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20/Nov/07



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Descubren un dinosaurio con los huesos del grosor del papel y con dientes que segaban la vegetación

Un grupo de paleontólogos anunció hoy el descubrimiento de la 'vaca' de la época Mesozoica, un dinosaurio de cuerpo frágil y con más de 500 dientes que segaban vegetación a ras del suelo, en lo que actualmente es el desierto del Sahara.

Se trata del Nigersaurus, un animal del tamaño de un elefante, pero con huesos finos, algunos de los cuales sólo tienen el grosor de una pluma.

Su morfología pone en tela de juicio la visión tradicional de sus parientes más famosos, los diplodocus norteamericanos, que han sido retratados como el equivalente en dinosaurio de las jirafas actuales: mastodontes de largos cuellos que comían hojas de los árboles.

El Nigersaurus es la primera especie de dinosaurio que ofrece pruebas inequívocas de que se alimentaba únicamente de vegetación a ras del suelo, dijo a Efe Jeff Wilson, uno de los científicos que lo descubrió.

Wilson cree que la imagen tradicional de los diplodocus con sus largos cuellos elevados y su cabeza mirando al frente, como monstruos del lago Ness, es errónea y que ellos también, como el Nigersaurus, apenas levantaban la cabeza de la tierra.

Esa es una de las lecciones de este extraño animal, que vivió hace 110 millones de años y cuyo pariente más cercano es un dinosaurio aún sin bautizar encontrado en 2001 en Salas de los Infantes, en la provincia española de Burgos, según Wilson, un profesor de la Universidad de Michigan.

Wilson y el resto de su equipo se topó con los primeros fósiles del Nigersaurus en 1997, durante una expedición financiada parcialmente por la organización National Geographic, y ha tardado una década en recomponer su cuerpo debido a sus extraordinarias características.

Resalta en especial su cabeza, que cuenta con un cráneo de peso minúsculo, terminado en un morro chato que posee 'baterías' de dientes diminutos. Están dispuestos en línea recta y no hay ninguno a los lados de la boca.

'No hay ningún otro animal que haya colocado todos los dientes al final de la mandíbula', dijo Paul Sereno, otro de los científicos que encontró el dinosaurio, reconstruido a partir de fósiles de cinco especímenes.

Con ellos, como con un par de tijeras, el Nigersaurus cortaba helechos y otras plantas rastreras.

Cada mes se le desgastaban los dientes y los reemplazaba inmediatamente con otros que surgían detrás de ellos. Una investigación con escáner reveló nueve columnas de dientes de repuesto que crecían al mismo tiempo, detrás del diente activo.

La cabeza también era peculiar por su posición. Imágenes de escáner de su órgano de equilibrio, situado en la parte posterior de su cerebro, del tamaño de una nuez, revelaron que su postura habitual era con el morro hacia abajo y la boca lista para rasgar plantas.

Eso, y la morfología de las vértebras, que le impedían levantar apenas el cuello, llevaron a los paleontólogos a concluir que el Nigersaurus comía del suelo.

Otra singularidad de este dinosaurio, de nueve metros de largo, es su poco peso. Sus vértebras y el cerebro están llenos de espacios donde no había carne, sino sólo aire, como ocurre con los pájaros, que son parientes de los dinosaurios.

Al mismo tiempo, los huesos de sus piernas eran relativamente finos. 'Intentaba aligerar peso', porque menos peso significa menos energía necesaria para mantener el cuerpo, según Sereno, profesor de la Universidad de Chicago.

Esos descubrimientos proyectan una imagen de un animal relativamente vulnerable. 'No tiene armadura y sus huesos son muy frágiles, como un pedazo de papel', aunque reforzados con colágeno y tejidos de apoyo, explicó Wilson.

Además, caminaba con la cabeza para abajo, en un lugar poblado de terribles depredadores, incluido un cocodrilo de 12 metros de largo.

Sobrevivió al moverse en manadas, conjeturó Wilson, y la abundancia de fósiles de este dinosaurio en Níger apunta a que era muy común en la Era Mesozoica, a su juicio.

Tras una década de estudio, el Nigersaurus aún contiene misterios. Se desconoce, por ejemplo, la función de su larga cola.

No la arrastraba, porque no hay pruebas fosilizadas de su paso, como sí existen huellas de los pies, con lo que la debía llevar en el aire, según Pereda.

Para un animal que consiguió reducir muchos de sus huesos al grosor del papel con el objeto de conservar energía, el tener la cola en alto parece un exceso, concluyó Wilson.

Fuente: Terra.es. Aportado por Diego Barcia

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