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Científicos chinos le apuestan a provocar lluvia y nieve artificial
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Lo hacen para mejorar las condiciones semiáridas de la mesera tibetana y piensan incrementar
su uso en otras regiones del país.
La manipulación del clima parece cada vez más al alcance de los científicos chinos, que acaban
de conseguir por primera vez nieve artificial en la meseta tibetana, la más alta del mundo y
asolada por el calentamiento global, con el objetivo de reverdecer sus secas praderas.
"Es la primera vez que se consigue nieve artificial en una meseta con una altura superior a los
4.500 metros. Decidimos ponerla en práctica para resolver la grave sequía en las praderas y
zonas de pasto", explicó a Efe Liu Xuesong, director de Meteorología de la comarca tibetana
de Nagqu.
Tras elegir las condiciones meteorológicas idóneas, el pasado 10 de abril se lanzaron desde
tierra bombas de yoduro de plata, un catalizador que, al contactar con las nubes, genera una
reacción química que libera el hidrógeno el cual, en contacto con el oxígeno de la atmósfera,
forma agua.
Se trata del mismo método que se utiliza para provocar la lluvia artificial y, según Liu, gracias a
él la nieve caída fue del 10 al 15 por ciento más intensa de lo habitual, en una región semiárida
donde las precipitaciones anuales son de sólo 381 milímetros.
Pese a que se trata de una primera prueba, algunos han lanzado ya campanas al vuelo y hablan
de que este tipo de poco ortodoxas herramientas serán decisivas a la hora de combatir los
efectos del calentamiento global, como el deshielo de los glaciares, la sequía de los lagos o la
reducción de las praderas.
No obstante, las organizaciones ecologistas y otros muchos científicos consideran que este tipo
de métodos no son más que "parches" dentro de fenómenos como el calentamiento global o la
degradación del ecosistema tibetano, conducidos ambos por las nocivas prácticas humanas.
También Liu optó por la prudencia en este sentido.
"Teóricamente la técnica podría contribuir a evitar el deshielo de los glaciares, pero si se tienen
en cuenta factores como la enorme inversión necesaria, la dificultad de la altura y los peculiares
factores meteorológicos, parece algo muy difícil", manifestó Liu.
Afirmó, eso sí, que "si se distribuyese (el yoduro de plata) en aviones, es posible que el alcance
fuese mayor, pero la inversión tendría que ser también mucho más grande".
Precisamente el pasado mes en Madrid, el secretario general de la Organización Meteorológica
Mundial, Michael Jarroud, abogó en un foro sobre cambio climático por avanzar en las técnicas
de creación de precipitaciones artificiales para abaratar sus costes, pues no son nocivas para el
medio ambiente.
La lluvia artificial se ha utilizado en China para paliar sequías, como la que afecta a la cuenca
del río Yangtsé, el más largo del país, apagar incendios, entre ellos el que amenazó hace unos
meses un bosque virgen del Tíbet, o paliar las virulentas tormentas de arena primaverales.
Además del yoduro de plata, hay otros catalíticos como la sal, el hielo seco o el nitrógeno
líquido, aunque el primero se ha revelado como el más efectivo y más barato, además de
inocuo dado que no altera la composición química del agua.
La capital olímpica, Beijing, ha sido una de las más entusiastas en su uso y en 2006 aumentó las
reservas de sus embalses en 29 millones de metros cúbicos gracias a la lluvia artificial, según
datos de la llamada "Oficina de Manipulación del Tiempo" local.
Ese año, los aviones surcaron el aire para bombardear las nubes con yoduro de plata en 16
ocasiones, consiguiendo 11 días de lluvia artificial, mientras que otros 51 días de lluvia llegaron
gracias al disparo de cohetes y artillería antiaérea.
En total, la lluvia artificial supuso el 11 por ciento del total de precipitaciones caídas en la capital
china, y tanto confían los científicos en sus bondades que en 2007 se aumentarán desde 14
hasta 40 los puntos desde donde se lanza el yoduro de plata a las nubes.
La meseta Qinghai-Tíbet, donde nacen tres de los principales ríos chinos (el Yangtsé, el
Amarillo y el Lancang), ha registrado desde los 80 un aumento de la temperatura de 0,42
grados anuales.
Los cálculos más pesimistas hablan de que en el año 2050 se habrán derretido el 64 por ciento
de los 47.000 glaciares chinos, que ocupan un área de 59.000 kilómetros, aunque un equipo de
científicos chinos que trabaja en el Himalaya ha dicho que el ritmo no es tan rápido.
Fuente: El Universo. Aportado por Francisco Costantini
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