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Científicos españoles revelan que entre los indígenas africanos no existe la depresión
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Los pueblos indígenas africanos viven en sociedades en las que están protegidos de enfermedades mentales como la
depresión, la anorexia o el estrés que hace mella en Occidente.
"Su vida en comunidad, la relación entre los niños o el cuidado de los ancianos están más ajustados a la historia
evolutiva humana que la nuestra». Así de explícito es el médico y
antropólogo Francisco Giner Abati, que presentó en Madrid una nueva edición de la Expedición Española a África, un
proyecto científico y humanitario con el que se está
recorriendo el continente.
Durante el viaje del año pasado, el equipo de seis investigadores españoles recorrió 50.000 kilómetros que les llevaron
más allá de las fronteras políticas e incluso de las de las ONG.
«Buscamos los pueblos más aislados y con ellos descubrimos que nuestra vida en las grandes ciudades está
desajustada. El individualismo patológico nos genera problemas que estos
indígenas desconocen porque viven en núcleos pequeños, como el ser humano vivió hasta hace 5.000 años. Pueden
morir de malaria, pero no padecen las enfermedades mentales que
tanto nos hacen sufrir», asegura Giner Abati.
En su largo periplo de seis meses, en el que su trabajo se centró en Egipto, Sudán, Etiopía, Kenia, Angola y Camerún,
documentaron seis sociedades diferentes. Entre los nubios de
Sudán descubrieron que las mujeres están aumentando su papel social, y un buen ejemplo es Ebo Komando, que ha
creado una asociación contra la castrante ablación del clítoris
habitual en su etnia.
Entre los surma etíopes, cuyas mujeres se incustran un plato de barro en los labios (hoy símbolo de belleza, pero hace
200 años una deformación voluntaria para evitar que se las
llevaran los esclavistas), encontraron un pueblo abierto de gentes atléticas en el que la comunicación y la vida
comunitaria son básicas para su supervivencia. De los afar del este del
país de los hombres de piel quemada aprendieron cómo recuperar el vapor de agua de una zona volcánica, colocando
una bóveda sobre los pozos.
Más al oeste, en las selvas de Camerún, localizaron a grupos de pigmeos que huyen de la brutal deforestación que
acaba con su modo de vida. «Es espectacular lo que saben de
medicina. El bosque es un arsenal terapéutico para ellos: cortezas de árbol contra la malaria, hojas que evitan las
picaduras de mosquitos, hierbas para el estómago. Y los surma
también. Por lo visto su mijo tiene un parásito que les evita las infecciones», asegura el antropólogo que, en su faceta
médica, es especialista en males tropicales.
La parte menos investigadora del viaje, la humanitaria, se tradujo precisamente en la atención sanitaria que el grupo fue
proporcionando allá por donde iba, a la vez que identificaba
carencias que pueden suplirse este año con el apoyo solidario de empresas y particulares: recursos para apoyar a la afar
Ebo Komando o para hacer pozos en un poblado surma.
Nada de ello fue fácil. En Sudán, parte del recorrido lo hicieron escoltados por convoyes militares, en Etiopía
contrataban en las tribus a guardianes para evitar a los bandidos que,
armados con fusiles, son un peligro para los viajeros y en República Democrática del Congo el barro se convirtió en una
pringosa pesadilla que duró varias noches.
Pese a ello, este año vuelven. Y lo hacen con ayuda de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), de
empresas como Nissan, Michelín y Telefónica, de la
Universidad de Salamanca (en donde Giner Abati es catedrático de Antropología) y de la Sociedad Geográfica
Española.
Serán otros 50.000 kilómetros en seis meses de aventura en los que atravesarán 30 países, si bien el trabajo se centrará
en el sur de Sudán, Etiopía, RD Congo, Benin, Níger, Malí y
Namibia. Por si alguna frontera se les resite, llevan dos rutas en la cartera.
De allí saldrán nuevos documentales y datos sobre la calidad de vida y la salud en culturas africanas no industrializadas,
para compararlas con las nuestras antes de que desaparezcan.
Uno de los temas en los que harán hincapié son las familias polígamas y las relaciones entre las mujeres. Los dogón de
Malí, los peul de Níger, los himba de Namibia, los pigmeos del
Congo serán sus próximos objetivos antropológicos.
El embajador Juan Alonso, director de la Casa de África, reconocía que el continente ha estado "muy alejado de las
precupaciones de los españoles", pero ya es hora de cambiar
este escenario. "Casa de África fue inaugurada hace un par de meses en Gran Canaria para ayudar a transmitir culturas
y tradiciones que nos acerquen a estos pueblos, y por ello
apoyamos la expedición de Giner Abati, que tiene este conocimiento como objetivo principal", señaló durante la
presentación de la nueva ruta.
Fuente: El
Mundo . Aportado por Gustavo Courault
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