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Las catástrofes que ni Hollywood imaginó
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Un enorme cometa o asteroide pudo caer sobre el océano Índico hace sólo 4.800 años. Sin embargo, los astrónomos piensan que no se han producido grandes
impactos tan recientes.
En el extremo sur de Madagascar hay cuatro enormes depósitos sedimentarios en forma de cuña, compuestos por material procedente del fondo oceánico. Cada
uno tiene 100 kilómetros cuadrados, con un sedimento que supera los 300 metros de profundidad. Si se observan de cerca, se puede comprobar que contienen
microfósiles de las profundidades oceánicas, fundidos con una mezcla de metales producida típicamente por los impactos cósmicos.
Y todos ellos señalan en la misma dirección: hacia la mitad del océano Índico, donde, a 3.800 metros de profundidad, se ha descubierto un cráter de 30
kilómetros de diámetro.
Para algunos científicos, la explicación es obvia: un gran asteroide o cometa, de esos capaces de matar a la cuarta parte de la población mundial, se estrelló en el
océano Índico hace 4.800 años, produciendo un gigantesco maremoto con olas de 200 metros de altura (13 veces mayor que el de Indonesia hace dos años)
que transportó a tierra los enormes depósitos de sedimentos.
La mayoría de los astrónomos duda que en los pasados 10.000 años (el Holoceno) se estrellaran contra la Tierra grandes cometas o asteroides. Pero la
autodenominada "banda de inadaptados" que compone el Grupo de Trabajo sobre Impactos del Holoceno, creado hace dos años, afirma que las pruebas de
dichos impactos son lo bastante firmes como para desmentir los actuales cálculos sobre la frecuencia con que la Tierra sufre un impacto violento (del orden de
una explosión de 10 megatones).
En lugar de una vez cada 500.000-1.000.000 de años, como calculan ahora los astrónomos, los impactos catastróficos podrían producirse cada pocos miles de
años. Los investigadores, que formaron el grupo de trabajo tras conocerse en un congreso internacional, residen en Estados Unidos, Australia, Rusia, Francia e
Irlanda. Son reputados expertos en geología, geofísica, geomorfología, maremotos, edafología y arqueología, incluido el análisis estructural de mitos. Sus
esfuerzos acaban de empezar, pero presentarán parte de su trabajo en el congreso que la Unión Geofísica Estadounidense celebrará en diciembre en San
Francisco.
Este año, el grupo ha empezado a utilizar Google Earth, una fuente gratuita de imágenes por satélite, para buscar las grandes cuñas de sedimentos en todo el
mundo. Han aparecido muchos en Australia, África, Europa y Estados Unidos. Cuando varios apuntan en la misma dirección, hacia mar abierto, Dallas Abbott,
del Observatorio Lamont-Doherty de Palisades, Nueva York, usa tecnología de satélites para buscar cráteres oceánicos. Y los encuentra cada vez con más
frecuencia, incluido uno especialmente grande de hace 4.800 años.
Los astrónomos siguen escépticos, pero están dispuestos a ver las pruebas, comenta el experto de la NASA David Morrison. Hasta 185 grandes asteroides o
cometas impactaron contra la Tierra en el pasado distante, aunque la mayoría de los cráteres se encuentran en tierra firme. Nadie ha dedicado mucho tiempo a
buscar cráteres en el mar, dice Morrison, por suponer que serían antiguos y estarían llenos de sedimentos. "Las cuñas de sedimentos son formaciones
fantásticas", dice el oceanólogo Peter Bobrowski, del Geological Survey de Canadá, "pero demuestran la existencia de megamaremotos". Según él, la erosión y
las glaciaciones bastan para explicar esos depósitos. William Ryan, geólogo marino del Observatorio Lamont, compara el trabajo de Abbott con el de otros
científicos innovadores que tuvieron que cambiar el modo de pensar de sus colegas sobre una materia. "Muchos pensamos que Dallas ha dado realmente con
algo", dice Ryan. "Está construyendo un relato, como hizo Walter Álvarez", añade en referencia al científico que pasó una década convenciendo a los escépticos
de que un asteroide gigantesco causó la extinción de los dinosaurios.
Ted Bryant, geomorfólogo de la Universidad de Wollongong (Australia), fue el primero en reconocer las huellas de los megamaremotos. Los depósitos
procedentes de estos fenómenos contienen rocas inusuales con conchas marinas que no pueden atribuirse a la erosión eólica, las olas provocadas por las
tempestades, los volcanes o a otros procesos naturales. "No hablamos de ningún maremoto como los vistos hasta ahora", comenta Bryant. "El de Indonesia fue
un hoyuelo. Ningún maremoto del mundo moderno pudo haber provocado estas formaciones. Las películas apocalípticas no captan el tamaño de estas olas. Los
corrimientos de tierras submarinos pueden causar grandes maremotos, pero son localizados. Éstos se depositan en líneas costeras completas".
Por ejemplo, Bryant localizó dos cuñas de sedimentos 6,5 kilómetros tierra adentro, cerca de Carpentaria, en la Australia norcentral. Ambos señalan al norte.
Cuando Abbott visitó Australia hace un año, Bryant le pidió que buscara cráteres. Para localizar los cráteres, Abbott usa datos de altimetría de la superficie del
agua. Los satélites exploran la superficie oceánica y registran su altitud exacta. Las cadenas montañosas, las simas y las fosas submarinas perturban el campo
gravitacional de la Tierra, provocando variaciones de fracciones de centímetro en la altitud de la superficie marina. A las 24 horas de buscar, Abbott encontró
dos cráteres.
No todas las depresiones del océano son cráteres de impacto, comenta Abbott. Pueden ser fosas de hundimiento, fallas o restos de volcanes. Es necesaria una
comprobación. Así que obtuvo muestras de núcleos de sedimento de las profundidades marinas tomados en la zona por el Australian Geological Survey. Los
núcleos contenían rocas fundidas y esferas magnéticas con las fracturas y las texturas características de un impacto cósmico. "La roca estaba pulverizada, como
si hubiera sido golpeada con un martillo", comenta Abbott. "Encontramos diatomeas fundidas con tectita", una sustancia cristalina formada por meteoritos. El
cristal fundido y las rocas despedazadas sólo pudieron producirse mediante un impacto, dice. "Calculamos que estos dos cráteres tienen 1.200 años", dice
Abbott.
Bruce Masse, arqueólogo medioambiental del laboratorio de Los Alamos, en Nuevo México, cree que el impacto de Madagascar se produjo exactamente el 10
de mayo del 2807 A. C. Ha analizado 175 mitos sobre inundaciones en todo el mundo, y 14 mitos mencionan un eclipse solar total en esa fecha, la mitad
menciona lluvia torrencial, y un tercio habla de un maremoto. Pero son mitos.
Fuente: El País, Herald Tribune. Aportado por Eduardo J. Carletti
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