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El comportamiento sexual de ratones machos y hembras radica en la nariz
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El control del comportamiento sexual de cada sexo no está en el cerebro, como se creía hasta ahora, sino que es una
cuestión de narices: depende de cómo se reciben en el órgano olfativo las feromonas, esas sustancias químicas
producidas por las glándulas sexuales de algunos animales para atraer a una posible pareja. Al menos, así ocurre en las
hembras de los ratones, según han podido comprobar científicos de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
Biólogos moleculares del conocido Instituto Médico Howard Huges de Harvard han revelado que un órgano sensorial
de la nariz llamado vomeronasal (OVN), que es encargado de detectar las feromonas ajenas en numerosos vertebrados
terrestres, está detrás de la actitud femenina o de la masculina. Al parecer, en las hembras este OVN no está activo
y por ello no actúan como los machos en sus apareamientos. Es decir, que el comportamiento sexual no es sólo
una cuestión hormonal.
Para llegar a esta conclusión, los científicos, bajo la batuta de la bióloga Catherine Dulac, convirtieron en
auténticos machos a las hembras de unos roedores mutantes de laboratorio, a los que se les había desactivado el gen
que controla la actividad del OVN.
Estas hembras, en contra del comportamiento habitual entre sus congéneres, al llega a su edad adulta salían detrás de
sus compañeros de jaula, cumplían el ritual del cortejo, realizaban continuos intentos de monta levantando los cuartos
traseros de los machos con sus hocicos e incluso hacían movimientos copulatorios pélvicos típicos del sexo contrario.
Respecto a sus preferencias, andaban detrás indistintamente de roedores de ambos géneros.
Además, los investigadores comprobaron que las hembras con el órgano vomeronasal manipulado reducían todas
sus conductas femeninas, incluso las de hacer los nidos y cuidar las crías después del nacimiento. Si una normal
dedica el 80% de su tiempo a esta tarea, las mutantes no lo hicieron durante más de dos días; es más, se mostraron
dóciles a las insinuaciones de los machos aún en período de lactancia, algo insólito entre las no manipuladas. "Nadie se
había imaginado que una mutación tan simple como ésta podría inducir a las hembras a comportarse como varones", ha
declarado Dulac.
Para ratificar estos resultados y descartar que el órgano vomeromasal hubiera creado, durante el desarrollo, unos
circuitos nerviosos concretos para las hembras, hicieron una segunda prueba: suprimieron, mediante cirugía, el OVN de
los tabiques nasales de un grupo de adultas normales. Y todas ellas, como ya hicieran las mutantes, comenzaron a
comportarse como machos, sin que sus niveles de testosterona o estrógenos hubieran variado.
Masculinidad reprimida
Duloc y sus colegas, que publican estos resultados en la revista digital de Nature, recuerdan que hasta ahora se
pensaba que eran los diferentes circuitos neuronales, modulados por las hormonas, los únicos que controlaban el
comportamiento sexual. "Este trabajo sugiere que hay unos circuitos neuronales del comportamiento masculino que
persisten en el cerebro de las hembras, pero que están reprimidos cuando el órgano vomenasal funciona. Es decir,
que existe el mismo circuito en ambos sexos, pero en el caso de las hembras el OVN interrumpe el comportamiento
masculino. En definitiva, que el cuerpo de machos y hembras de los roedores es fisiológicamente diferente, pero no
podemos decir lo mismo del cerebro", concluye la bióloga.
Ahora, el equipo de Dulac está investigando si los machos mutantes de los roedores que tienen este órgano manipulado
exhiben rasgos femeninos.
Fuente: El Mundo. Aportado por Francisco Costantini
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