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Arrecife de esponjas de sílice a partir de metano
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Encuentran un ecosistema basado en el metano en donde hay arrecifes de esponjas de sílice que se creían extintos desde hace 100 millones de años. Este arrecife constituye sólo el
segundo ejemplo de este tipo que se ha encontrado en todo el mundo, pero a diferencia del anterior la cadena trófica parece estar basada en el metano.
Los arrecifes de coral no han sido los únicos arrecifes en nuestros océanos, en el pasado hubo de otros tipos. La mayor estructura viva jamás construida de la que se tenga noticia
corría a lo largo del mar de Thetys, en lo que hoy es Europa, hace 150 millones de años en el Jurásico superior. Pero este arrecife de 2000 km de longitud fue construido por
esponjas en lugar de los corales. Las esponjas de aquel entonces tenían densos esqueletos de sílice (los corales los hacen de carbonatos) y podían formar arrecifes. Hace entre 140 y
65 millones de años estas esponjas se fueron extinguiendo gradualmente hasta que sólo quedaron los pocos ejemplares aislados que han llegado hasta nuestros días, y los arrecifes
que formaban desaparecieron. Fue una sorpresa encontrar uno de estos arrecifes hace unos pocos años, ahora se acaba de conocer un segundo caso.
Las causas de la desaparición de los arrecifes de esponjas silíceas y del desplazamiento en profundidad de las especies que los formaban han constituido un enigma clásico en
paleontología marina.
Actualmente se cree que no pudieron sobrevivir a la dura competencia a la que les sometieron las diatomeas que, al igual que las esponjas, usan la sílice para construir sus
exoesqueletos. A diferencia de las esponjas que son animales, las diatomeas son algas fotosintéticas unicelulares que necesitan de la luz del sol para vivir.
Para poder construir sus espículas de sílice las esponjas necesitan una determina concentración de silicio en el agua. Aunque conservan la maquinaria genética para construir fuertes
espículas que den lugar a fuertes esqueletos y por tanto a arrecifes, no lo pueden hacer debido a la escasez de silicio.
Por tanto estas esponjas silíceas no pueden vivir en los ambientes luminosos donde hay diatomeas o por lo menos no pueden formar arrecifes, y se tienen que conformar con vivir en
los taludes continentales a 300 o 500 metros de profundidad donde reina la oscuridad.
Ahora Paul Johnson de University of Washington y sus colaboradores han descubierto un nuevo arrecife de esponjas en la costa del estado de Washington. El arrecife contiene una
gran biodiversidad, mide decenas de metros de ancho y está rodeado por el lecho marino desierto.
Allí medran sardinas, cangrejos, camarones, peces de roca y zooplancton entre otros tipos de vida marina.
El equipo de investigadores descubrió además que del lecho marino escapaba metano y que este gas parecía constituir la fuente de energía primaria a partir de la cual se alimenta
todo ese ecosistema. Unas bacterias quimiosintéticas especializadas usan el metano como fuente de energía y éstas sirven a su vez de alimento a las esponjas y otros seres del
entorno.
Esponjas silíceas individuales las hay en muchas partes del océano, pero no forman arrecifes. Hasta el descubrimiento en 1991 del primer ejemplo contemporáneo de arrecife de
esponjas en Canadá se creía que este tipo de arrecifes pertenecían a un pasado remoto y que ya no existían. Ahora se conoce otro ejemplo, más exótico si cabe, que nos hace viajar
a hace más de 100 millones de años cuando los fondos marinos estaban dominados por las esponjas, uno de animales más primitivos que se conocen.
Seguro que en el fondo del océano nos aguardan más sorpresas.
Fuente: NeoFronteras. Aportado por Gustavo Courault
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Más información:
Nota en la Universidad de Washington
Video del arrecife canadiense