17/May/07
|
Revista Axxón
Axxón en facebook
Lectores de Axxón en facebook
|
|
En una era de miedo, los científicos aprenden a retroceder en el tiempo
Si el viaje en el tiempo fuera posible, ¿adónde y en qué ocasión desearía hacer una visita?
El autor español nacido en Cuba, José Carlos Somoza, dijo recientemente en un entrevista que quizás los más elegidos sean la era de los dinosaurios y la época
de Jesús, de modo que no es inesperado que su nueva novela "Zig Zag" se centre en un proyecto secreto del gobierno que trae momentos de precisamente
aquellas áreas.
Aunque inicialmente la historia es sencilla, deriva en una escrupulosa y verdaderamente terrorífico thriller derivados de los horrores de nuestras imaginaciones. Al
instalar la historia en el 2005 y el 2015 le permite a Somoza explorar nuestra perspectiva posterior al 11 de septiembre, en donde, como le explica uno de los
personajes principales, el físico Profesor Blanes, a Elisa que es la protagonista y su estudiante, es donde el miedo regula todo y los países occidentales invierten
más dinero en armas que en ciencia.. Es la época donde "todo lo que tenemos ahora son mentiras".
La física y el terror no parecen ser sujetos muy emparentables, pero la novela se refiere menos a la ciencia y los gobiernos y más acerca de las personas: los
científicos no difieren tanto de otras personas curiosas que quieren respuestas y se ponen a excavar por ellas. Elisa Robledo es el centro de este libro, una
profesora competitiva con incongruentes buena figura y un cerebro dotado para la física y también un misterio recluído. Su único amigo es Víctor, un profesor de
física adjunto y una compañia benigna quien prefiere a las plantas y las cribas a la gente. Esta afinidad por los juegos lanza la historia, pero cuando Elisa en forma
inesperada lo contacta para arreglar un encuentro, lo hace a través de un código que lleva a otra prueba que le permite a él entrar en su mundo privado de terror.
"No tienes idea, ni idea, del grado de maldad del que estamos hablando, Victor. Nunca lo he hablado con nadie, lo juro, no podría. Pero no puedo más con
esto. Se lo tengo que decir a alguien y tú eres el elegido"
Expuestos a esta clase de frases (y hay otras más) es imposible no quedarse enganchado como lo hace Víctor por la revelación de ella. Elisa le cuenta sobre los
apuntes que tomó con otros estudiantes aventajados de un seminario de física de verano con Blanes hace 10 años atrás, de un proyecto clandestino en una isla
desierta (un desafortunado paralelo al programa de televisión "Lost").
Con estos parámetros la historia retrocede hasta el nacimiento del proyecto, de cómo Elisa y su equipo de científicos avanzados contemplan la promesa de las
teoría de las cuerdas y descubre un modo de convocar al pasado en el presente.
Absorbiéndonos en su libro es como nos permite Somoza, mediante sus personajes, contemplar nuestros orígenes, experimentar el deseo de ser testigos del
pasado y especular acerca de las futuras implicaciones. "¿Qué podría suceder si vimos a Jesús, Mahoma o Buda? Sólo verlos y conocerlos en certeza, para ver
si realmente son ellos ... Sin mencionar qué podría suceder si descubrimos aspectos de sus vidas que estén en contra de las enseñanzas de las iglesias y credos
que dicen seguir a sus fundadores."
A pesar de la elusividad de las respuestas a estas cuestiones, cada personaje que ve una imágen del pasado sufre del "Impacto", de efectos físicos y mentales
extremos e inusuales. Aún para Elisa y los otros científicos, quienes creen que vale la pena morir por sus ideas, la seducción de lo prohibido y de lo imposible se
sobrepone al miedo del impacto y alimenta el avance de los experimentos, hasta que los efectos demandan ser reconocidos cuando cada miembro del proyecto
comienzan a morir.
Explorando la situación donde las personas hacen cosas que quizás no deberían, Somoza no sólo desarrolla una historia de aventuras llena de trampas, sino que
también roza la reserva acerca de las consecuencias de la innovacion. Blanes llama al grupo de investigación "La Hiroshima del siglo veintiuno", implicando que
aún en el mundo posterior al 11 de septiembre, el verdadero terror proviene del que nosotros nos autoinfligimos. Y lo que eventualmente le sucede a Elisa
"es que la (sutil) diferencia entre el cielo y el infierno puede ser tan simple como no actuar con todos los impulsos que surgen dentro de nuestra cabeza", y por lo
tanto cualquiera es capaz de crueldad, directa o indirectamente, como resultado de la imaginación y el deseo no atemperados por la responsabilidad.
Con muchas capas e imposiciones, la novela de Somoza sin embargo entretiene sin esfuerzo con sus consideraciones provocativas de nuestra responsabilidad
global en este período de aumento del miedo y de conflictos
Fuente: SFGate.com . Aportado por Gustavo Courault
Más información:
Noticia original en SFGate en inglés
|