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La meta, entender la conciencia humana
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Científicos españoles lideran un proyecto europeo para modelar la complejidad cerebral en el Alzheimer y la epilepsia.
En la difícil lucha contra las enfermedades neurodegenerativas, ya no basta con la medicina para entender a ese
complicado enemigo que es un cerebro desajustado. Los
profesionales de la neurociencia se ven obligados a buscar nuevos aliados y los han encontrado en los físicos.
Investigadores de ambas disciplinas se han unido en un proyecto
europeo con el objetivo de entender mejor los mecanismos de coordinación cerebral y así comprender algunos de los
fallos que se desencadenan en el Alzheimer y la epilepsia. Todo
ello con el objetivo de intentar generar nuevas herramientas para conseguir su detección precoz. El proyecto, que
arrancó en enero pasado y durará hasta finales de 2009, se llama
GABA (Global Approach to Brain Activity) y lo lidera un grupo español, de la Universidad Politécnica de Cataluña
(UPC), encabezado por el físico Jordi García Ojalvo (Barcelona,
1968) como coordinador.
Su equipo intentará dar con modelos teóricos del funcionamiento del cerebro enfermo a partir de los datos aportados
por otros grupos que ejercen como socios del proyecto. La
información sobre el Alzheimer que utilizarán proviene de otro grupo español: el Laboratorio de Neurociencia Funcional
de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, que destaca
por sus investigaciones sobre la detección precoz del Alzheimer con técnicas que permiten estudiar el funcionamiento
cerebral in vivo. Los datos sobre epilepsia proceden de un
laboratorio similar del hospital de la Pitié-Salpêtrière en París. También colabora el grupo de Wolf Singer, director del
Instituto Max Planck de Investigación Cerebral de Francfort y
uno de los más notables científicos alemanes.
"El cerebro es demasiado complejo como para intentar resolver sus problemas sólo desde una perspectiva médica",
explica José Luis Cantero, fisiólogo de la Pablo de Olavide. La
reciente teoría de la complejidad, que intenta explicar el funcionamiento de redes con muchos elementos, es el
instrumento clave que quieren incorporar: "El cerebro es el sistema
complejo por excelencia", dice García Ojalvo, "más que cualquier máquina hecha por el hombre. Un avión Boeing 777,
quizás uno de los artefactos más complejos existentes, tiene
unos 150.000 diferentes subsistemas formando una gran red de módulos organizada mediante elaborados protocolos a
través de mil ordenadores que automatizan todas las funciones
del avión". Pues bien, añade, "en el cerebro, la complejidad ocurre a una escala mucho mayor, con centenares de miles
de millones de neuronas, cada una de ellas conectada
individualmente con otras 10.000 neuronas como promedio".
Precisamente, la respuesta última a la complejidad del cerebro radica en esa pléyade de conexiones: "El cerebro es
mucho más que la suma de sus partes, las neuronas, y eso ocurre
porque están organizadas y acopladas mediante protocolos mucho más complicados que los del Boeing", dice García
Ojalvo. "Queremos entender qué papel juega la sincronización
entre poblaciones de neuronas y cómo regula las funciones cognitivas superiores, tales como la memoria, la atención, el
aprendizaje, las emociones o el lenguaje", comenta Cantero.
Los objetivos son muy ambiciosos y García Ojalvo apunta que la meta teórica sería "entender qué es la conciencia
humana". De hecho, el proyecto GABA ha sido apoyado con 1,6
millones de euros de un programa europeo cuyo objetivo es "financiar investigaciones científicas poco convencionales y
visionarias". Esta singularidad es certificada por Cantero:
"Este proyecto es muy novedoso, porque trata de avanzar en el conocimiento del funcionamiento cerebral a través de
aquellos científicos que mejor conocen las leyes que describen
la complejidad, desmitificando la separación entre la física y la neurociencia".
Las metas más inmediatas son descifrar los mecanismos que rigen comportamientos sincronizados en algunas áreas
cerebrales con la esperanza de develar las incógnitas sobre dos
grandes anomalías asociadas a una sincronización aberrante. La primera es aquella en la que se produce un exceso de
coordinación cerebral: "Enfermedades como la epilepsia y el
Párkinson se caracterizan porque hay un exceso de sincronización neuronal", explica García Ojalvo. "En un ataque de
epilepsia, las neuronas se comportan de una forma similar a una
orquesta en la que todos los intérpretes tocaran igual: sin distinciones, ni tonalidades". El grupo parisiense es el que está
especializado en epilepsia y, mediante electroencefalogramas
intracraneales y resonancias magnéticas del cerebro, trabaja en la detección del epicentro de la sincronización anormal,
donde suele estar el foco del problema.
En la enfermedad de Alzheimer se produce el efecto opuesto. "Las neuronas corticales mueren, disminuyendo la
conectividad anatómica cerebral y su capacidad para sincronizarse",
resume García Ojalvo. "Estudiamos a personas entre 65 y 85 años, algunas con pérdidas de memoria normales propias
del envejecimiento y otras que padecen deterioros cognitivos
leves que suelen preceder a la enfermedad de Alzheimer", añade Cantero. "Estudiamos la integridad funcional de su
cerebro mediante tomografía por emisión de positrones y
registros electroencefalográficos con 64 sensores en la corteza cerebral".
Pero los análisis no acaban ahí: "Al mismo paciente se le realiza una resonancia magnética de cerebro, a partir de la cual
calculamos el volumen de algunas estructuras del sistema
nervioso claves para la cognición", dice Cantero. En la actualidad se puede cuantificar cómo la corteza cerebral, la parte
más superficial del sistema nervioso, va perdiendo espesor y,
por tanto, funcionalidad en algunos pacientes de Alzheimer. "Es un signo de que algo podría estar funcionando mal",
advierte.
Cuatro físicos de la UPC estudian todos los datos y se aplican a construir con ellos modelos teóricos de la complejidad
cerebral. Servirán para deducir estructuras y formas de
conexión neuronal afectadas en el Alzheimer y otras patologías neurológicas. Con ellos, los especialistas médicos
podrían disponer de marcadores dinámicos para predecir la
enfermedad. Al calcularlos, los físicos se valen de ecuaciones diferenciales que modelan el comportamiento de conjuntos
de neuronas, así como de la experiencia de este grupo en el
estudio de la sincronización de láseres, un campo aparentemente muy lejano a la neurociencia pero con sorprendentes
similitudes: "Los láseres de semiconductores tienen, bajo
ciertas condiciones, un comportamiento dinámico parecido a las neuronas, ambos se activan y desactivan a medida que
transcurre el tiempo, como si fueran interruptores; a veces lo
hacen espontáneamente y otras cuando reciben señales", dice García Ojalvo.
Cantero tiene confianza en los resultados que se puedan obtener: "Los modelos procedentes de la física nos dan muchas
herramientas para anticiparnos, porque la presencia de
complejidad en el cerebro podría ser un signo de salud mental, mientras que su ausencia va unida a la enfermedad".
Fuente: Aportado por Gustavo Courault
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Más información:
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