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La sociedad "post-carbono", un reto para políticos, empresas y la sociedad civil
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El futuro de las ciudades y del estilo de vida en éstas fue uno de los temas principales tratados en un congreso titulado
"Hacia una sociedad post-carbono: investigación europea sobre incentivos económicos y comportamiento social",
celebrada en Bruselas el 24 de octubre de 2007.
En el cuarto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado hace
pocos meses, se afirmaba que los efectos del cambio climático podían observarse ya y que "muy probablemente" se
debían a las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por las actividades humanas. La Unión Europea fijó el
objetivo de limitar el calentamiento del planeta a 2 °C por encima de los niveles preindustriales al diseñar sus políticas
para los ámbitos de la energía renovable, la eficiencia energética, la disminución de las emisiones de gas de efecto
invernadero y la financiación de la investigación.
Uno de los retos más grandes al abordar estas cuestiones a nivel mundial es el rápido desarrollo industrial de economías
emergentes como las de China e India. Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de Energía (AIE),
expuso algunas de las conclusiones del último informe de la AIE "World Energy Outlook" sobre el ritmo del cambio en
estos dos países, así como sus repercusiones, y señaló que "de cada dos edificios construidos en el mundo, uno se
construye en China". El Sr. Birol analizó tres retos relacionados entre sí que afrontaría el mundo: la seguridad de la
energía, el cambio climático, y la energía y la pobreza.
En relación con la seguridad del suministro energético, el Sr. Birol dijo que China, Estados Unidos, India, Japón y la UE
representan actualmente el 75% del PIB mundial; que estos países, juntos, importan el 75% del petróleo que necesitan;
y que en el futuro próximo el 75% de dicho petróleo procederá de tres países de Oriente Próximo y de Rusia. Al mismo
tiempo, en el mundo pobre, 1.600 millones de personas carecen de electricidad. Además, la continuidad de la tradición
de usar biomasa para cocinar, principalmente en hogueras de madera, conduce a la deforestación, a trabajos duros que
ocupan principalmente a mujeres, y enfermedades respiratorias que matan a 1,6 millones de mujeres y niños al año (más
muertes que las causadas por la malaria).
Hans Joachim Schellnhuber, director del Instituto de Investigaciones sobre el Impacto Climático de Potsdam, explicó
que este reto consiste en "manejar lo inevitable", un aumento de la temperatura mundial de entre 1,5 y 2,5 °C y, al
mismo tiempo "evitar lo inmanejable", un aumento de hasta 6 °C, que sería "el final del mundo que conocemos".
Cada incremento de la temperatura iría acompañado de una mayor probabilidad de diversos efectos negativos,
empezando por la vulnerabilidad de los ecosistemas y otros fenómenos climatológicos extremos, pasando
posteriormente a consecuencias para la producción alimentaria en los países más pobres y también en general, y
culminando en "puntos de inflexión" como la destrucción de la selva del Amazonas o el desajuste de los patrones de los
monzones.
Jacqueline McGlade, Directora de la Agencia Europea del Medio Ambiente, estableció un símil entre la precaria
situación energética de Europa y la bandera de la UE: el fondo en azul representa el consumo de petróleo de la Unión,
mientras que la superficie de las estrellas amarillas es proporcional a su producción de petróleo. Además, muchas
tendencias socioeconómicas evolucionan en sentido erróneo, ya que aumentan los transportes por carretera y por aire.
Para ella, el problema principal de cara a la eficiencia energética y al recorte de las emisiones es la gran expansión
urbana. Unas ciudades compactas serían preferibles a la práctica actual de urbanización policéntrica. Se necesita
un cambio social para satisfacer las demandas de la gente mediante el acceso a servicios, y no tanto a bienes físicos,
señaló.
La eurodiputada sueca Mona Sahlin declaró a CORDIS Noticias que un tema fundamental para las
investigaciones futuras es "cómo volver a construir las ciudades existentes", así como diseñar nuevas
urbanizaciones teniendo en cuenta el futuro bajo en carbono que se aproxima. La Sra. McGlade señaló también que
Europa tiene que afrontar la realidad de los movimientos poblaciones. Así, el sur de España ya padece escasez de agua
y un exceso de población, y gran parte de la población activa actual se jubilará durante la próxima década.
La revolución del modo en que diseñamos las ciudades bien podría estar ya en marcha, manifestó Jacques Theys, del
Centre de Prospective et de Veille Technologique, puesto que ya se dispone de las tecnologías necesarias. Escogió la
ciudad de Bangalore como ejemplo de cómo controlar la expansión urbana limitando la urbanización a pasillos
comunicados por redes de ferrocarril y frenando el uso de los automóviles. No obstante, afirmó que no hay ninguna
solución perfecta, puesto que el incremento de la densidad urbana tiende a alargar la duración de los desplazamientos
para cubrir la misma distancia.
Varios oradores abordaron los cambios de comportamiento que deberían darse a largo plazo para mitigar el cambio
climático y adaptarnos a sus efectos. Bertrand Chateau, director de Enerdata, recalcó que el cambio de conducta suele
producirse sólo entre generaciones y que la conducta es estable dentro de cada grupo de edad. Habría que
establecer un vínculo entre el consumo de energía y el estilo de vida, teniendo en cuenta que la población europea
envejece y va jubilándose, que las familias tienden a ser más pequeñas y que aumentan los solteros que viven solos y las
parejas sin niños.
El congreso se centró en el "lado de la demanda" del debate en torno al cambio climático y la energía. El profesor José
Ignacio Pérez Arriaga, de la Universidad Pontificia de Comillas (España), aseguró que el reto fundamental es
"implantar reglamentos para que los intermediarios de la energía ganen dinero persuadiendo al consumidor para que
consuma menos". Según dijo, el desarrollo industrial no depende por completo del consumo de energía, ya que la
UE disfruta de niveles de desarrollo comparables a los de Estados Unidos teniendo niveles de consumo energético
considerablemente más bajos.
También destacó la necesidad de presentar claramente a la gente las distintas opciones relativas a las medidas de
mitigación. Uno de los aspectos más polémicos de la mitigación del cambio climático es si conviene incrementar el
uso de la energía nuclear para generar electricidad.
Gordon Adam, antiguo eurodiputado y presidente de la comisión parlamentaria de energía, subrayó que la necesidad es
tan urgente que "tenemos que usar todas las armas de nuestro arsenal" para reducir el uso de las fuentes de energía
intensivas en carbono. En sus propias palabras, la receta política debería ser "carbono bajo + energías renovables +
energía nuclear + eficiencia energética + captura de carbono + gestión de la demanda".
Sin embargo, la Sra. Sahlin, aunque se mostró de acuerdo con que hay que atender todas las opciones, adujo que la
generación de energía nuclear requiere tanta inversión que seguir la vía nuclear demasiado pronto podría cerrar la puerta
a otras opciones más atractivas al comprometer fondos.
A modo de conclusión, Jean-Michel Baer, Director de Ciencia, Economía y Sociedad de la DG Investigación, dijo que
este congreso influiría en los temas de investigación financiados mediante el tema "Factores y actores socioeconómicos
que dan forma a la sociedad post-carbono", como parte del Séptimo Programa Marco (7PM). La investigación tiene la
función de sentar los cimientos para la próxima generación de políticas comunitarias que deberán tener en cuenta el
cambio climático al abordar cuestiones como el consumo energético y la cohesión social.
Fuente: La Flecha. Aportado por Francisco Costantini
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