fluorescencia emitida por el nitrógeno atmosférico, que es indicador del paso
de esas partículas.
Los rayos están conformados por masas infinitesimales e invisibles que viajaron millones de años luz a través del cosmos trayendo, además de una increíble
cantidad de energía, una valiosísima información.
"Las energías que estamos buscando son equivalentes a la de un saque de Nalbandian ... pero en una masa infinitamente más pequeña que una pelota de tenis,
del orden de un electrón. Y considerando que la energía depende proporcionalmente de la masa y de la velocidad, podemos decir que vienen con una rapidez
demasiado cercana a la de la luz", explicó James Cronin, Premio Nobel en Física de 1980 y director emérito del Observatorio, para mostrar cuál es la tarea del
Observatorio.
La superficie que abarca el Observatorio es inmensa: son unos tres mil Km cuadrados, aproximadamente 30 veces el área de la ciudad de París, en donde se
colocarán, en total, 1.600 tanques capaces de recoger el impacto de los chubascos cósmicos.
"La cuestión de la enormidad del predio es sencilla de explicar: estamos buscando partículas con energías increíbles que caen a la Tierra una vez por siglo por
kilómetro cuadrado. Cuanto más extensa sea la superficie, más partículas interesantes podremos estudiar", explicó Andrés Risi, técnico del Observatorio.
Según los expertos, ningún acelerador de partículas del mundo es capaz de generar ni una cienmillonésima parte de la energía que traen los rayos cósmicos, y
tampoco se conoce ninguna fuente de la naturaleza capaz de emitirlas.
Para explicar de donde proviene la energía de esos rayos, entonces, se barajan algunas hipótesis: una explosión cósmica superpoderosa, un agujero negro,
colisiones violentísimas entre galaxias... e incluso se piensa que esas partículas pueden ser residuos secundarios del Big Bang, la explosión que dio origen al
universo.
Es fácil de entender, entonces, por qué en el proyecto participan en total 15 países y más de 250 investigadores. "Hemos atraído gente de todo el mundo
interesada en esta gran aventura. Nos estamos enfrentando a algo completamente desconocido... ¿Hay algo más apasionante en la ciencia?", se preguntó Cronin.
El director del Observatorio, Alberto Etchegoyen, coincidió con él al asegurar que "se trata de una aventura del pensamiento: nos enfrentamos cara a cara a las
mayores energías de la naturaleza para tratar de descifrar el mensaje que nos envía el universo".
Fuente: Diario de Cuyo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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